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Edición 387
Escrito por Ernesto Salayandia García   
Domingo, 16 de Junio de 2019 18:53

 38720

De adicto a ADICTO

EL ALCOHOL NUESTRO DE CADA DÍA:

La Historia

de mi Vida

Ernesto Salayandia García

Mi nombre es Emiliano y tengo 27 años, soy un joven común y corriente, tengo una familia normal, padres normales, hermanos normales, una esposa normal, un hijo normal y un trabajo normal, soy uno más del montón, una persona que a diario se levanta a trabajar para ganarse el pan de cada día con una pequeña diferencia de mucha gente que me rodea. Soy alcohólico.

Soy el menor de cinco hijos de una familia de clase media y trabajadora en la que jamás faltó el amor y el respeto.

RECUERDO que cuando era niño mi padre que era ferrocarrilero llegaba en las noches siempre con un regalo en las manos para mí, yo lo esperaba ansioso cada noche, podría decir que era para verlo, pero la verdad era por ese regalo nuevo aún en su caja, recuerdo esos colores de esos carritos o pistolas de rayos láser que me traía era algo maravilloso.

CON EL TIEMPO mi vida siguió su curso, tuve una educación normal, entré a la primaria y después a la secundaria que fue donde hice a mis mejores amigos que hasta la fecha sigo conservando, fue en la secundaria donde por primera vez probé el alcohol y el cigarro, todo comenzó por imitar a los demás amigos que se ponían a fumar debajo de un árbol a la salida de la escuela, al verlos pensaba que se veían con mucho estilo y aparentaban ser mayores a pesar de tener la misma edad que yo, así fue como mi vida empezó a conocer los vicios.

Recuerdo que todos los días saliendo de la secundaria me iba corriendo a ese punto de reunión donde me esperaban mis nuevos amigos con toda clase de cigarros de muchos colores y muchas marcas, era un festín de cigarros porque siempre comprábamos varias cajetillas y las compartíamos, no faltó mucho para que alguien mencionara la idea de comprar unas cervezas e irnos a la casa de una amiga a beberlas ya que su mamá nos daría permiso, era la mamá más buena onda del mundo pensábamos todos.

Así pasaron los años y todos fuimos creciendo y nuestro vicio por el alcohol y el cigarro aumentó a tal grado de siempre estar bebiendo cerveza sin importar el día o la ocasión; al entrar al bachilleres mis amistades cambiaron, pero los gustos eran los mismos siempre trataba de hacer amistad con aquellas personas que bebían y gustaban de pasar un rato en algún lugar consumiendo cerveza, y si llegaba a conocer a alguien que no bebiera, no me importaba, yo bebía solo, hasta este punto mi gusto por la cerveza era dentro de lo normal, no llegué a ponerme borracheras grandes donde tuviera lagunas mentales, no, yo jamás sospeché que la enfermedad del alcoholismo acechaba lentamente.

Todos empezamos de poquito en poquito

AL SALIR DEL bachilleres entré inmediatamente a la universidad con muy pocos ánimos ya que entré a una carrera que no me gustaba y solo entré para darle gusto a mi mamá, pero desgraciadamente ese gusto no duró mucho ya que a los dos o tres meses deserté y seguí mi camino sin mirar atrás, ingresé a otra universidad ahora si con mucho ánimo y claro más ánimos de hacer amigos y buscar fiestas los cuales no tardaron a llegar, y esa misma semana se hizo una fiesta para conocer a los nuevos amigos.

Ese tipo de fiestas siguieron cada semana durante varios años, fue entonces cuando conocí las lagunas mentales recuerdo que en dos ocasiones me quedé dormido al volante y desperté de un golpe en la cabeza propinado por un amigo que notó la acción, la cual se repitió unos metros adelante, ya con el segundo golpe reaccioné y desperté con la preocupación de que me pude haber matado en ese momento.

Asustado y agradecido con Dios pude llegar a mi hogar, no recuerdo a qué hora, en ese momento mis padres me daban mucha libertad a pesar de que en ocasiones mi carro llegó con leves golpes que se los propinaba yo en estado de ebriedad, mi actitud despreocupada sigue por algunos años más hasta que por culpa de la bebida fui descuidando más y más mis estudios, a tal grado de no aprovechar el tiempo libre que tenía para estudiar y lo usaba para beber, lo cual me ocasionaba reprobar constantemente en mis materias.

Lo que el alcohol te roba

CANSADO DE REPROBAR constantemente, opté por desertar de esa carrera y dedicarme un año completo a trabajar y claro, a beber desenfrenadamente, fue en ese momento cuando conocí a una joven que fue por muchos años mi novia, a la cual fui arrastrando lentamente a la bebida para tener con quien beber cuando quisiera, curiosamente después de pasar ratos alegres, ella, la botella y yo, fue esa misma botella la que se encargó de separarnos, poco a poco fue tomando el control de mí mismo, volviéndome una persona neurótica, violenta y grosera y fue lo que puso fin a esa relación.

Pero también fue lo que abrió la puerta de bares y cantinas para mitigar ese dolor que pensaba que, con alcohol podría apagar, pero cuál fue la sorpresa que no era así, ese alcohol avivaba más las llagas que tenía en el alma, y duré así un buen tiempo, fue poco después cuando sufrí un accidente muy fuerte al impactarme, a 130 kilómetro por hora sobre un poste de alumbrado público, destrozando totalmente una “lobo” de doble cabina que con esfuerzo estaba pagando (amaba esa camioneta), fue en ese momento cuando comencé a sufrir de alucinaciones por el estado de ebriedad en el que me encontraba, pero gracias a Dios salimos vivos, las dos personas que me acompañaban y yo.

Otras relaciones que tuve, así como llegaron se fueron, por mi manera de beber que cada vez era más fuerte, en los lapsos en los que no tenía pareja frecuentaba diferentes grupos de amigos para beber, buscaba compañía porque me sentía solo, el tiempo que bebía solo en la comodidad de mi cuarto me volvía cada vez más alcohólico, pero la verdad disfrutaba esas noches encerrado en mi cuarto con mi hielera llena de cervezas viendo una buena película, comiendo botanas y en algunas ocasiones alternando a la cerveza tragos de licor para embragarme y quedarme dormido más rápido, aún que de verdad, era impresionante la cantidad de licor que podía beber yo solo en unas cuantas horas, al llegar al punto que fueron algunas noches en las que terminé con mi reserva del refrigerador y entraba en mí la ansiedad y desesperación que a altas horas de la noche trataba de buscar fiesta o alguien que pudiera darme alcohol.

Al no encontrarlo tenía que resignarme y tratar de quedarme dormido, no sin antes pensar que era un estúpido y que no podía permitir que eso me pasara otra vez, y así mi reserva de alcohol en casa, se volvía cada vez más y más grande, en ocasiones guardaba botellas de diferentes licores en mis cajones para tener siempre un plan de contingencia cuando se llegara a terminar la cerveza.

Perder el sano juicio, una característica del borracho

LA INGESTA DE ALCOHOL continuó hasta el grado en que me dio mucho sueño y empecé a quedarme dormido, recuerdo que me despedí y al querer tomar el arma de fuego la quise guardar como siempre en la bolsa trasera de mi pantalón pero no sé qué paso y ésta cayó al piso y se accionó lanzando un disparo que fue a dar gracias a Dios directamente a mi muslo y no a alguien más, son muy pocos los recuerdos que tengo de ese momento, una laguna mental se apoderó de mí y solo recuerdo los gritos de mi hermano diciéndome que sangraba de la pierna y que me llevarían al hospital.

En el hospital me interrogaron, curaron y me dieron de alta en unas cuantas horas, el sentimiento de culpa era tan grande que lloré como niño pidiendo perdón a mi hermano y amigos por arriesgar tan estúpidamente sus vidas, mi familia decepcionada y preocupada por mí, hablaron conmigo para hacerme ver que tenía un problema, al día siguiente no salí de mi cuarto por el miedo, angustia y dolor que sentía, ese mismo día, un amigo mío fue y habló conmigo para recomendarme ir a un grupo de AA, al día siguiente llegué por primera vez al grupo de AA donde hasta la fecha milito; han pasado más de dos años de ese accidente en los cuales no he tocado el alcohol, asisto regularmente a mis juntas, me apadrino, he leído la literatura del grupo y he tratado de ser una mejor persona atendiendo mis obligaciones como padre de familia, siempre teniendo en mente mi enfermedad y que no puedo descuidar para no volver a beber he aprendido que una vida sin beber es más gratificante para mí que esa vida ingobernable estando a la sombra del alcohol.

Hoy en día formo parte del comité de información pública de AA y es gratificante pasar el mensaje a toda la gente que aún tiene problemas con el alcohol y a todos esos estudiantes que apenas comienzan a vivir y a querer experimentar y necesitan orientación para que no sufran el mismo dolor que muchos pasamos por culpa del alcohol.

Existe una solución para todos nosotros, la recuperación está a nuestro alcance, lo único que tenemos que hacer es aceptar la enfermedad y aplicarnos a un programa fácil y que lo único que nos va a quitar son preocupaciones y sufrimientos. Alcohólicos Anónimos funciona, para el que quiere dejar de sufrir y de hacer daño. Emiliano.

Mas información en: montrealquebeclatino.com blog, ir, De adicto a  Adicto. Tratamiento ambulatorio, sin internamiento, alcohólicos y drogadictos, todas las edades, todas las sustancias,614256 85 20



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