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Edición 218
Escrito por Carlos Ramírez Hernández   
Domingo, 13 de Septiembre de 2009 20:45

Salinas, el maestro del eterno retorno 1994

¿Otra vez en 2012?

CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ

Como personajes de H. G. Wells o de una película de Steven Spilberg, los priIstas han emprendido un nuevo regreso al pasado en donde se oculta la incertidumbre de su futuro. El reposicionamiento del ex presidente Carlos Salinas de Gortari como el nuevo hombre fuerte del PRI va a retornar al país cuando menos tres sexenios. Salinas quiere convertir el 2012 priísta en el 1994 de su desventura.
Los barones políticos del PRI han comenzado a percatarse de que la política priista sigue siendo la misma. O que a los priístas les dieron no sólo su carnet de militantes sino que les pusieron un chip cibernético para someterse a los protocolos tradicionales. Como ex presidente de la República, Salinas no es un par de Beatriz Paredes, Enrique Peña o Manlio Fabio Beltrones, sino que representa una autoridad superior. Y a ver quién lo enfrenta.

Carlos Salinas de GortariLa designación de Francisco Rojas Gutiérrez como coordinador de la bancada del PRI en la nueva Cámara de Diputados fue un movimiento magistral de Carlos Salinas de Gortari. Rojas se introdujo un nuevo jugador salinista en la lucha por la candidatura presidencial, desplazó el poder del PRI del partido al Congreso, desinfló la figura política sobrestimada de Beatriz Paredes, redujo ventaja mediática a Peña y convirtió la jefatura de la bancada en la cámara baja en un poder paralelo aunque superior al de Beltrones en el Senado.

La estrategia de Salinas no es secreta. En el libro El regreso del PRI (y de Carlos Salinas de Gortari), propuse la conclusión de que Salinas quería recuperar el poder para retomar el control del modelo de desarrollo derivado del Tratado de Comercio Libre, pero también para recomponer sus errores políticos de 1993-1994 que llevaron al país al colapso. Ante la pasividad del gobierno panista de Calderón y los candados del secretario de Hacienda como el guardián de la ortodoxia neoliberal del Fondo Monetario Internacional, Salinas va a convertir la bancada del PRI en el motor de las reformas económicas para reactivar el crecimiento pero asimismo para consolidar la globalización del tratado comercial. El cerrojo de la estrategia tendrá que ser un candidato presidencial priísta funcional a los tiempos salinistas… y al propio Salinas.

Así, Salinas va a querer convertir el 2012 en el 1994 de su descontento. Es decir, establecer una nueva continuidad histórica en su proyecto político transexenal, luego de las equivocaciones en las candidaturas de Luis Donaldo Colosio, Ernesto Zedillo y Vicente Fox: el primero abandonó los compromisos con el neoliberalismo para regresar al viejo PRI, el segundo rompió para evitar la complicidad de la sangre de Lomas Taurinas y el tercero desoyó a Salinas convirtió su frivolidad en su razón de ser.

Salinas es un hombre de poder. Sabe que los liderazgos priístas son débiles, se anulan entre sí, carecen de una propuesta estratégica, tienen el chip de la disciplina presidencialista y sólo responden a pequeñas parcelas de poder. El poder ex presidencial de Salinas sobre el PRI en la oposición es casi similar al poder presidencial desde Los Pinos. Y si a ello se agrega la proclividad de Salinas de jugar con audacia extrema, con la capacidad de un sobreviviente y la conciencia de un superhombre nietzschiano en su eterno retorno, entonces es posible explicar la facilidad con la que Salinas logró imponer a Rojas Gutiérrez como el jefe de la bancada priísta en la nueva cámara y tomar el control político del PRI.

Lo malo para el PRI es que el 1993 fue el principio del 1994. Y que el juego audaz de Salinas suele conducir a la ruptura de la estabilidad política. Y que además el 1993-1994 tiene asignaturas pendientes en el PRI. A pesar de ser un hombre nietzschiano, Salinas ha sido incapaz de ponerle límites a su voluntad de poder. Pero como hombre audaz, Salinas juega siempre su resto. Y por eso puede repetir con Nietzsche: “curvo es el sendero de la eternidad”.



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