Aproximadamente a 50 minutos de la capital potosina se localiza Armadillo de los Infante, el pueblo que antiguamente llevó el nombre de “Valle de la Visitación de María Santísima a Santa Isabel de los Armadillos” y fue fundado alrededor del año 1600, cuando una primitiva iglesia fue construida para evangelizar a la población local. 80 años después se inició la construcción de haciendas y para 1812 la villa ya se había convertido en un importante punto de lucha durante la Independencia.
En 1815 comenzó a funcionar la imprenta de don Alejo Infante y sus hijos, de donde viene el actual nombre de la ciudad. Los primeros Infante posiblemente llegaron en 1650. Sin embargo, los primeros años del siglo XIX, cuando los hermanos infante trajeron a Armadillo lo que sería la primera imprenta en el territorio potosino y la sexta de la Nueva España. La familia de don Alejo Infante estaba formada por sus José María, José Tomás y Trinidad, quienes fueron los primeros impresores y grabadores de la intendencia de San Luis Potosí. José María y Trinidad Infante hicieron ensayos e instalaron la imprenta que inició funciones en 1805. Ellos mismo construían los tipos, formaban las plantas o barras; e imprimían a pulso nombres de personas para tarjetas o indicaciones, membretes y documentos de oficina o de iglesia. Se dice que las imprentas de aquella época se convirtieron en leña, sin haberse guardado alguna de ellas como testimonio.
Armadillo de los Infantes es un pueblo donde quizá se detuvo el tiempo, sus casas de estilo colonial hacen un bello contraste con sus calles empedradas, sus habitantes disfrutan del ambiente de tranquilidad que comparten con los viajeros que gustan de este tipo de estilo de vida. Entre un espacio de bosque, se ubica el restaurante de Armadillo Mágico en la que sus propietarios hicieron una adaptación campestre de tipo español y se confirma con el arte culinario que incluye en su menú las tapas, paella con un maridaje de excelentes vinos.
Hotel Museo Palacio San Agustín
Viajar por San Luis Potosí es la entrada a un pasado histórico que dejó huella a través de su arquitectura colonial distribuida en diversas plazas, edificios y monumentos. Uno de estos es el Palacio de San Agustín que además de dar servicio como hotel, es todo un verdadero museo. Desde la recepción hasta la terraza se observa el mobiliario que evoca el estilo de vida que se practicó hace dos o tres siglos en la Nueva España. Actualmente, este edificio es considerado como el primer hotel museo de América Latina. Al subir por las escaleras hacia las habitaciones, se respira el aroma que emite la madera de cada uno de sus muebles que forman parte de una bella decoración, una fusión donde la estancia se hace totalmente agradable de gran personalidad por sus características realmente refinadas. El Palacio de San Agustín está ubicado en una histórica mansión del Siglo XVII y fue restaurada por un grupo de empresarios potosinos. Originalmente la casona perteneció a la Orden de San Agustín, quienes la utilizaban para hospedar a los invitados distinguidos. Este hotel, hoy en día, ofrece a sus huéspedes la elegancia y la magia del pasado que logró conquistar las exigencias de uno de los cantantes españoles, me refiero a Julio Iglesias.
La estancia en San Luis Potosí es descubrir la formidable riqueza cultural, el encuentro de dos culturas. La imagen de sus templos, son el símbolo testimonial de la identidad española, indígena y mestiza. Hay que caminar despacio por la zona céntrica de la ciudad, detenerse en la majestuosa casa señorial, deleitarse con las refinadas fachadas neoclásicas, pasar por un pasillo subterráneo iluminado por velas que comunica hacia un estupendo comedor adornado de cantera.
La historia de esta importante residencia, es la expresión de la arquitectura civil del neoclásico potosino. Los antecedentes están basados como residencia de los monjes Agustinos.
Líneas arriba les mencioné acerca de los interiores de este hermoso palacio, donde también se puede observar la imaginación que tuvieron los agustinos al construir una escalera helicoidal que comunica a la azotea y esta conduce hacia el cielo donde un coro de ángeles los preparaba en una capilla en s ascensión. El secreto del funcionamiento que tiene la escalera es que no se siente el paso de los niveles hasta llegar al fin… el cielo. Este recorrido es el libre viaje a través del tiempo y el espacio. Es la fusión del pasado con el presente para esperar el futuro prominente en San Luis Potosí. Y hasta la próxima, ¡abur!
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