A FUEGO LENTO
Un año de camino
Enrique Pastor Cruz Carranza
“Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza”
Alfred Tennyson
El tiempo no perdona su marcha inexorable y ya se ha cumplido el primer año de gobierno democrático y legitimo del presidente Andrés Manuel López Obrador, con su profundo proyecto; trasformar el país, dentro de un régimen completamente diferente y en sentido contrario a las vías transitadas por el neoliberalismo que durante más de tres décadas se profundizo en la administración gubernamental de los tres niveles existentes para combinar —perversamente—, la información privilegiada y el poder a sus pies, convirtiendo las arcas, dineros, presupuestos, impuestos y todas las riquezas naturales renovables y no renovables en botín.
EL PRAGMATISMOa la mexicana fue la maldición inoculada por los organismos financieros internacionales, con fieles operadores tecnócratas y apátridas quienes estructuraron un andamiaje de corrupción inédita en los tiempos modernos de México.
A un año de grandes acontecimientos y logros insospechados, la 4T, camina con firmeza frente a rutas sinuosas de quienes buscan revertir el enorme liderazgo del Ejecutivo Federal convertido en la energía que empuja la maquinaria en el cambio de régimen y contrarresta las resistencias, provocaciones, retos y desesperación de sus adversarios.
Rescatar del olvido
La fuerza ciudadana de todos los convencidos sufragantes que apoyaron democráticamente el pasado proceso, empoderados se mantienen firmes y se incrementa en cada acto de gobierno con profunda visión social para rescatar del olvido, marginación y desprecio a millones seres humanos, frente a una depredadora minoría multimillonaria, pero carente del mínimo sentido humano y solidaridad.
Los viejos sabios de la política decían: “Las crisis constantes sin fundamento, hacen madurar a los indiferentes” y superando tres décadas de iniquidades, fraudes, robos, crisis inducidas, privatizaciones indebidas, inseguridad, corrupción institucionalizada y el desaliento de los gobernados, fueron suficiente energía para despertar la conciencia cívica, responsabilidad social para entender que, el poder es del pueblo y emana de las mayorías, cuando deciden hacer su parte.
El camino no ha sido fácil y menos pavimentado. Las resistencias de los poderes facticos, sociales, elitistas, financieros, delictivos y de nomenclatura política-caciquil en cada entidad, están tratando de mantener sus privilegios acumulados en la trasmutación permanente, al grado de ver anteriores fustigadores del proyecto de trasformación durante los casi 18 años de lucha social, convertidos en auténticos tartufos, listos para aplicar su fórmula predilecta de traicionar, calculando nuevos privilegios en escenarios de confort.
López Obrador sabe muy bien quienes son y hace la faena con genialidad ante la desesperación, de opositores al cambio de régimen que les ha cancelado privilegios, dispensas criminales de pago de impuestos, piso parejo en la empresa y cero cabildantes familiares, cabildantes influyentes o expertos en gestorías por moches de por medio.
La rendición de cuentas dejó de ser letra muerta para convertirse en obligación sin sesgos en toda la administración gubernamental federal y dineros ejercidos en las propias entidades del Pacto Federal.
A un año, los programas de bienestar ya superan la mitad de los hogares mexicanos, mientras en el campo, aquella sensación de abandono a los indígenas y sus tierras, ahora el 95 por ciento es beneficiada.
La promesa de: “Por el bien de todos Primero los pobres” estandarte vital de su gesta, es una realidad.
Si bien se reconoce sin sesgos que no existe un crecimiento económico como los críticos alertan en actitudes de casi histeria apocalíptica, la distribución de los recursos ya no se queda en las garras e intermediarios, líderes parásitos y menos en los clásicos moches para bajar dineros especiales para programas de toda índole, que nunca llegaron a las manos de los presuntos objetos de preocupación.
Se terminaron los empresarios privilegiaos con cargos para explotar a mansalva secretarias, descentralizadas estados y municipios.
Así como todos deben pagar sus impuestos, de la misma manera se debe rendir cuentas de cada peso y ser objeto del escrutinio de como se aplican en obras y demás servicios.
Las otrora instituciones, objeto de la sorna y cinismo de salteadores, han roto las cadenas de su secuestro por el pandillerismo neoliberal, para ejercer toda su fortaleza en la aplicación de la ley.
Estar en el Gobierno ya no significa tener una mina concesionada o ser gobernador, tampoco será un espacio feudal para usufructo propio con extensión hereditaria.
Las próximas 14 elecciones en mismo número de entidades, será el reto local para los ciudadanos, para decidir sin “dedazos”, “fieles de la balanza”, caprichos de poder o fraudes maquinados desde el centralismo dictatorial perfecto o por atracos localistas.
Estamos siendo testigos y parte de un ciclo más de nuestra historia humana, para modificar el entorno global de lo que no funciona y ha quedado caduco.
En cada ciudadano está la fuerza y parte correspondiente de su aportación para poder cumplir el objetivo final.
Desde la distancia al ver de nuevo en Zócalo de la CDMX repleto de almas y voces manifestando su apoyo y reiterando a AMLO que no está solo, sigo convencido del poder encerrado en el monumento y lema de la antigua entrada a la ciudad capital de Campeche, cuando de niño memorice al viajar del Carmen, aquella imponente esfinge de cemento con rasgos de nuestra hermosa raza sale del suelo y en su placa de bronce sentencia: “Todo lo puede el esfuerzo de un pueblo”.
¡Qué así sea con la unidad, fuerza y convicción de todos los mexicanos!
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