La vida siempre nos depara cosas interesantes que debemos disfrutar cuando son extraordinarias. Cada sitio o país se enorgullece de su pasado y presente cultural, de su historia moldeada en los museos, de su ambiente, de la arquitectura de cada una de sus edificaciones; del ambiente generado por los paisajes naturales para ofrecer asombrosas bellezas que los viajeros siempre saben apreciar.
La curiosidad es una necesidad del ser humano, este busca descubrir algo nuevo para compartirlo con sus semejantes al realizar profundos recorridos por diversas sendas. Es una actividad que se puede transformar en una adicción, es el preámbulo de la ampliación de los conocimientos que ofrece cada pueblo y al final nos damos cuenta que no existen los límites, porque siempre existe algo impresionante por conocer.
Ahora me encuentro en una de las capitales más importantes de Europa. Me refiero a Praga, capital de la República Checa, reconocida como una de las metrópolis más bellas del mundo, algunos le dan el apodo de la “Madre de las urbes”. Lo primero que se observa es la manifestación de su pasado arquitectónico en varios estilos, desde el gótico hasta el arte nuevo y el modernismo, los especialistas tomaron la decisión de incluir este historial para considerarlo Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Uno sucumbe al ver el encantador ambiente inconfundible de la capital checoslovaca donde también existe la diversión.
Al llegar a Praga, la amabilidad del taxista se expresa un su trato y en su conversación. Es el inicio de la amistad sobre todo cuando hace mención del Castillo de Praga, uno de los conjuntos arquitectónicos de este tipo más grande del mundo, el sitio donde vivió el escritor Franz Kafka de 1916 a 1917. Otro de los puntos es la Plaza de la Ciudad Vieja, la plaza más antigua de Praga que nació como el cruce de caminos comerciales europeos. Aquí domina el Ayuntamiento de la Ciudad Vieja por su estilo gótico y el famoso reloj astronómico cuya parte de atracción es el desfile mecánico de los doce apóstoles.
Lugares cercanos como la Ciudad Judía (Josefov) de Praga, es uno de los monumentos judíos más valiosos del mundo. Es una zona de irresistible influencia generada por el ambiente del viejo cementerio judío. Es importante visitar la Sinagoga Pinkas, el monumento a las víctimas del Holocausto cuyas paredes quedan cubiertas por los nombres de los judíos checos que perecieron durante la Segunda Guerra Mundial. Y hasta la próxima, ¡abur!
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