Narcotráfico: El desafío
Porqué el asesinato
de Rodolfo Torre
CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
No por esperado, el aviso del crimen organizado dejó de tener un efecto impactante en las sociedades civil y política. Como siempre ocurre, se trata del asesinato de una personalidad ajena a las complicidades. El candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas traía en la agenda la decisión de parar en seco a las bandas del narcotráfico, pero cayó abatido antes inclusive de las elecciones.
Los apasionamientos políticos no deben obnubilar la capacidad de razonamiento. El crimen del doctor Rodolfo Torre Cantú obedeció a una lógica local, de cambio de gobierno y de exigencia criminal de una revalidación de compromisos. Tamaulipas se ha convertido, por efecto de la pasividad social local, del desentendimiento de las autoridades estatales, de la complicidad municipal y de la ausencia de una estrategia federal, en la capital del narcotráfico.
Así, Tamaulipas apareció en el escenario nacional como un símbolo de la descomposición política y de la imprevisión gubernamental en los tres niveles. Y ante el desafío del crimen organizado, la respuesta oficial fue parcial, distante en lo local, sin orden en lo nacional. Pero la clave del problema debe asumirse como un asunto local: los gobiernos estatales y municipales permitieron la consolidación de la fuerza del crimen organizado y endosaron el problema a la federación y ésta poco pudo hacer sin la colaboración regional.
Ahora quiere taparse el pozo después del niño ahogado. A lo largo de los últimos años se conocieron informaciones de policías estatales y municipales asociados al narcotráfico, pero sin la decisión local de limpiar los establos. Las fuerzas federales poco han podido hacer sin la colaboración de la sociedad tamaulipeca, de alguna manera azuzada para pedir la salida del estado de la policía y del ejército.
En Tamaulipas ha habido marchas callejeras contra el ejército, en una alianza insólita entre sociedad y narco. Lo mismo ocurre en Ciudad Juárez. Al correo del columnista han llegado mensajes de ciudadanos juarenses diciendo que para ellos es preferible convivir con narcos que con un sistema de seguridad pública federal. Contra esa definición de la sociedad es difícil lidiar. Y menos aún operar. Pero lo que queda por aclarar es el comportamiento social, quizá porque el crimen organizado se ha enraizado en la comunidad.
Tamaulipas fue el aviso que nunca debió de haberse dado. Pero llegó. Y ahora hay que lidiar. Lo malo es que la sociedad atraviesa por un largo periodo de descomposición interna. Parece mentira qu e el problema del narcotráfico estalló como crimen público en 1984 del columnista Manuel Buendía y hoy esté magnificado, un cuarto de siglo después, por un narcotráfico como el problema número uno de seguridad pública, seguridad nacional, convivencia social y estabilidad política.
La sociedad mexicana exige decisiones de fondo, serias, articuladas. El ejército cumple su función. Por tanto, el problema está en el diseño de políticas públicas. Y ahí el gobierno federal ha fallado. Y el gobierno estatal debe cargar con su parte de responsabilidad. El verdadero desafío del crimen organizado no está en la violencia, sino en el fracaso del Estado.
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