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Ediciòn 288
Escrito por Enrique Pastor Cruz Carranza   
Miércoles, 15 de Agosto de 2012 12:15

A FUEGO LENTO
ENRIQUE PASTOR CRUZ CARRANZA
(Exclusivo para Voces del Periodista)


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EN MEMORIA DE
RUDECINDO CANTARELL

CAMPECHE:
Donde arranca el saqueo petrolero

Campeche


UNA JOYA MÁS DE NUESTRA REPÚBLICA mexicana es Campeche. Tierra de incontables leyendas  de piratas, magia en sus tradiciones  y actitud singular de sus habitantes, que hace del gentilicio campechano marca mundialmente registrada como sinónimo de camaradería, afecto, hermandad y solidaridad.

UN ESTADO CONFORMADO por 11 municipios,  que se caracterizan por su diversidad de actividades productivas, las tipologías de recursos  dados por la magnánima naturaleza y el sueño de despuntar, acorde a sus verdaderos potenciales de desarrollo.

Este es Campeche señores, la tierra del pregonero”, reza la estrofa de su casi himno de presentación ante el mundo, de la entidad donde la patria mexicana realiza desde hace más de tres décadas, la extracción de petróleo en un porcentaje superior al 80 por ciento de la producción nacional; pero que en reciprocidad  no se refleja esta riqueza en  infraestructura de elemental equidad.

¿Quién ignora  la ferviente actividad e importancia mundial que simbolizó el Palo de Tinte (Palo de Campeche) que  generó rutas comerciales marítimas vitales entre América y Europa?  Tanta riqueza llevó  a Diego Quijada a escribir al rey de España en 1565: “También ha dado a Vuestra Majestad noticia del Palos de tinte que descubrió Marcos de Ayala a quien por Cédula  se ha dado facultad para que se use de él, diez años. Hay de esto tanta cantidad que todas las costas provincias, Yucatán y en la de Tabasco y Nueva España que se pueden cargar cada año todas las carracas del mundo”.

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El descubrimiento de las anilinas por parte de Alemania, terminó en depredación a principios del siglo XX y generó la existencia de decenas de haciendas de explotación, llegando en 1896 a la producción record de 46 mil toneladas. Las maderas finas como el preciado cedro, caoba, chicozapote, jabín, granadillo, entre tantas, no escaparon, ni escapan del comercio remunerable y del contrabando institucionalizado.

Para la década de 1860 ,en uno de  tantos destierros y retornos de Antonio López de Santa Anna,  el joven intérprete del célebre apátrida  James Adams se mostraba fascinado por aquella goma-resina  y/o “chewing  gum” que ininterrumpidamente masticaba el citado general, también conocido como “Su Altísima”, goma que terminó probando y “descubrió” sus efectos para activar la salivación, teniendo el ingenio de agregarle sabor y de ahí, se nació la próspera empresa Adamns Chewing Gum Co., que, para 1914,  contaba con capital superior a los 10 millones de dólares y de ahí, también la Pensilvania Campeche Landand Lumber Co; Laguna Corporation ; Mexican Gulf Land nad Lumber Co.; Campeche Timberand Fruit Co; Campeche Developent Co, que tenían como propiedad privada cerca de 10 mil kilómetros cuadrados de selvas campechanas para explotar el providencial   árbol de Chicozapote.

Cabe señalar, que si bien sus inicios para la  industrialización fueron  en Tuxpan Veracruz, la plataforma de explotación del chicle, se realizó en el Estado de Campeche.

Solamente para tener datos de su importancia, de 1930 a 1942 la Aduana de Campeche manejó 13.9925.000 kilos  de látex, mientras que la del Carmen  8.715 .000 kilos, según registros oficializados. Para 1939 a 1943, la producción chiclera representó el 60  por ciento del presupuesto actual, al extremo que la Ley de Hacienda  vigente de 1895 consideró de manera especial su explotación. Los avances científicos y sus invenciones, volvieron a jugarle una mala pasada a esta actividad con un recurso campechano renovable, al declinar su importancia, con la sustitución del producto original, con sintéticos.

Esta entidad no solamente cuenta con leyendas de osados corsarios al servicio de las monarquías europeas y piratas que podríamos colocar en los casilleros de “independientes”, por trabajar para su propio beneficio y tripulación, sino también de una extraña magia de cumplir ciclos de bonanzas espectaculares, declinaciones devastadoras y nuevos amaneceres promisorios,  cual  milagro de alegoría  y certidumbre de vigencia por -simplemente- decir; ¡Este es Campeche señores!.

Del mar surgió un nuevo milagro

Las costas de Campeche, caracterizadas por su amplia diversidad de especies marinas, significaron siempre el manjar en la mesa que paliara y nutriera a su gente, donde tener hambre no existía en el vocabulario de sus habitantes. Una nueva  fábula de riquezas se cristalizaba en la cotidianidad de los campechanos y la visión empresarial allende de nuestras fronteras.

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Narra en sus apuntes Roberto Bolívar Cetina que fue en 1937 que el barco de bandera japonesa  Sapporo Maru, fondeó frente a la Barra de Isla Aguada. La  Guerra Mundial, no solamente traía esta embarcación nipona, sino también la instalación de la Base Aérea Norteamericana  en Isla Del Carmen para “proteger” la zona, con antecedentes de tener los mantos petrolíferos más ricos, hoy confirmados.

Esos científicos marinos “descubrieron” el camarón blanco, rosado y café, que de inmediato atrajo múltiples empresas norteamericanas para su aprovechamiento y exportación al mercado internacional en 1948, para que los siguientes 35 años se viera una industria aprovechando este recurso renovable.

En 1970 se tenían registradas unas 800 embarcaciones con capacidad de captura de entre tres y 50 toneladas de camarón por viaje que duraba un promedio de 20 días, que se procesaban en un total de 22 congeladoras, con cuatro astilleros para la construcción y mantenimiento de barcos, lo mismo de madera que de metal, escuelas de práctica de pesca, teniendo dos características de trabajo dentro de la industria. Por medio del sector social o cooperativista y del  sector libre o empresarial.

Toda esta región se llenó de solvencia económica y progreso, con la exportación de millones de toneladas, al extremo que los propios lugareños dedicados a la actividad pesquera se dieron el lujo de implementarse  un impuesto para tener su Universidad Autónoma del Carmen (UNACAR) que con la picardía característica de los isleños, decían: “es hija legítima del camarón”,  para que sus hijos lograran una educación superior en su propia Isla.

La bonanza fue una realidad, hasta que, sin la mínima visión de programar su impacto y los daños que ello generaría, en 1974  apareció en las aguas del Golfo de Campeche, la plataforma flotante Reforma para iniciar trabajos de exploración en aguas someras, incrementando su actividad, cuando el nuevo Director de Pemex Jorge Díaz Serrano, siguiendo las instrucciones del presidente  José López Portillo, quien apostó todo su proyecto a la industria petrolera, veía en el éxito de la misión un horizonte promisorio para su carrera política, que terminó con hechos tristes de lealtad y traición. La prioridad global exigía romper el control de precios que la OPEP mantenía contra el principal consumidor mundial, los Estados Unidos.

De golpe la industria pesquera, siendo una actividad productiva renovable, se constituía en escollo del requerimiento geoestratégico  energético de Norteamérica.

El sospechoso accidente del IXTOC-1, que reventó el 3 de junio  de 1979 y que después de casi diez meses vertió  3.3 millones de barriles al mar. El siniestro recibió atención con especialistas de dudosa probidad y químicos como el diluyente de alta peligrosidad y contaminante denominado Corexit 9527, al que la Enviromental Protection Agency (EPA) declaró como altamente contaminante y dañino en los glóbulos rojos, riñones e hígado humanos. El científico Charly Pajor, vocero de NALCO asegura que el Corexit , mezclado con el agua de mar es más toxico para la vida humana.

Esas acciones resultaron  un golpe mortal para la pesca del camarón. El jefe del Departamento de Pesca, Fernando Rafull Miguel (nativo de Campeche) auspició quiebra del Banco Nacional de Desarrollo Portuario y Pesquero (Banpesca) BANPESCA, cuyos  expedientes sepultos revelan una de las más perversas acciones del gobierno federal contra una actividad productiva sacrificada, por darle auge a otra no renovable, como es la petrolera.

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Solamente para echar a volar la memoria, recordaremos que de 1982 a 1988, Banpesca sufrió desfalcos por 45 mil millones de pesos, que se convierten en ridícula suma si se compara con los 400 mil millones de pesos que diversos empresarios, como el caso del dueño de Flota Pesquera Mexicana Isidoro Rodríguez Ruiz, saquearon al banco.

Cabe puntualizar, que toda esta vasta contaminación, se escondió bajo las alfombras del gobierno federal, y los pescadores afectados nunca recibieron ninguna indemnización, como tampoco se tiene datos del incremento de enfermedades  en la población que podría haber generado el letal Corexit 9527.

Después de procurar el toque mitológico y  cargado de frivolidad a la inquietud y perseverancia  del pescador Rudesindo Cantarell,  quien recibiera como “gratificación vitalicia no hereditaria” por su colosal descubrimiento, la concesión de venta semanal a granel de un tambor de 200 litros  de diáfano para quinqués  y anafres de carbón, muriera irónicamente de inoportuna  atención médica  a un infarto, por falta de gasolina a la ambulancia que debió trasladarlo de Isla Aguada al  Carmen.

Para 1979 se produjeron los primeros barriles de petróleo del denominado Complejo Cantarell que, hacia diciembre ya alcanzaba la cifra de 239 mil barriles diarios. Según datos de Wikipedia. Org/wiki/campeche, el efecto de esta zona de producción se pudo  sentir en el concierto internacional  de golpe, con las siguientes cifras de producción diaria en el país: De producir 748 mil barriles diarios en la década de los setentas, el promedio de producción creció hasta alcanzar 2.5 millones de barriles diarios en los ochentas. 2.8 millones de barriles en la década de los noventas  y 3.2 millones en el periodo 2000-2007.

Los juegos para desmantelar y privatizar Pemex  en acto involutivo que diera origen al Partido Acción Nacional ahora  gobernante, condujeron a algunos hechos extraños de inyección de nitrógeno al Manto Cantarell y los anuncios catastrofistas de Felipe Calderón Hinojosa, de estar en plena decadencia el complejo y de estar con las mínimas reservas probadas, probables y posibles, poniendo como una salvación  “reformas estructurales” para después salir, cual epopeya similar a la de José López Portillo, en busca del “tesorito escondido en el fondo del mar”, sin dejar de operar una campañita de las castrantes apologías de sus publicistas predilectos.

Hoy Campeche sigue viviendo su extraña maldición de ser vital para la viabilidad y éxitos financieros nacionales e internacionales, pero sin lograr los avances que, por rebote, debieran estar cristalizados. Es Tierra de Sueños, alegorías,  fantasías, esperanza y hacienda fértil para que las quimeras de muchos se realicen, por encima de las expectativas naturales de sus habitantes, siempre fieles, liberales y heroicos patriotas  con  la Federación y siempre olvidados, despreciados y ofendidos con sus mentiras, complicidades de rapiña y destrucción   por este centralismo sin pudor; por esta Suave pero ingrata patria mexicana. Mucho camino falta por transcurrir en la actividad energética del crudo, aunque hoy sus enormes reservas en la Biosfera de Calakmul, los colosales bancos de yeso, sin dejar de resaltar las amplias zonas de manglares y la biodiversidad de su fauna y flora.

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Sus vestigios arqueológicos y los tesoros hidráulicos que forman sus ríos, cenotes, lagunas y norias están siendo clasificadas para el nuevo asalto de sus potencialidades. Las bellezas naturales de sus costas y playas, son atractivos de presuntos inversionistas que buscan disfrutar y obtener beneficios en la Industria  sin Chimeneas que es el Turismo. Ciudad Capital que en su primer cuadro amurallado, encierra mitos, leyendas de ataques corsarios y bonanza de la denominada “Grandeza de Campeche”, mientras el tiempo  deja cicatrices visibles  e invisibles de la rapiña y huellas en el alma de una entidad que no se resigna a seguir en la maldición del  desarrollo que por corresponsabilidad merece.

¡No es un lamento  o lloriqueo  campechano!  Es un reclamo y grito de inconformidad. No puedo borrar de la memoria aquellas palabras del maestro y doctor Alfredo Jalife-Rahme, cuando nos advirtió no hace mucho: “Nadie va  venir  a hacer por ustedes, lo que  les corresponde hacer a los propios campechanos”.



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