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Edición 275
Escrito por REDACCION   
Miércoles, 25 de Enero de 2012 15:36

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ITINERARIO 2012

Falta que corra mucha sangre bajo los

puentes antes de Presidente habemus

Aunque sus respetables y desinteresadas encuestadoras ya le han fajado la banda presidencial, el mexiquense Enrique Peña Nieto sabe -o, dicho con mayor propiedad, debería saber- que los votos que cuentan para el 1 de julio, aunque no los cuente el IFE porque esos electores no poseen credencial del RFE, no se emiten en México. Por eso resulta de elemental lógica que el abanderado del PRI se haya placeado en Davos, Suiza, para cabildear el padrinazgo del Club de los Ricos que ha probado su eficacia mandona en el quita-pon de mandatarios europeos, haciendo de los electorados nacionales una mera abstracción.

Peña Nieto, sin embargo, no contaba con la astucia del chapulín azul Felipe Calderón Hinojosa que, al ser designado por el Foro Económico Mundial estadista global, adquiere un plus que, aun de hojalata, le lubrica las meninges en el delirio de permanencia transexenal, según lo propone el peninsular Antonio Sola, quien juega su carta alternativa asesorando a Josefina Vázquez Mota, a la que no podrá recomendarle el uso del slogan “peligro para México” pues, según conspicuos panistas, lo plagió para endosarlo con la etiqueta de propagada negra al actual presidente designado. (El FEMd. descartó la candidatura de Barack Obama porque le falta todavía un buen tramo para alcanzar los más 60 mil muertos en el quinquenio de Calderón.)

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El recurso que todavía le queda a Peña Nieto, es arrancarle el secreto a Ernesto Zedillo Ponce de León (presente también en las heladas cumbres de Suiza) sobre cómo hizo los amarres con los operarios de los órganos electorales para armar la alternancia de 2000 y meter al PAN a Los Pinos. Si lo logra, el siguiente paso del egregio egresado de la Universidad Panamericana, sería mover los resortes del Opus Dei para recibir en marzo la eucaristía electoral de manos del inminente visitante Benedicto XVI, anticipándose a la devota Vázquez Mota, quien tiene la ventaja de que se habla de tu con Dios y le pide favores.

Como se ve, todavía falta, literalmente, que corra mucha sangre bajo los puentes antes de que, el 2 de julio, el cielo mexicano se ilumine con la proclamación de Elba Esther Gordillo Morales de Presidente habemus, como lo hizo antes que el IFE y el Trife en 2006.

Mito genial de las encuestas

Aun cuando faltan ajustes en el Registro Federal de Electores (eliminación de credenciales con terminación 03, defunciones, sentenciados por juez, etcétera), ya se sabe que existen en México más de 80 millones de mexicanos credencializados, si bien el listado final podría quedar en algo más de 78 millones 200 mil. No es corta la nómina de Estados miembros de la ONU que están muy lejos de alcanzar ese indicador poblacional, ni siguiera sumando a varios de ellos.

No obstante ese universo de potenciales votantes, agencias de encuestas se acogen a la liberalidad de la ley o la transgreden si tal existiera, para tratar de convencer a los ingenuos de que la supuesta visita domiciliaria, el abordaje callejero o la consulta telefónica a 500, mil o dos mil individuos, refleja los sentimientos de la Nación. Así lo hacen ex burócratas desempleados, militantes partidistas embozados, empleados secretos de cadenas televisivas, que luego aparecen en pantalla, no para explicar las técnicas y normas científicas aplicadas a los sondeos de opinión (pues algunos no saben ni siquiera discernir el concepto de metodología), sino disfrazados de politólogos, remedos de Sartori, verdaderos domines que, en materia de Teoría del Estado, de Teoría Constitucional o de los más simples manuales de Ciencias Políticas y Soci9ales no conocen ni la O por lo redondo. Pero sus productos sirven a algunos intelectuales orgánicos para continuar con sus estribillos babeantes de 2006 contra la candidatura de izquierda, a Josefina Vázquez Mota para anunciarse ya como candidata sin necesidad de llegar al 5 de febrero y a los publicistas de Peña Nieto para preguntarse si de veras es preciso gastar dinero en el proceso de 1 de julio.

Por atenerse a ese fraude mercadotécnico, cayeron en su momento el priista Francisco Labastida Ochoa, el perredista Andrés Manuel López Obrador (al que el IFE y el Trife le dieron el empujón final) y el panista Santiago Creel Miranda en las internas de su partido hace seis años. Tope en ello, los partidos y precandidatos se ofrecen como rehenes de esos métodos que sirven de coartada para conculcar la democracia interna de esas formaciones, dejando de lado y sin derechos a su membresía de base y eliminando aspirantes incómodos, que se agregan a los excluidos por la vía directa del dedazo.

Brutal ataque a IFE y Trife

Sirviendo de convenenciero ariete a los intereses de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (desplazada de la contratación discrecional de la publicidad electoral para las elecciones generales en marcha), el Partido Acción Nacional, y concretamente la Comisión de Elecciones a cargo de José Espina, ha lanzado una ofensiva brutal contra el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a cuyos consejeros y magistrados presentan como una amenaza a la Libertad de Expresión y una Espada de Damocles contra partidos y pre o candidatos.

El pretexto es si los aspirantes a la presidencia de México pueden debatir o no (en los medios electrónicos) al margen de la organización de esos encuentros que por ley corresponde al IFE, y hacerlo en aquellos medios interesados en escuchar las posiciones y propuestas de los beligerantes en los términos de de un ejercicio periodístico. El debate sobre los debates ha puesto a flote de qué están hechos algunos pusilánimes precandidatos. Josefina Vázquez Mota, por ejemplo, expresó vehementemente sus dudas jurídicas. ¿Quién que pretenda gobernar México puede tener duda de lo que prescriben la Constitución en materia electoral y el correspondiente Código Federal de Procedimientos y Procesos Electorales (Cofipe)? Pues un ignorante.

RAITINERARIO

En abono de Vázquez Mota debe señalarse que es Espina, con un discurso pueril y farragoso, el que ha sembrado el miedo con el pretexto de una sentencia del Trife referida al proceso electoral de Nayari de 2011. Magistrados, consejeros, especialistas en Derecho electoral de la academia, etcétera, han precisado que lo que se sanciona no es el debate -a lo que conduce la insidia de Espina-, sino que partidos, candidatos o terceros adquieran a cambio de pago tiempo en las estaciones de televisión o radio en que se difunden los debates. Y se le ha dicho hasta el cansancio a Espina que las invitaciones a debatir son a titulo gratuito y en función del interés periodístico. Pero no entiende el hombre. No es fácil ilustrar, menos convencer a un necio. Y pensar que de él depende la agenda de los precandidatos panistas.

Sabotaje a la participación electoral

Es cierto que, mientras se hinchen sus cuentas bancarias con dinero público, nadie cree que consejeros y magistrados electorales puedan caer en la paranoia. Pero, con independencia de los llamados a anular el voto el próximo 1 de julio, hay otros agentes “políticos” que -concédase que involuntariamente- no contribuyen a animar la participación en las urnas. Verbigracia: Con la fama pública que ensombrece la imagen de los legisladores, ¿es posible que alguien se entusiasme por elegir diputados federales que acaban por darse directivas como la del impresentable perredista Guadalupe Acosta Naranjo, quien, éste sí paranoico, acaba de salir con la jalada del espionaje a sus probos homólogos? Como si se requiriera de andar contratando plomeros para conocer vida y milagro de esa casta incorregible. Y para huir de las casillas electorales, basta con padecer sin defensa posible la incesante agresión auditiva y visual de los spots del Instituto Federal Electoral, del correspondiente al Distrito Federal y de la Fiscalía para Delitos Electorales de la PGR. Sus publicistas, por lo visto, llegaron tarde al reparto de materia gris. ¿No podrían concretarse los directivos de esos organismos a difundir con puntualidad y concisión las funciones que la Constitución y el código les asignan, sin contaminarlas de falacias que no se tragan ni sus familias? Misión imposible. (AGI).

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