ITINERARIO 2018
Catecismo
para tiranos remisos
Abraham García Ibarra
EN LA MUY REVUELTA y enfangada realidad mexicana, hay horas en que uno se ve tentado a convocar el ánima de Dante para que nos auxilie en la descripción de eso que se autodenomina clase política y nos precise en cuál de sus círculos infernales la refundimos.
No apelamos a Kafka porque seguramente, no por falta de dominio del español, sino por los galimatías que se nos ofrecen como discurso público, le resultaría imposible entender su significante y su significado; si los tuviera en esta era del spot.
La tentación es consultar a La Chimoltrufia, experta en el grotesco equilibrio: Así como digo una cosa, digo la otra. Pasamos: Hay que ponerse serios.
Nos quedamos con nuestro maese de cabecera, don José Ortega y Gasset: El método de la continuidad cultural (es) el único que puede evitar en la marcha de las cosas humanas ese aspecto patológico que hace de la historia una lucha ilustre y perene entre los paralíticos y los epilépticos.
Inmersos ya en el enlodado terreno de la sucesión presidencial de 2018, nos da pie para estas notas una exposición de Miguel Alemán Velasco ante el foro de octubre México Cumbre de Negocios, a saber:
Una democracia sin demócratas
“La reforma que falta en México es la del estado de derecho. Pero para que entendamos qué es eso, debemos darnos cuenta de qué es la democracia. Pero si ésta no cuenta con demócratas, entonces salen líderes como (Andrés Manuel) López Obrador, que empieza a utilizar las redes sociales y a la gente que no tiene trabajo para decir que va a cambiar eso o que va a hacer lo otro…” (Se respeta la sintaxis).
De lo que pueden extraerse dos conclusiones preliminares: 1) A la democracia mexicana le faltan demócratas, y 2) Si se respetaran los resultados electorales, el tabasqueño tendría asegurada fatalmente su victoria.
El ejército laboral de reserva cuenta con gruesas e inconformes divisiones de desempleados o subempleados que son la audiencia más buscada por el presidente del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Habla con conocimiento de causa
La de Alemán Velasco no es una voz cualquiera: Hijo del primer priista presidente de México, hombre fuerte que fue de Televisa cuando su ejecutivo mayor, Emilio Azcárraga Milmo, se autoproclamaba “soldado del presidente”, secretario de Finanzas del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y, en su momento gobernador de Veracruz, aspirante presidencial para 2000.
El empresario-político veracruzano alertó con miras al 18: El reto consiste en que los votantes opten por la oferta política que demuestre con evidencia que hay visión de Estado, metas viables, concretas y sustentables.
Dada su condición de priista, la piedra arrojada por Alemán Velasco cae como roca al blanco en el tejado del PRI. Y la cuestión subyacente en su mensaje, es si la caótica situación por la que atraviesa ahora mismo México es atribuible o no a la falta de visión de Estado.
Lo que resulta anticlimático en ese tipo de arengas es que -después de las usurpaciones del poder presidencial de 1988 y 2006 y las indagatorias de los patrocinios económicos a la campaña de 2012-, desde el PRI se pretenda hablar de democracia.
Para la sucesión presidencial de 1994, meses antes de que se conociera candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari convocó a una cena a conspicuos empresarios; un evento que los cronistas presentaron como “operación charolazo”, en la que se solicitó a los invitados donaciones para financiar la campaña tricolor en la que, a la postre, fue asesinado el candidato Luis Donaldo Colosio.
Para que entendamos qué es el estado de derecho, dijo Alemán Velasco, “debemos darnos cuenta de qué es la democracia…”
Lincoln dijo: Poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo
Cada quien su fuente de consulta. Para nosotros, puede ser el ateniense Pericles, pero preferimos la fatalidad geográfica: El 19 de noviembre de 1863, en Gettysburg, el presidente Abraham Lincoln quiso rendir homenaje en el Cementerio Nacional del Soldado a combatientes, expresó, por los principios de libertad e igualdad.
Lo dijo así quien antes, como representante ante el Congreso, condenó la guerra injusta de los Estados Unidos contra México -la del despojo: (Poder) del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Que “jamás perezca en la Tierra”, remató su breve discurso.
Ya entrados en gastos, del propio Lincoln otra máxima: El político se convierte en estadista cuando piensa en las futuras generaciones, no en las próximas elecciones.
El estado de las nuevas generaciones
Recientemente, en otros espacios, consignamos que, en la suma de muertes violentas registradas en lo que va del sexenio, el número de jóvenes sacrificados pasa de 30 mil; peor aún: Son ya ocho millones de ninis, la gran masa juvenil que no estudia ni trabaja por falta de oportunidades para construirse un futuro.
¿Piensan los gobernantes priistas en las futuras generaciones? Sospechamos que no: La “visión de Estado” de la que habla Alemán Velasco se reduce a la pugna por un botín de más de cinco billones de pesos sólo para 2018. Multiplicados por seis, conservados en los mismos términos cuantitativos, nos darían la apetitosa suma de 30 billones de pesos.
La “visión de Estado”, pues, es la alegre feria de los nuevos Cresos.
Alguna vez se habló en México de democracia sustancial
El punto en cuestión, es la aspiración democrática de los mexicanos. En cenáculos de la Academia, el tema se estudia ahora sólo para efectos de tesis de titulación en carreras de Ciencias Políticas o Sociales, particularmente.
Para la sedicente y autocomplaciente “clase política” -basta para comprobarlo la visita a las bibliotecas de los partidos (los que las tienen)-, no hay lectura, por ejemplo, de La democracia en México, aquel vasto y profundo aporte científico a la cultura nacional del doctor Pablo González Casanova de los años sesenta.
Uno se imagina la reacción de algunos de los rapaces usufructuarios de la partidocracia a la sola mención de la Sociología de la explotación. Sería una suerte de masoquismo que los priistas acometieran la hazaña de adentrarse en la obra del gran humanista que sigue siendo González Casanova: Su texto es un vivo retrato de los años de vino y rosas del Partido de la Revolución.
La clave de La democracia en México, es el empeño de su autor por conocer la Historia, especialmente la de nuestro país, a fin de extraer sus rendimientos social y políticamente perdurables, y denunciar las prevaricaciones de los detentadores del poder.
Para los nuevos próceres nativos, enfermos de arrogancia, las luchas sociales y sus productos, sustanciados en las Constituciones, no son más que mitos y dogmas que hay que expulsar de la literatura política y de la realidad mexicana. La memoria histórica es una morbosa anomalía que debe borrarse del imaginario popular.
El pronunciamiento de González Casanova es por una democracia efectiva. Sus discípulos la entendieron como democracia sustancial: Aquella que legisla para una sociedad de desiguales y tiene como fin no sólo buscar el voto electoral, sino traducirlo, en el ejercicio del poder político, en oportunidades de acceso al disfrute de los bienes comunes, producto del trabajo voluntaria y dignamente devengado.
Nada de privatizar las ganancias y socializar las perdidas.
Lincoln al revés: De los empresarios, por empresarios y para empresarios
La perversión de las tesis de González Casanova se condensó en un plagio retórico de gobernante brasileño (del general José Baptista de Figueiredo): La democracia sin adjetivos. Esto es, desembarazar al poder político de su imperativo y su misión fundamental de velar por el bien mayor: El del ser colectivo, el pueblo.
El zafio Vicente Fox, que suele digerir mal el inglés, invirtió radicalmente la proposición de Lincoln. Vomitó: Un gobierno de los empresarios, por los empresarios y para los empresarios.
En esas andamos en el séptimo sexenio de Estado neoliberal (y fallido), mientras el locuaz guanajuatense, se recrea -pensión vitalicia de por medio- en la producción de lideres compasivos en su San Cristóbal Center.
Cuando desde Washington se decretó la muerte de las ideologías y se proclamó el “fin de la historia”, precisamente con el arribo de Fox a Los Pinos aquí se dio por consumada la “transición democrática”. Hubo intelectuales incluso que anunciaron su fase superior: La Metapolítica, según la patentaron.
Democracia, plebiscito de todos los días
Sigue vigente, sin embargo, una oración de Ernest Renan (1882): La creación de una Nación es el plebiscito de todos los días. Ilustrados mexicanos parafrasearon en la segunda mitad del siglo XX: La democracia no se construye de una vez y para siempre. Es un plebiscito de todos los días. Es un proceso en permanente construcción; es la sociedad en ininterrumpida y militante acción.
Desde que Ernesto Zedillo Ponce de León -suplente de Luis Donaldo Colosio- declaró la restauración de la “normalidad democrática”, hubo publicistas despistados que lo tomaron a título de fe. Lo siguen tomando a titulo de verdad revelada.
Los priistas que ahora detentan el poder, adolecen de pereza mental. Si se sacudieran la modorra, podrían darle una breve lectura al pensador tuxpeño don Jesús Reyes Heroles, líder de veras del PRI:
Cultura y Política, una ecuación indivisible
Por el verbo, por la reflexión y por la decisión, el político del más alto rango procura moldear, valiéndose de ella hasta donde sea posible, una realidad rebelde, nada plástica, de conformidad con las ideas en que cree.
La cultura tiene un claro sentido político, pues, en cuanto no se entiende como yuxtaposición o hacinamiento de conocimientos, supone la búsqueda de perfeccionamiento, empezando por el propio y por lo tanto, implica perenne transformación y constante renovación, e impele a estar dentro de la sociedad en que se vive en una posición crítica, con el deseo de cambiarla o conservarla.
Cualquier obra cultural, por individual que sea, por mucho que agote una individualidad, la trasciende, adquiere sentido objetivo cuando los demás la aprecian, consumen o rechazan. (Don Jesús fue también secretario de Educación Pública. El encargo lo desempeña ahora el presidenciable Aurelio Nuño Mayer. Fragmentó esa secretaría, porque no tiene tiempo para la cultura, según confesó. Para esta disciplina, Enrique Peña Nieto creó oootra secretaría encargada del despacho).
El imperio de la plutocracia demagógica
A propósito de la obra de Reyes Heroles, preciso es dar siquiera un vistazo a su estudio-tesis (1944) Tendencias del Estado moderno y detenerse en el apartado en que analiza el Estado fascista.
Asistido con la consulta de diversos autores, entre ellos Pareto, Reyes Heroles cita el fenómeno tipificado como “circulación de las aristocracias”, del que deriva la conclusión de que la historia documenta la incesante repetición de minorías en el ejercicio del poder. Se identifica en este proceso el predominio de la plutocracia demagógica.
Al plantearse la correlación entre el fascismo italiano y el nacional-socialismo alemán, se encuentra el motor de sus motivaciones: El resentimiento. Este sentimiento mueve a clases que se sienten víctimas de su “desclasamiento” por la irrupción de nuevos actores en la competencia política y económica en medio de la crisis socioeconómica y emocional.
El escenario auspicioso es el caos y la tolerancia o la impotencia del Estado frente a la violenta subversión. La mecánica funcional que caracteriza al fascismo, nos resulta familiar en el México actual: Minorías-hordas aceleradas toman por asalto periódicos e instalaciones de partidos adversarios, incendian recintos obreros, rompen huelgas y atacan formaciones antagónicas, hasta lograr la implantación del partido único, aniquilando a los demás.
No son, dicho por nuestra parte a la luz de lo que ocurre ya en algunos enclaves europeos, trasplantes extralógicos. A mayor abundamiento, los gringos nos siguen viendo como su patio trasero, pero también ven a su presidente Donald Trump como rencarnación de Adolfo Hitler.
La literatura de corte castrense injerencista en los Estados Unidos tiene diseñada la Operación Azteca de ocupación territorial ¡Aguas!
Son consideraciones, las anteriores, que deben tomarse muy en serio cuando estamos a escasos meses de elecciones generales y un prominente miembro del establishment reconoce que, la de México, es una democracia sin demócratas.
Tenerlo en mente cuando empiecen a actuar aquellos que, alienados, quieran “vivir la vida peligrosamente”. (Benito Mussolini dixit). Es cuanto.
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