Triunfo de la izquierda
EL PRIMERO DE JULIO TRIUNFA electoralmente el partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), una corriente que, como señala José Pablo Martínez Gil en su ensayo realizado para el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIJUNAM) sobre la historia del mismo partido, ésta pertenece a la izquierda nacionalista, de ahí que uno de sus principios políticos es servir a México.
EL POPULISMO
Nueva estrategia en México para ganar una elección política
Carlos Montiel*
(Exclusivo para Voces del Periodista)
SURGE EL 9 DE JULIO de 2014 al ser aprobado por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) y queda como presidente del Consejo Nacional el creador del Movimiento, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien tuvo por objetivo ganar el poder de la silla presidencial en 2012. No obstante, al fallar en su intento proyectó esa lucha a estas elecciones del 2018.
Históricamente la estrategia dibujada por la izquierda para conquistar el poder político no la diseñó solo MORENA, también lo hizo el Partido de la Revolución Democrática (PRD) desde hace veintinueve años cuando se funda el 5 de mayo de 1989 con esas características ideológicas. Es aquí donde se configura inicialmente el intento por persuadir al electorado y obtener su voto.
Romper al PRI
Visto desde el marketing político su único objetivo fue romper con la hegemonía política del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que éste mantenía desde enero de 1946 y años atrás al ser fundado como Partido Nacional Revolucionario (PNR) por Plutarco Elías Calles el 4 de marzo de 1929, quien pretendió que el país se gobernara no por un hombre sino por instituciones.
De ahí que, para conservar su existencia, fue vital para la izquierda del PRD elegir al personaje correcto para contender políticamente como oposición al viejo régimen, siempre y cuando unificara a su fuerza a las distintas corrientes de izquierda presentes en ese periodo. Como resultado, integra al Partido Mexicano Socialista (PMS), el cual se encontraba integrado por otras siete fuerzas políticas: el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), el Partido Patriótico Revolucionario (PPR), el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), la Unión de la Izquierda Comunista (UIC), la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), y más tarde el Partido Socialista de los Trabajadores (PST).
En contraste, la izquierda no consiguió de forma inmediata el poder político, es el Partido Acción Nacional (PAN) con su lucha emprendida desde 1939 quien gana las elecciones federales del año 2000 y completa la aspiración de vencer al PRI, por cierto, misma fecha en que AMLO, ya militante del PRD, también es elegido Jefe de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México).
Mientras la victoria es celebrada por el PAN, la izquierda del PRD no abandona su ideología: “luchar por los grupos sociales que menos recursos tienen para desarrollarse y vivir en libertad”, según información publicada por el PRD en su sitio oficial de internet sobre la misión y visión del partido.
Por su parte, AMLO, persiste en alcanzar el poder presidencial y transcurren dieciocho años desde su cargo como jefe capitalino hasta estas elecciones políticas para que la izquierda consiguiera ser la opción más anhelada, así no solo vence al PRI y al PAN, además, obtiene 24 millones 127 mil 451 votos de acuerdo a los datos presentados oficialmente por el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) para Elecciones Federales 2018 del INE.
Con los datos anteriores se crea un cuadro parcial de la evolución de la izquierda en México hasta su llegada a la presidencia de la República con MORENA, pero para lograrlo es indispensable evidenciar cuál fue su estrategia maestra: el populismo, empleado en América Latina por distintos países con diferentes corrientes ideológicas para conseguir el voto.
Populismo como estrategia política
El objetivo principal del marketing político es persuadir al electorado a votar por determinado candidato y así ganar una campaña política. En la actualidad a nivel global, solo una minoría de los candidatos políticos rechazan este recurso para conseguir el triunfo. De ahí que, Estados Unidos y España, se mantienen como los dos países más avanzados en este tema, incluso en el ámbito académico, por consiguiente, este último resguarda importantes tesis doctorales para aprender a posicionar una marca o un personaje político, tal como la investigación realizada por María Hernández Herrate en la Universidad Complutense de Madrid, quien explica la importancia de “La comunicación no verbal en la proyección mediática de la imagen política…”
En México, en las elecciones 2018, los candidatos mexicanos compitieron por una elección popular (según el artículo 108 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, CPEUM, éste comprende los cargos de presidente de la República, diputados federales, senadores, gobernadores de los estados, diputados locales, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, presidentes municipales, regidores y síndicos). De entre los candidatos únicamente MORENA usó al populismo como estrategia de marketing político para generar su triunfo.
Para Horacio Cerutti Guldberg, especialista en filosofía política, el término populismo se encuentra en dos distintos fenómenos políticos, izquierda (con referencia a los progresistas) y derecha (los conservadores), empleado desde 1930 en América Latina por distintos países.
Entonces, ¿qué es el populismo? De acuerdo a Flavia Freidenberg, editora Asociada de Política & Relaciones Internacionales de Latin American Research Review de Latin American Studies Association (LASA), el populismo puede ser entendido o realizado como un discurso ideológico o una estrategia política (sobre esta forma, en líneas posteriores se da una definición más exacta). Para entender mejor cuál es el origen o fundamento de las prácticas realizadas por MORENA analicemos estas dos interpretaciones.
El discurso ideológico se caracteriza porque está diseñado y encaminado a la ruptura del orden político con la descalificación hacia “los otros” o al mencionar a las masas como “víctimas” del poder dominante, sin embargo, sus acciones no generan identidad política.
Como estrategia política, para el investigador sobre política en América Latina, Kurt Weyland, el populismo es “una estrategia política a través de la cual un líder personalista busca o ejerce el poder mediante el apoyo directo, sin intermediación y no institucionalizado de un gran número de seguidores que son principalmente desorganizados”. En ésta, el líder emplea diferentes recursos para conectarse con sus seguidores: elecciones, sondeos de opinión, referéndums, plebiscitos, mítines, caravanas y el carisma. Éste último recurso es quizá el más valioso para el pueblo, ya que identifican a su líder como un “hombre común” con el que se puede confiar.
Crisis de representación
Quizá, por eso a Flavia Freidenberg cuando habla sobre populismo le interesa abordar el tema de crisis de representación, para mencionar que, a los líderes populistas, entre ellos AMLO, les gusta justificar sus acciones, por eso siempre señalan la existencia de incapacidad de partidos, sean los que están en el poder o los tradicionales, para representar a los ciudadanos o refieren corrupción en los procesos electorales.
Lo anterior, es motivo para que los ciudadanos busquen nuevos liderazgos y caen en la “tentación” de seguir a populistas, por consiguiente, buscan castigar a los personajes políticos en turno que les han defraudado al no cumplir las demandas de la clase gobernada. Cuando el líder populista logra ese cambio de mentalidad, cambia su discurso al antipolítico, al de refundación o invita al cambio de las prácticas del sistema político.
Indiscutiblemente, desde el análisis académico y no solo político, se puede sustentar que AMLO ha basado su proyecto de nación en un marketing político el cual consiste en conquistar votos a base de utilizar el populismo como estrategia y no como corriente ideológica, si esto así se hiciera este análisis tendería a examinar no solo al PRD o a MORENA, sino además al PAN en México con la campaña realizada por Ricardo Anaya Cortés.
Para terminar, es necesario mencionar que el líder populista también emplea como herramienta para asegurar los votos a la crisis de representación o la debilidad institucional. AMLO identificó hace doce años que ese debía ser el camino, por eso decide convertirse en el líder que libertaría al pueblo de toda opresión, por ello, su discurso inicial fue señalar directamente a cualquier institución, programa social o personaje político o privado como miembro de la “mafia del poder”.
Aunque la impunidad, la corrupción y el hartazgo social, fueron elementos adicionales usados por AMLO para diseñar su fórmula para el triunfo, un elemento más lo convierte en el “hombre común” que anhelaba la ciudadanía: la honestidad. Por tanto, constantemente hizo hincapié en su nueva forma de gobierno en donde no habría tolerancia para administraciones de políticos corruptos, tal como se vio que hubo en los inicios de la administración del actual presidente de la República Mexicana, Enrique Peña Nieto, con la existencia del “Grupo de los Virreyes”, una especie de club de gobernadores priistas quienes sentían poseer el poder total para gobernar a capricho en sus estados. La impunidad estaba completa, el primero de diciembre de 2012 junto a los gobernadores, Peña Nieto tiene una fotografía, se encuentran presentes solo algunos que están en la mira de la justicia por narcotráfico o por permitir el crimen organizado en sus estados, por desvío de recursos o por uso indebido de funciones como Rodrigo Medina Mora (Nuevo León), Andrés Granier (Tabasco), Cesar Duarte (Chihuahua), Javier Duarte (Veracruz), Roberto Borge (Quintana Roo), Fausto Vallejo (Michoacán), Rubén Moreira (Coahuila), Roberto Sandoval (Nayarit), Mario Anguiano (Colima) o Egidio Torre (Tamaulipas).
Dada esta comparativa histórica, especializada o académica, se entrelaza como síntesis la idea de AMLO de tejer años atrás una estrategia para quedarse con la silla presidencial al emplear lo que Flavia Freidenberg señala cuando habla del populismo como liderazgo: el líder habla en nombre del pueblo y genera en su discurso la oposición de éste con el gobierno actual, así los seguidores estarán convencidos de las cualidades extraordinarias del líder con quien creen pueden conseguir mejorar su situación personal o social.
*Analista Político, también presidente del Consejo de Analistas Católicos de México.
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