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México y el mundo
en crisis
Lo prolijo de la información que está generando el mundo y el propio país nos conduce a un escenario complejo, crítico y de una celeridad cuyo vértigo nos deja al borde del pasmo: Medio Oriente y el intervencionismo norteamericano, con sus estrategias repetitivas y agresivas, no sólo para cambiar el mapa geográfico sino para sacar del atolladero a una potencia que se ha metido por sí misma siempre en función de sus enormes intereses económicos, militares y colonialistas; el campo financiero mundial, tiene, por su gravedad, fuertes repercusiones tanto en las grandes potencias como en las naciones en vías de desarrollo, gracias a un neoliberalismo rampante que ha tenido un estrepitoso fracaso en sus políticas y resultado. No por nada el movimiento de los llamados indignados se ha esparcido por todo el orbe.
Y México, una nación en conflicto interno con ramificaciones en el exterior, especialmente con su incómodo y prepotente vecino, Estados Unidos, quien a fin de cuentas seguirá interviniendo en las decisiones torales como el comercio, las finanzas y la violencia generada por la lucha emprendida, sin estrategias de parte del gobierno calderonista, contra el crimen organizado y el narcotráfico, uno de los más jugosos negocios mundiales en donde la unión americana es, también, el principal consumidor y operador del trasiego de estupefacientes, padece el mismo cáncer. Por ello, como apuntábamos líneas antes, el panorama es complicado y de una delicadeza extrema que nos obliga, a todos sin excepción, a seguir con detenimiento, momento a momento, la evolución de todas estas acciones que están desdibujando una época y redefiniendo un opaco futuro que no se avizora nada alentador. Todos estamos en este juego mundial y nadie escapa a los efectos de la dinámica actual.
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