El vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, leyó la cartilla al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en un tono casi triunfal. Esto ocurrió el pasado 6 de enero, durante la visita del presidente de México, Enrique Peña Nieto, a su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama.
Cuatro cosas ordenó Biden a Videgaray:
1. Hacer de Norteamérica, la región económica más competitiva del mundo.
2. Convertir a América del Norte en el epicentro energético del planeta.
3. Concretar los acuerdos que faltan, antes de que acabe el mandato de Barack Obama.
4. Terminar con el burocratismo, que entorpece el desarrollo de las reformas.
Hay mucho de fondo, en lo anterior:
1. Si Norteamérica se convierte en la región más competitiva del mundo, no será para bien de la micro, pequeña y mediana empresa de México, que aporta el 70 de los empleos. ¿Cómo competirá frente a los corporativos trasnacionales, dueños de los grandes capitales y las más avanzadas tecnologías? ¿Cómo enfrentará "el reto", el campo mexicano, que está prácticamente desmantelado?
Cuando Biden habla de Norteamérica habla, principalmente de su país: los Estados Unidos de América y más específicamente, de la plutocracia que rige los destinos de los “americans”.
2. Hablar de convertir a Norteamérica en el epicentro energético del mundo es decir que el crudo mexicano potenciará los negocios de los magnates radicados del otro lado de nuestra frontera norte. Por eso tenían -y tienen- tanto interés en la reforma energética, promovida por el actual gobierno mexicano.
De entrada, ya se anunció que ambos países “intercambiarán” petróleo, y que la iniciativa surgió, nada más y nada menos, que de Petróleos Mexicanos. Esta sumisión, cada vez más deshonrosa, se acentúa cuando nuestro país enfrenta una drástica caída en los precios de su crudo de exportación debido, entre otras cosas, a la sobreproducción estadounidense.
En marzo del año pasado, el precio de la mezcla mexicana de exportación se cotizaba a 117 dólares, por barril. El viernes 9 de enero, cerró a 39.70 dólares por barril. Ellos lo desploman, y con ellos vamos a hacer trueque.
Con la Reforma Energética se entregó a los magnates radicados en Norteamérica el control de nuestros mejores yacimientos y la posibilidad de venir a refinar, con costos menores a los de Pemex, para así tronar a los gasolineros mexicanos, algunos de los cuales -hay que decirlo- no se significan por su honestidad y venden “litros” que no son de a litro.
La medida ordenada por Videgaray, de quitar el precio único, para sustituirlo por un precio máximo, apunta hacia eso.
Ahora, con el “intercambio” de petróleo, esos magnates -que se dicen de nacionalidad estadounidense- tendrán más hidrocarburo mexicano, de manera gratuita. Su habilidad para hacer negocios, por lo demás, está fuera de duda. Nos darán sobrantes y recibirán más cantidad de materia prima. (La Ética moral no está en el manual de procedimientos, de éstos y de aquéllos)
3. La prisa en lograr acuerdos, es para beneficiar al Partido Demócrata, en la próxima elección presidencial del 2018.
4. La condena al burocratismo debe entenderse de la siguiente manera: "Videgaray: acelera las reformas. Nos urge hacernos más ricos con tu petróleo." (Bueno: con el petróleo de México).
El factor Videgaray
El secretario de Hacienda, por su parte, sabe que de la reunión del pasado 6 de enero -y sobre todo, de sus resultados- dependen, en mucho, sus aspiraciones presidenciales.
Si consigue lo que le ordenan, y si los demócratas siguen en la Casa Blanca, es más probable que él sea el próximo Presidente de México.
Así de importante, para bien o para mal, es lo que sucedió en la reunión del Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN), en Washington. Reunión que opacó, por mucho, a la que sostuvieron Peña y Obama en la Oficina Oval de la Casa Blanca.
El padrinazgo de Estados Unidos no esconde, sin embargo, el doblez que caracteriza al actual secretario de Hacienda.
El gobierno federal aseguró que en el 2015 sólo aplicaría un aumento a las gasolinas y el diésel, por lo que terminaría con los gasolinazos mensuales, inventados por los presidentes panistas. Su discurso oscuro, lleno de tecnicismos, asoció, sin embargo, el pretendido gasolinazo único al comportamiento de la inflación.
Llegado el 2015, de inmediato aplicó el incremento. Y luego, publicó un acuerdo (el 016/2014), en el Diario Oficial de la Federación, para abrir la posibilidad de aplicar más gasolinazos a lo largo del año que apenas empieza.
Navidad amarga
De manera mañosa, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso (“Ministro de Finanzas” y “Pensador Global”, del 2014), determinó el 24 de diciembre pasado -cual amargo regalo de Navidad, para los mexicanos- que el incremento aplicado a las gasolinas y el diésel, en enero de 2015, “es inferior a la meta establecida para la inflación esperada de nuestro país para el próximo año prevista por el Banco de México, lo que beneficiará a los hogares mexicanos”. (Las citas respetan la defectuosa puntuación del documento publicado por la SHCP, en el Diario Oficial de la Federación)
En el mismo documento señala, sin embargo, “que para establecer los precios máximos al público de las gasolinas y del diésel para el ejercicio fiscal de 2015, se estima que se deben tomar como referencia los precios al público vigentes al 31 de diciembre de 2014, con la finalidad de no afectar negativamente las finanzas públicas ni las de Petróleos Mexicanos”.
Por ello, “es decisión del Ejecutivo Federal que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público sea la encargada de prever los ajustes de forma congruente con la inflación esperada de la economía, así como en el caso de que los precios internacionales de las gasolinas Pemex Magna y Pemex Premium, y el Diésel experimenten alta volatilidad, por lo que establecerá los mecanismos para ajustar al alza los incrementos de los citados precios, de manera consistente con la evolución del mercado internacional, debiendo recabar previamente la opinión de la Secretaría de Energía”.
Todo ese galimatías fue para decir que sólo se aplicará un gasolinazo en el 2015; pero -de ser necesario- vendrán más.
Otra contradicción
Luego, el mismísimo 1 de enero, Videgaray aseguró que no habrá más gasolinazos, y puede ser que lo cumpla. Lo que se pretende recalcar, en este artículo periodístico, es el discurso doble que utiliza en México (para su beneficio político personal), y el discurso unilateral sumiso con que se conduce ante los poderosos del norte.
Si Luis Videgaray Caso llega a la Presidencia de la República, en el 2018, ya sabemos que sería “peor de lo mismo”.
@JorgeSantaCruz1
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