IMPERATIVOS DE LA NUEVA ERA
Contumacia y confusión: La tormenta perfecta
Abraham García Ibarra
DE LAS ÚLTIMAS seis sucesiones presidenciales en México -hasta 2012- retomamos tres, con la acotación de que en el periodo se produjeron dos usurpaciones y dos alternancias en Los Pinos. Hitos de nuestro sistema métrico sexenal, fueron tipificados como parteaguas históricos.
No es un dato de poca monta señalar que, en la sucesión de 1970, el espectro del golpe de Estado estaba agazapado desde 1968 e incidió en la eventualidad de que, apenas arrancada la campaña presidencial en el otoño de 1969, el candidato priista, Luis Echeverría, fuera remplazado.
Echeverría había sido forzado en la Universidad Nicolaita de Michoacán a sumarse al minuto de silencio que la comunidad estudiantil introdujo sorpresivamente en la orden del día en homenaje-reclamo por los muertos en la Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco) el 2 de octubre del 68.
El segundo dato no es menor: Hacia finales del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, agentes oficiosos exploraron en el norte de la Republica la posibilidad de que se derogara el principio no reelección para prolongar el mandato presidencial.
1988: Empezó el derrumbe del PRI
Sin hacer necesariamente abstracción del asesinato de Luis Donaldo Colosio en marzo de 1994, nos situamos en el verano de 1988. Al romper el Frente Democrático Nacional (FDN) la hegemonía electoral del PRI, la declaración de presidente electo por el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados fue codificada por el constitucionalista y diputado priista, don Antonio Martínez Báez, como un golpe de Estado técnico.
La tercera sucesión que apartamos en esta narrativa, es la de 2006. Cerrada diferencia en los resultados electorales y sentenciados éstos por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Andrés Manuel López Obrador se inconformó y se autoproclamó presidente legal y legítimo.
La iniciativa de reconciliación de Luis Echeverría
Ensayemos otro enfoque de los procesos listados. Siendo presidente electo Luis Echeverría, entre el 18 y 19 de octubre de 1970 se tuvo conocimiento del deceso del ex presidente Lázaro Cárdenas del Río.
El también ex presidente Plutarco Elías Calles había muerto el 19 de octubre de 1945. Sus restos fueron depositados en el Monumento de la Revolución.
Desde que Cárdenas, a mitad de su periodo, desmontó El Maximato que detentaba Calles, en los sexenios sucesivos se prolongó una activa pugna entre callistas y cardenistas. Tangencialmente, terciaban los obregonistas.
El Grupo Sonora había permanecido en Palacio Nacional desde 1919 hasta 1934, no siempre pacíficamente. Incluso, durante el interinato de Emilio Portes Gil después del asesinato de Obregón, y la interrumpida presidencia de Pascual Ortiz Rubio, a quien relevó Abelardo Rodríguez.
La sombra de Cárdenas, de su lado, actuó como factótum en campañas presidenciales sucesivas, particularmente con la irrupción del general Miguel Henríquez Guzmán en la contienda de 1952, en que el PRI nominó candidato presidencial a Adolfo Ruiz Cortines.
La presencia del Gran Expropiador estuvo presente durante el mandato de Adolfo López Mateos, en que el ex presidente michoacano se pronunció en solidaridad con la Revolución Cubana, en los momentos críticos de la Invasión gringa de Bahía de Cochinos. El mandatario mexiquense lo disuadió en su intención de viajar a La Habana.
Echeverría acometió un audaz intento de reconciliación de la denominada Familia Revolucionaria, disponiendo de manera expedita la agenda funeral para que Cárdenas ocupara su columna en el Monumento a la Revolución.
En adelante, durante ese sexenio, cada 19 de octubre se reprodujo la tentativa de rencuentro entre las familias Calles y Cárdenas. No se consumó el objetivo reconciliatorio. Esa voluntad de Echeverría estuvo viva todavía hasta 1976 cuando, en plena campaña sucesoria, suscribió su proposición Unidos en lo esencial.
Manes de la política: El sucesor José López Portillo indujo a la dirección nacional del PRI a salir al paso de la pretensión de un minimaximato y nombró a Echeverría embajador plenipotenciario en las Islas Fidji, en la inmensidad del Océano Indico.
Fue, de todas maneras, una decisión menos ruda que la de Cárdenas, que envió al exilio a Calles con toda su cohorte.
La tecnocracia, factor de ruptura en el priismo dominante
La sucesión de Miguel de la Madrid se dio en otro contexto: Para entonces, la administración pública federal estaba plagada de tecnócratas. La voluntad del presidente de elegir candidato de esta factura, fue lo que provocó la ruptura en el interior del PRI, donde la Corriente Democratizadora se sublevó exigiendo la apertura en la selección de candidato presidencial.
De la Madrid porfió y sacó adelante la nominación en octubre de 1988 de su secretario de Programación y Presupuesto, Salinas de Gortari. Desde el mismo momento del destape, la candidatura topó con la resistencia de la facción que pujó por la candidatura del mexiquense Alfredo del Mazo González.
El fenómeno político que marcó la sucesión del 88 fue la aparición por primera vez de El hijo del general, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. De origen, su postulación la propuso el desfalleciente Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM). Fue la placenta en que se incubó el Frente Democrático Nacional.
El punto que subrayamos tiene dos filosas aristas: Desde su primer mandato, Ronald Reagan sonsacó al empresariado latinoamericano para que saliera de sus catacumbas y asumiera la acción político-electoral. Creó para ese efecto la Fundación para la Democracia, a la que asignó presupuesto específico.
En la nómina de receptores de las donaciones fue descubierto el Partido Acción Nacional (PAN), que ya había inscrito “delegados invitados” en la Convención del Partido Republicano (Dallas, Texas) que lanzó a Reagan para un segundo periodo en la Casa Blanca.
Poder Ciudadano, primera marca del empresariado
La segunda manifestación en el 88, es que el PAN cedió la candidatura al ex presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana y del Consejo Coordinador Empresarial, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón.
Imponiéndose a la autoridad del PAN, los operadores del frente empresarial armaron Poder Ciudadano para financiar la campaña de su ex líder.
Clouthier incitó a Cárdenas Solórzano y a doña Rosario Ibarra de Piedra (Partido de los Trabajadores) a un acuerdo de resistencia contra el fraude, cuya consecuencia final fue que el PAN firmó con Salinas de Gortari, la Alianza estratégica, pactada en diciembre en Los Pinos.
Previamente, sin embargo, en septiembre, violentado en San Lázaro el Colegio Electoral en horas en que se discutía el dictamen de elección presidencial, después de presentado su último informe De la Madrid asistió a un desayuno de la Unidad Revolucionaria (PRI).
Hablando en nombre de militares y navales en retiro, el general Renato Vega Amador presionó al presidente a que movilizara al Ejército para “aplastar la resistencia” que, a tenor con su discurso, preparaba el asalto de la Ciudad de México y las capitales de los estados para evitar la validación del “triunfo” de Salinas de Gortari.
En sus memorias, el ex presidente acuñó la figura de terremoto político para describir lo ocurrido el 6 de julio de 1988.
El poder económico llegó a su meta en 2000
A partir de aquella incursión electoral, el poder económico no se replegó, no se dio reposo: Puso en el centro de su acción los estados de Baja California, Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Puebla, Yucatán, etcétera.
La dinámica se prolongó hasta 2000, en que los Amigos de Fox culminaron su estrategia y, con el seudoempresario gobernador de Guanajuato, tomaron Los Pinos.
Fallido el ensayo de Vicente Fox de heredar a Marta Sahagún la presidencia en condominio, Felipe Calderón le arrebató al presidente la candidatura panista para 2006.
Esa es la tercera sucesión que apartamos en la recapitulación iniciada a partir 1970. La escogimos de cara al hecho de que el poder económico, con el Consejo Coordinador Empresarial como boca de ganso, se entrometió nuevamente en la campaña presidencial, según consta en la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En la agenda del empresariado estuvo evitar el cambio, específicamente del modelo económico neoliberal. Presentando a López Obrador como peligro para México, el empresariado hizo suya la acusación de que el tabasqueño, ya con la etiqueta de “populista”, polarizaba a la sociedad mexicana. La misma línea discursiva de Felipe Calderón.
Qué grato resultó a los plutócratas el Pacto por México
En 2012, los dueños del gran capital, sobre todo el desnacionalizado, ni sudaron ni se acongojaron por la suerte de la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota. La dejaron morir sola.
Aunque la apuesta no haya sido explícita por Enrique Peña Nieto, las cúpulas de hombres de negocios se dieron por gratificadas con la operación y los resultados del fáctico Pacto por México, en el que el PAN operó como bisagra.
Desde 2015, en que el Movimiento de Regeneración Nacional, logró el registro como Morena y empezó a exhibir su potencial electoral, los sensores del poder plutocrático indicaron que el enemigo a vencer era López Obrador.
Incluso, los hombres de negocios, cuya voz cantante delegaron en el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, exploraron en el Instituto Nacional Electoral las reglas para la declinación de un candidato presidencial.
La obviedad estuvo en las carteleras electorales: José Antonio Meade o Ricardo Anaya Cortés deberían optar por el sacrificio si se quería impedir la llegada de López Obrador a Palacio Nacional. Ninguno de los dos aceptó inmolarse.
No se acepta como cosa juzgada el veredicto del 1 de julio
Entre el 1 de julio y la fecha en que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dictó sentencia jurisdiccional, salvo la Confederación Patronal de la República Mexicana, el resto de las representaciones empresariales optó por una táctica jesuítica simulando aceptar el llamado a la reconciliación del candidato triunfante.
Desde el punto de vista constitucional, al momento en que los magistrados electorales dictaron su veredicto y declararon presidente electo, la lógica indicaba que la campaña presidencial de 2018 era ya cosa juzgada.
El presidente electo, como Daniel en la jaula de los leones
No ha sido así: La plutocracia derrotada en las urnas está a la caza de cada nueva declaración de López Obrador; a la captura incluso del más elemental gazapo.
Obviamente, los detractores del presidente electo disponen de un amplio margen de legitimidad en cuanto reaccionan en defensa de sus intereses, por más cuestionables o cuestionados que puedan resultar. Es la “normalidad democrática”.
Lo que preocupa, es que la contumacia en las alturas está subvirtiendo al llano. Del lado los hombres de negoc.io están alineados dos ex presidentes de la Republica, un ex candidato presidencial, un ex presidente del Instituto Federal, ex directivos y directivos en funciones de las grandes siglas patronales y una legión de sedicentes “líderes de opinión” que cantan en el mismo coro, dirigido por una misma batuta o la mano que mueve la cuna.
Entre las tribunas y las banquetas parlantes, el aturdido votante anónimo queda emparedado entre la confusión y la irritación; ambas potenciadas especialmente en las redes social.
Lo que falta es un pacto de no agresión
Se convocó a la reconciliación nacional: Lo que haría falta es un pacto de no agresión; más que una amnistía, un armisticio.
En el contexto de la conmemoración del cincuentenario del 2 de octubre, los beligerantes reclaman condena a los ex presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría. Ácido sobre las costras que vuelven a ser llagas.
Viene el 19 de octubre: De los callistas y los cardenistas no quedan ni sus sombras. ¿Quién cree que el 20 de noviembre, diez días antes de que la banda presidencial cambie de pecho, los contrarrevolucionarios rendirán banderas?
Un dictamen siquiátrico podría concluir que la esquizofrenia es colectiva: no es de generación espontánea. Para el caso, las esferas del Estado mexicano son el principal vector. Si nos ponemos sentenciosos, estamos frente a la perpetración de un crimen de lesa Patria. Es cuanto.
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