Ahora se habla de los binomios de lujo en la literatura. Otra novela de Harper Lee saca a la luz grandes alianzas secretas, porque muchas veces han sido conflictivas; otras, cómplices, entre autores y editores que han dado obras maestras.
Y es verdad que en el reino del NO abundan ¿aliados/enemigos que van de amigos?, ¿profesionales o manipuladores usurpadores?, o ¿dioses en las sombras o demonios? Sé que la ruptura del silencio de Harper Lee con la edición de Vé y pon un centinela, la novela perdida de la cual salió Matar un ruiseñor, no solo permite acceder al corazón genuino de una obra, sino que hace brillar el territorio de los noes literarios reconvertidos en alianzas secretas entre brillantes escritores y editores que a veces ofrecen obras maestras o extraordinarios libros.
Scott Fitzgerald y Thomas Wolfe con Maxquell Perkins; T. Eliot con Ezra Pound; Harper Lee con Tay Hohoff; Raymond Carver con Gordon Lish; J.K. Rowling (Los libros de Harry Potter) o J.R. R. Tolkine (Señor de los Anillos); Pablo Neruda con Gabriela Mistral e Isabel Allende; Juan Rulfo (Pedro Páramo (El llano en llamas) y Octavio Paz (El Laberinto de la Soledad) con Carlos Fuentes; o bien Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Para los verdaderos críticos o para ávidos lectores de literatura o bien para este columnista, todos los mencionados escritores que son –o eran-- en sí mismos una novela. Me refiero a una apasionada relación de intereses intensa que se convirtió en un combate de seducción por varias partes, donde cada quien defendía lo suyo y trataba de convencer al otro, o a los mismos lectores. ¡Los más vendidos de la historia, La Biblia, Harry Potter, Citas del Presidente Mao—Tse—Tung; Código da Vinci, El Principito, In His Steps (Discursos sobre dilemas y cómo usar la Biblia en el día a día); El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (El trabajo literario más perfecto de la época); Diario de Ana Frank; El Alquimista (Paolo Coello), El Perfume, Cien Años de Soledad, etcétera!
Si, como se señala con licencia poética, el primer soplo de inspiración lo dan los ¿dioses? Y el autor de Prometeo, el impulso final del libro es trabajo de editores finos y observadores sumando con sus consejos (lo que ahora llaman coaching), sugerencias o reorientaciones de toda clase: desde el título hasta una coma, pasando por recorte de páginas o escenas; y reestructuración, eliminación o potenciación de personajes plurales, enfoques, argumentos o visiones para novelas de ciencia ficción.
Faulkner y Lowry y sus silencios (¿?)
Y si recordamos el caso de William Faulkner con su tercera novela tiene –of course-- un doble resultado, apunta Javier Aparicio, que señaló que el libro Flags in the Dust (1927), la novela que trató de publicar con Horace Liveright, el editor que le había sacado sus dos primeros libros y que la rechazó, al igual que otros 11 sellos. Su agente Ben Wasson le envió el original “a la desesperada” al editor Harrison Snmith de Harcourt Place, cuyo director Alfred Harcourt aceptó editar la novela a condición de que Smith y su team hicieran una edición intensa. Tras suprimir unas 40.000 palabras, alterar algunos pasajes y modificar planteamientos/estrategias, nació una versión abreviada que titularon Sartoris, en 1929. Mientras todo aquello sucedía, Faulkner trataba de reponerse a ese desdén y empezó a escribir la que sería una obra maestra del siglo XX: El ruido y la furia.
Un autor que no hizo caso a su editor, y con éxito, fue Malcolm Lowry con Bajo el volcán, nos hizo recordar Valerie Miles, escritora, editora y directora de Granta en castellano. Y Lowry lo hizo público en una célebre carta de 40 páginas donde explicaba por qué no seguía las indicaciones de Jonathan Cape.
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