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Edición 412
Escrito por Daniel Estulin   
Sábado, 09 de Enero de 2021 01:32

 4123

DESMONTANDO WIKILEAKS”

Daniel Estulin

Así pues, la CIA= la NED = los disidentes chinos = la Fundación Catherine T. MacArthur = la Fundación Rockefeller = la conspiración maltusiana de despoblación = Wikileaks.

(ESPECIAL DE VOCES DEL PERIODISTA)

NOTA DEL DIRECTOR.

El exagente soviético Daniel Estulin, colaborador de esta Casa Editorial, va más allá del común de muchos analistas, como en el caso WikiLeaks y su creador Julian Assange, motivo del libro Desmontando WikiLeaks publicado en 2011.

La formación de Daniel como investigador de temas de seguridad, espionaje y contraespionaje internacional, en la escuela de su país como una de las más conspicuas del mundo —comparada con las mejores, por ejemplo, de Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel—, le permitió adquirir la experiencia para abordar asuntos de interés mundial.

El Club Bilderberg, libro que lo catapultó como investigador y escritor, le ha permitido recorrer el mundo y aprender varios idiomas. Lo que sigue es apenas una fracción del libro Desmontando WikiLeaks, y esperamos sea de alguna utilidad para nuestros lectores que demandan otros puntos de vista.

Sobre todo, ahora que Julian Assange atraviesa por una situación de vida o muerte en una prisión de alta seguridad en Londres, Inglaterra. También, porque la libertada de expresión en el periodismo global se encuentra el peligro.

(NOTA: Las cabezas intermedias y negritas en el texto son nuestras, para resaltar lo que nos parece importante; un simple criterio de edición).

PRÓLOGO

Aperitivo de regalo para los seguidores. Espero que les guste.

Éste es un libro sobre Wikileaks. No resulta nada extraño, teniendo en cuenta que, durante los próximos meses, veremos cientos, si no miles, de libros sobre el grupo escritos por personas de dentro, fuera y cerca del mismo, expertos de medios de comunicación, activistas políticos de izquierdas y de derechas, comentaristas sociales y políticos y Michael Moore.

Ningún libro es un libro a menos que obtengamos el sello de aprobación por parte del señor Moore. Además de los cientos de miles de artículos sobre Julian Assange y su absurdo séquito, tendremos un relato desde dentro por parte del mayordomo personal de Assange, de su peluquero, de su vecino de al lado, de la gente que trabajaba, vivía, fumaba, bebía y se acostaba con Assange.

Estas historias se aderezarán con las habituales patrañas periodísticas y con abogados para despertar a los lectores y los jurados que se duermen de aburrimiento. Nos inundarán con historias de la «vida real» de «gente real» que nos lo contarán todo «tal como es», sazonado con ejemplos dramáticos de lo que se «revelará por primera vez».

La mayoría de la gente cree que Wikileaks ejerce un periodismo fiel y popular y es un modelo de virtud. Con embajadores que dimiten, diplomáticos que se revelan como mentirosos, escisiones políticas que tienen lugar entre aliados occidentales imperiales, por no mencionar las carreras y las reputaciones supuestamente arruinadas; al parecer, Wikileaks está creando las condiciones para minar de forma eficaz el imperialismo. De Fidel Castro a Putin, de Hugo Chávez a Evo Morales, de Mahmud Ahmadineyad a líderes democráticamente elegidos y dictadores de todo el mundo, todos emplean Wikileaks para forzar su propia interpretación de los acontecimientos, y consultan los mensajes del sitio como si de las Sagradas Escrituras se tratara. Si Wikileaks es Dios y es nuestro aliado, ¿quién osará enfrentarse a nosotros y a la palabra de Dios?

Así funciona el mundo

Lo que ninguno de esos libros admitirá es que la iniciativa original de Wikileaks está muerta, y ha sido sustituida por un enorme aparato publicitario. Wikileaks fue una vez una alternativa a las fuentes convencionales de información..., o eso era lo que creíamos al principio.

Lo que ninguno de esos libros dirá es que Wikileaks es una conspiración que hurga profundamente en el sanctasanctórum de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y la CIA. Se trata de una operación encubierta oficialmente autorizada que nos introduce en un tenebroso mundo de intrigas, compartimentación, operaciones secretas y situaciones ficticias, donde uno puede estar a favor o en contra de algo o de alguien, en función de la apariencia que haya decidido un líder que da la señal desde las sombras de la negación plausible: una jungla de argucias, engaños y traiciones a dos y tres bandas.

Control de daños, gestión de la percepción, ingeniería de la realidad, Operación Sinsonte, llámenlo como quieran: son estratégicas operaciones psicológicas diseñadas para manipular nuestros medios de comunicación y nuestras propias percepciones de la realidad, y encubrir las enormes fechorías de la flagrante corrupción.

La agnotología es el «estudio científico de la ignorancia inducida culturalmente»: como cuando las agencias de inteligencia u otros jugadores ocultos emplean sus habilidades de control mediático para encubrir actividades y planes insidiosos.

El coste de esta connivencia mercenaria es nuestra herencia, nuestra libertad, nuestro país y... nuestro futuro. Este libro les da la oportunidad de entender la profundidad de las mentiras y el engaño de gente con planes secretos a largo plazo.

Este fascinante rompecabezas de la conspiración nos llevará de una compañía de teatro ambulante de Australia a macabros experimentos de control mental, cultos, sociedades secretas, rituales nazis, multimillonarios, gabinetes estratégicos y fundaciones con planes de amplio alcance, y la pondrá al pie de los escalones de la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA. Y en el centro de todo ello se encuentra el misterioso y robótico personaje conocido como Julian Assange.

Probablemente algunos de ustedes lanzarán este libro al otro lado de la habitación y, a continuación, se levantarán para recogerlo y leer un poco más antes de volver a lanzarlo, furiosos, ante la incómoda posibilidad de que la historia que le ha contado la prensa mayoritaria y corporativa sea una descarada mentira en el mejor de los casos, o una conspiración planeada y bien orquestada en el peor.

Sin embargo, por mucho que deseen negar su existencia, la lógica es algo maniático. Y también lo es la verdad. La verdad siempre reside en el orden más elevado de los procesos. La soberanía de la verdad no reside en la opinión popular, sino en los poderes creativos de la mente humana. Hasta que podamos traer al hombre a la Era de la Razón, nuestro entendimiento de la realidad en la práctica tomará su forma, no de la voluntad de las masas de la humanidad, sino de la de un puñado que, para bien o para mal, dirigen el destino del hombre de la misma manera que se dirigen manadas de vacas desde y hacia los pastos y, en ocasiones, también hacia el matadero. (Madrid, 23 de febrero de 2011).

CAPÍTULO 1

A través del espejo: los lazos que se unen

«En política nada ocurre por accidente. Si ocurre, puede estar seguro de que estaba planeado así»: Franklin D. Roosevelt.

Hasta hace cuatro años nadie había oído hablar de Wikileaks, pero el hecho es que se está convirtiendo en un tema de enorme importancia. En la actualidad existen setenta y cuatro millones de referencias a Wikileaks en Google. Se dice que, en apenas tres años, el sitio ha publicado más primicias que The Washington Post en treinta. El grupo filtró el manual de operaciones de la prisión de Guantánamo y, recientemente, también ha filtrado un informe de la CIA sobre cómo manipular la opinión pública de Francia y Alemania para que mantengan sus tropas en Afganistán.

Así pues, ¿qué implicaciones tiene que cualquiera pueda publicar información secreta en la red? ¿Se trata de una nueva y maravillosa era de apertura y periodismo ciudadano o, en cambio, es una era irresponsable en la que los gobiernos, las empresas y los individuos se avergüenzan, se vuelven ineficaces e incluso se ponen en peligro? Se mire por donde se mire, Wikileaks representa un cambio en el statu quo, una interferencia internacional y no corporativa en el negocio de la información; un sobre de papel marrón de la era digital que inspira temor en los corazones de todos aquellos con algo que esconder. O eso parece.

En realidad, Wikileaks es más complicado que eso

Hay un viejo refrán que dice «dime con quién andas y te diré quién eres». No obstante, lo que me resulta significativo es que Wikileaks anda, sobre todo, con extrañas organizaciones y fundaciones a las que llama «amigas». El grupo ha iniciado asimismo negociaciones con diversas fundaciones corporativas para asegurar su financiación.

Una mirada más atenta a las actividades de esas agencias privadas revela que había mucho más en juego. La fuente de la política de la mayoría de esos grupos era la inteligencia angloestadounidense y sus planificadores de la Empresa Mundial, S.A. Como tales, esos grupos ejercieron presión sobre el Congreso de Estados Unidos, organizaron conferencias, lanzaron campañas de propaganda y, en algunos casos, incluso proporcionaron entrenamiento militar a varios grupos disidentes, a la vez que apoyaban dictaduras represivas en todo el mundo.

Así pues, fundaciones ubicadas en Estados Unidos implementan y financian parte del proceso de cooptación como, por ejemplo, la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y Freedom House (FH).

Freedom House es una organización neoconservadora de desestabilización situada en Washington que Leo Cherne fundó en 1941, para fomentar la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra fría se empleó como instrumento para la propaganda anticomunista que dirigió la CIA. Sus últimas actividades han tenido un papel fundamental como ONG en los esfuerzos de desestabilización que Washington ha dirigido en el Tíbet, en la unión de Myanmar, en Ucrania, en Georgia, en Serbia y en otros países que, aparentemente, no siguen políticas satisfactorias para algunas personas poderosas de Estados Unidos.

Entre sus proyectos principales, lanzó el Comité Estadounidense para la Paz en Chechenia (ACPC). El objetivo del grupo era descarado: interferir en los asuntos internos de Rusia bajo el lema hipócrita de que la «guerra ruso-chechena» debía solucionarse de forma «pacífica».

Freedom House ha trabajado estrechamente con los Open Society Institutes de George Soros, fomentando proyectos como la Revolución de los Tulipanes de 2005 en Kirguistán, que financió Washington y que llevó al dictador y narcotraficante amigo de Washington Kurmanbek Bakiyev al poder. Un informe sobre los líderes del grupo revela que, desde luego, son cualquier cosa menos un puñado de pacifistas. Los fundadores fueron Brzezinski, el secretario de Estado de Reagan Alexander Haig, el ex director de la CIA James Woolsey y el ex congresista Stephen Solarz (demócrata por Nueva York).

El Comité Estadounidense para la Paz en Chechenia actúa sin interferencias de Freedom House y de la Fundación Jamestown. Se trata de un gabinete estratégico que creó el Washington de la guerra fría, cuenta con Brzezinski y Woolsey en su junta directiva, y tiene la misión de llevar a cabo la «democracia», fomentando operaciones en Estados «totalitarios».

Wikileaks confirmó las conexiones y/o afiliaciones de Freedom House con una serie de organizaciones consagradas, importantes fundaciones empresariales y organizaciones benéficas a través del intercambio de mensajes electrónicos al principio del proyecto, el 4 de enero de 2007. Eso incluía una invitación a Freedom House (FH) a participar en el consejo asesor de Wikileaks: «Estamos buscando un par de miembros iniciales del consejo asesor de FH que puedan asesorarnos en lo siguiente:

»1. Las necesidades de FH como consumidor de filtraciones que denuncian la corrupción empresarial y política.

»2. Las necesidades de fuentes de filtración que ha experimentado FH.

»3. Las recomendaciones de FH de otros miembros del consejo asesor.

»4. Asesoría general sobre financiación, establecimiento de coaliciones y operaciones descentralizadas y encuadres políticos.»

Es más, tanto la FH como la NED tienen vínculos en el Congreso de Estados Unidos, el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), y el sistema empresarial de Estados unidos. Es bien sabido que tanto la NED como la FH tienen lazos con la CIA.

La NED, Fundación para la Democracia, desde Reagan

La Fundación Nacional para la Democracia, el conducto de financiación que creó el Congreso para el Proyecto Democracia, es un programa altamente secreto con un claro objetivo: minar cualquier gobierno del mundo cuyos intereses no coincidan con los amplios intereses públicos del gobierno de Estados Unidos. La NED está activamente involucrada en Túnez, Egipto y Argelia. Freedom House apoya diversas organizaciones de la sociedad civil en Egipto, que financia el Departamento de Estado norteamericano.

«La Administración Reagan fundó la NED después de que el papel de la CIA en los esfuerzos encubiertos para financiar el derrocamiento de gobiernos extranjeros salió a la luz, lo que provocó el descrédito de los partidos, los movimientos, los libros, los periódicos y los individuos que recibían financiación por parte de la Agencia... Como fundación bipartidista en la que participaban los dos partidos mayoritarios, así como la AFL-CIO (Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales) y la Cámara de Comercio de Estados Unidos, la NED se encargó de financiar los movimientos de derrocamiento en el exterior, pero abiertamente y alegando el “fomento de la democracia”.»

Entre la plétora de agencias privadas de «asistencia» y gabinetes estratégicos directamente vinculados a Freedom House, destaca entre todos y proporciona apoyo activo Afghan Aid, un grupo apenas conocido, pero extremadamente poderoso y bien conectado. ¿Qué tiene que ver una organización relacionada con Afganistán con Egipto? Nada, excepto que forma parte del aparato integrado por intereses financieros y políticos vinculados a Freedom House.

Con el objetivo aparente de ayudar a la oposición política en Egipto, estas agencias han proporcionado una importante financiación manifiesta y oculta para operaciones encubiertas de diversas agencias gubernamentales no sólo en Egipto, sino también en Rusia, Sudamérica, África y Oriente Medio. Por ejemplo, Afghan Aid fue la primera organización que apoyó con fuerza a los muyahidines afganos (los santos guerreros), que recibieron ese nombre durante la época de la invasión soviética.

El patrocinador y benefactor principal del grupo fue el vizconde Cranbourne, lord canciller del Sello Real (jefe del Consejo Privado de la reina) y líder de la Cámara de los Lores. El vizconde Cranbourne es miembro de la familia Cecil, una de las familias oligárquicas más antiguas y poderosas de Gran Bretaña cuyo ancestro, lord Burghley, fue lord canciller del Sello Real y lord tesorero de la reina Isabel I. El vizconde Cranbourne es hijo y heredero del actual sexto marqués de Salisbury. Su abuelo, el quinto marqués, fue el secretario británico en las colonias en la Segunda Guerra Mundial y ministro de Exteriores tras la guerra, además de haber sido lord canciller del Sello Real y líder de la Cámara de los Lores. Su tatarabuelo, el famoso tercer marqués de Salisbury, fue primer ministro británico y ministro de Exteriores entre 1878 y 1887, y de nuevo entre 1900 y 1902; ayudó a tender las bases para la Primera Guerra Mundial.

En otras palabras, Wikileaks está buscando apoyo financiero e intelectual de algunos de los escalones más elevados de la élite dirigente. ¿Tiene sentido? Lo tiene, si provienen ustedes de un universo paralelo.

Otra organización muy involucrada en todo tipo de actividades subversivas y vinculadas a Freedom House es el Comité de Ayuda a Afganistán (ARC). John Train, inversor de Wall Street y espía que maneja las fortunas de algunas de las familias dirigentes más antiguas y poderosas de Estados Unidos, como la de los Mellon, fundó dicho comité en 1980. El director de la CIA William Casey fue uno de los miembros de la junta directiva del ARC. Más adelante conoceremos a los Mellon en todo su esplendor.

El propósito que había expresado el ARC era recaudar «capital inicial» para organizaciones médicas que trataran a los heridos entre la población afgana. No obstante, su función real era mucho más siniestra. Una de las favoritas del ARC era la de Gulbuddin Hekmatyar y su grupo Hezb-i-Islami, así como el clan Haqqani y, en la mayoría de las ocasiones, el dinero recaudado se destinaba a los bolsillos del señor de la guerra. Puede que los nombres de Gulbuddin Hekmatyar y los Haqqani no resulten familiares para la mayoría de los lectores, pero eran y siguen siendo los favoritos absolutos de los planificadores a largo plazo de la CIA.

Gulbuddin Hekmatyar es uno de los señores de la guerra y traficantes de drogas más sádicos, y recibió más de treinta millones de dólares de la CIA durante la guerra contra el Ejército Rojo. Otros que gozaron de los favores de la CIA fueron los miembros del clan Haqqani. Entre 1980 y 1986, la Agencia habría proporcionado veintiocho millones de dólares a los Haqqani, así como misiles tierra-aire Stinger y cuatro tanques. Los Haqqani vendieron inmediatamente los tanques a los rusos y, cuando terminó la guerra, la CIA recompró los Stinger por un valor diez veces superior; es decir, pagaron casi cuatrocientos mil dólares por cada uno. Los Haqqani, honrados y éticos, aprovecharon el dinero invirtiéndolo en la operación de al-Qaeda y fomentando la amistad con Osama bin Laden, varios jeques de Arabia Saudí y altos cargos de la inteligencia pakistaní.

Desde su origen, el ARC trabajó de forma estrecha con Freedom House, bajo la dirección de Leo Cherne desde los años cuarenta, y su tesorero, Walter Schloss, era un viejo socio de negocios de Train. Cherne era el subdirector de la Junta Asesora de Inteligencia Exterior del presidente, con despacho en la Casa Blanca. La mayor parte del personal de las oficinas

de Cherne en Peshawar pertenecía a la banda de Hekmatyar. El principal beneficiario económico conocido del ARC fue la organización Médicos Sin Fronteras, que fundó Bernard Kouchner, perteneciente al Club Bilderberg. Esta organización, cuya representante más destacada fue Danielle Mitterrand, esposa del presidente francés François Mitterrand, también recibió dinero de la Fundación Nacional para la Democracia.

Resulta una amarga ironía y un delicioso ejemplo de hipocresía política que organizaciones que secundan a dictadores, asesinos, señores de la guerra y planes políticos corruptos sean los mismos grupos a los que Wikileaks ha acudido en busca de apoyo financiero. ¿Cómo es eso posible si hemos de creer en su propaganda antisistema? Pero, por otro lado, ¿van realmente en contra del sistema? Y, si no es así, ¿para quién trabajan, y qué plan a largo plazo representan? Intentaremos responder todas esas preguntas en este libro.

Dinero a cambio de nada

El secreto mejor guardado de Wikileaks sigue siendo su fuente de financiación. Lo que se sabe es que, según Assange, el eje de su red financiera es la Fundación Wau Holland, en Alemania. El señor Assange dijo que Wikileaks obtiene alrededor de la mitad de su dinero a través de modestas donaciones que procesa su sitio web, y la otra mitad de «contactos personales», que incluyen «personas con unos cuantos millones que se nos acercan...»

No obstante, ésa no es su única fuente de financiación. De acuerdo con algunos mensajes electrónicos intercambiados, también se contempló que recibían fondos ocultos de parte de agencias de inteligencia.

A principios de 2007, Wikileaks reconoció que el proyecto había sido «creado por disidentes chinos, matemáticos y tecnólogos de compañías startup de Estados Unidos, Taiwán, Europa, Australia y Sudáfrica... [Su consejo asesor] incluye representantes de comunidades de refugiados expatriados de Rusia y el Tíbet, periodistas, un antiguo analista de la inteligencia estadounidense y criptógrafos».

A mi modo de ver, entrenado y sumergido en el mundo de las operaciones de contraespionaje, hay algo muy sospechoso en esta mezcla. Uno de los miembros clave del consejo es Philip Adams, que «ocupó cargos clave en la Administración de los medios del gobierno australiano» y colaboró con The Times, el Financial Times londinense y The New York Times. Adams trabajó como columnista para The Australian desde la década de los sesenta. The Australian pertenece a News Corporation, propiedad de Rupert Murdoch, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) y el Club Bilderberg. Difícilmente se puede decir que vaya contra el sistema. Es representante del Comité Internacional de Index on Censorship. ¿Les sorprendería saber que Wikileaks recibió el Premio a la Libertad de Expresión de 2008 de Index on Censorship que patrocinó el Economist Group? Menuda coincidencia, ¿verdad?

Otro individuo relacionado con Wikileaks es Ben Laurie, un antiguo jefe de seguridad de Google que negó cualquier implicación y declaró que «su única interacción sustancial con el grupo tuvo lugar cuando Assange le pidió que lo ayudara a diseñar un sistema que protegiera el anonimato de los filtradores».

Google fue un proyecto de una empresa de inversiones comerciales que dirigía la CIA, In-Q-Tel, la cara pública de la Agencia de Seguridad Nacional, la organización de inteligencia más poderosa de Estados Unidos. El 4 de febrero de 2010, The Washington Post anunció que «la empresa buscadora de Internet más grande del mundo y la organización de vigilancia electrónica más poderosa se unen en nombre de la ciberseguridad». La ciberseguridad es una gran parte oculta del proyecto Wikileaks, algo que preferirían que ustedes desconocieran.

Así pues, uno de los miembros de la junta del grupo procede de ese entorno. También conviene mencionar que Ben Laurie es uno de los directores del Open Rights Group, grupo financiado por la Joseph Rowntree Reform Trust Ltd. y la Fundación Open Society. Esta última es una tapadera de George Soros. En 1996, la revista Time caracterizó a George Soros como un «Robin Hood moderno», que roba a los ricos para dárselo a los países pobres de Europa oriental y Rusia. Afirmaba que Soros obtenía enormes ganancias financieras especulando contra bancos centrales occidentales, y empleaba así sus beneficios para ayudar a las economías emergentes de la Europa oriental postcomunista y la antigua unión Soviética a crear lo que él denomina una «sociedad abierta». La primera parte de la afirmación de Time es completamente cierta, pero la segunda es completamente errónea. Soros roba a países occidentales ricos y emplea los beneficios para robar de forma aún más salvaje al este de Europa, bajo la excusa de la «filantropía». Su objetivo es saquear donde y como pueda.

La disidencia tibetana presente

Lo que peor huele es la plétora de disidentes chinos y tibetanos de la junta asesora de Wikileaks. Por ejemplo, uno de los miembros de la misma es Tashi Namgyal Khamsitsang, un «exiliado y activista tibetano», antiguo presidente de la Asociación del Tíbet de Washington y miembro del gobierno tibetano en el exilio. En julio de 2010, el gobernador del estado de Washington lo designó para la Comisión de Estado para los Asuntos Estadounidenses en el Pacífico Asiático.

Otro miembro, Wang Youcai, cofundó el Partido Democrático Chino y lideró las protestas de la plaza de Tiananmen. Encarcelado por «conspirar para derrocar el gobierno chino», se exilió en 2004 bajo la presión política internacional, especialmente por parte de Estados unidos. También es «miembro de la Investigación de la Transición Democrática Constitucional China y miembro de la Plataforma de Coordinación de Servicios del Partido Democrático Chino».

Para la mayoría de las personas lo suficientemente mayores para haberlo visto en televisión, las protestas estudiantiles en la plaza de Tiananmen de Pekín en junio de 1989 serán recordadas por las imágenes de la CNN y el protestante solitario con una bolsa en la mano, vestido con una camisa blanca y pantalones negros, que bloqueaba el paso de una hilera de tanques. Pocos se dan cuenta de que Tiananmen fue uno de los primeros intentos de la inteligencia estadounidense de interferir en los asuntos internos de la República Popular China, y de implementar lo que después se denominarían las «revoluciones de colores». También podrían denominarse «golpes de Estado made-in-America». Posteriormente, Washington llevaría a cabo revoluciones de colores similares en Serbia contra Milosevic, en ucrania con la denominada Revolución Naranja, en Georgia con la Revolución Rosa, que derrocó a Eduard Shevardnadze, así como otras desestabilizaciones geopolíticas destinadas a crear cambios de régimen favorables a Washington.

Sorprendentemente, o quizá no tanto, la lista de miembros de la junta asesora ya no figura en el sitio web de Wikileaks. De la misma manera, también se ha retirado la referencia a los disidentes chinos de la descripción disponible en la actualidad. Wikileaks insiste en enfatizar que no se trata de una operación encubierta. Si no es una operación encubierta dirigida por la inteligencia, ¿por qué tanta ocultación y secreto?

Asimismo, cuando tienes a un Philip Adams trabajando para un Rupert Murdoch y añades a un “relaciones públicas” vinculado a News Corporation con disidentes chinos que probablemente han recibido financiación de la CIA en el pasado, la perspectiva de Wikileaks cambia completamente, sobre todo cuando se examina la suma total del trabajo que han «filtrado» a lo largo de los años.

Otro disidente clave involucrado en el proyecto de Wikileaks es Xiao Qiang, fundador y editor de China Digital Times, beneficiario de la Fundación Nacional para la Democracia (NED). También es comentarista de Radio Free Asia, financiada por la Broadcasting Board of Governors (BBG), que «abarca todas las transmisiones civiles internacionales de Estados unidos, incluidos el Voice of America (VOA), Radio Free Europe/Radio Liberty (RFE/RL) y Radio Free Asia (RFA). El Congreso de Estados unidos proporcionó el capital inicial para la RFE y la RL a través de la CIA.

¿Les resultaría sorprendente que también Qiang estuviera relacionado con Tiananmen? No debería porque, tal y como dijo Franklin D. Roosevelt, «en política nada ocurre por accidente. Si ocurre, puede estar seguro de que estaba planeado así». Qiang recibió la beca de investigación MacArthur de la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur en 2001.

La Fundación Catherine T. MacArthur está relacionada con la Fundación Ford, la Fundación Rockefeller y la Fundación Andrew W. Mellon. Estos grupos son testaferros de la máquina propagandística de treinta y siete años que es el Worldwatch Institute, un instituto «aprobado», comprado y pagado por intereses cartelistas medioambientales cuyo objetivo es reducir la población mundial a una cantidad más manejable de dos mil millones de personas mediante agresivas conspiraciones de despoblación.

Otras organizaciones que financian el Worldwatch Institute incluyen el Programa de las Naciones unidas para el Medio Ambiente, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el Rockefeller Brothers Fund, el Earth Institute, la Zero Population Growth y el Instituto Aspen.

El Earth Institute se creó en 1995 en la ciudad de Nueva York a modo de centro de coordinación para promocionar la propaganda sobre el calentamiento global y ofrecer la doctrina maltusiana del «desarrollo sostenible» como supuesta solución. El mantra del desarrollo sostenible es que, a través de la industrialización, el hombre está consumiendo recursos finitos a un ritmo insostenible.

Por tanto, la idea es desindustrializar el mundo para salvar al planeta de sí mismo. El director del Earth Institute, Jeffrey Sachs, es conocido por imponer la «terapia de shock» en Rusia, Polonia y otros países de Europa del Este en los años noventa, tras la caída del comunismo, que originó una precipitada caída de la producción industrial y el desempleo masivo.

El Rockefeller Brothers Fund ha invertido millones en el Earth Institute. Entre los miembros de su junta asesora, el instituto cuenta con un destacado defensor de la legalización de las drogas, George Soros. Wikileaks se ha acercado al Rockefeller Brothers Fund en busca de donaciones financieras, pero se desconoce si ha obtenido algo del mismo.

Millones de Fundación Rockefeller

John D. Rockefeller creó la Fundación Rockefeller en 1913 con la fortuna familiar obtenida a partir de Standard Oil (en la actualidad, Exxon-Mobil y Chevron). En las décadas de los años veinte y treinta, la Fundación Rockefeller financió el Instituto Káiser Guillermo de Antropología, Genética Humana y Eugenesia de Alemania, donde Fritz Lenz y Eugen Fischer llevaron a cabo los primeros trabajos nazis sobre la eugenesia y la «higiene racial». El grupo Standard Oil, junto con el Chase Manhattan Bank de la familia Rockefeller, fue el colaborador principal de Hitler y el gobierno de paja de Vichy en Francia. Juntos, la Fundación Rockefeller y el Rockefeller Brothers Fund, han derramado decenas de millones de dólares en proyectos medioambientales dirigidos por World Wildlife Fund y Greenpeace.

A continuación, está el Instituto Aspen. Dicho instituto fue creado por Robert Maynard Hutchins, antiguo rector de la universidad de Chicago, que era el principal aliado estadounidense del difunto lord Bertrand Russell, el socialista inter- nacional que abogaba por la eliminación de la ciencia y la eliminación sistemática de las razas de piel oscura. A día de hoy, Aspen es uno de los nidos de serpientes de la política maltusiana del mundo, y vende la idea de «la comida como arma».

¿Por qué se congregan todas estas destacadas organizaciones ambientalistas, antiprogresistas y maltusianas alrededor de Wikileaks?

Otro miembro de la plétora de disidentes chinos enumerados en el consejo de Wikileaks es Wang Dan. Y sí, él también fue uno de los líderes del movimiento democrático de la plaza de Tiananmen, lo que provocó «que se pusiera a la cabeza de la lista de los “veintiún líderes estudiantiles de Pekín más buscados” de China», conforme a la propaganda gubernamental de Estados unidos. Es presidente de la Asociación para la Reforma Constitucional China y miembro del gabinete editorial de Beijing Spring, una revista financiada por la NED (¿quién si no?), «la principal fundación a favor de la democracia», según un artículo de Judith Miller en The New York Times. El artículo citaba a uno de los fundadores de la NED, diciendo: «Buena parte de lo que hacemos [la NED] hoy en día, lo hacía la CIA en secreto hace veinticinco años.»

Así pues, la CIA= la NED = los disidentes chinos = la Fundación Catherine T. MacArthur = la Fundación Rockefeller = la conspiración maltusiana de despoblación = Wikileaks.

Cuando se desenmascara la verdad, ésta es un millón de veces más extraña que la ficción.

Lo que yo me pregunto, una vez más, es: ¿qué hacen todos esos disidentes de Tiananmen vinculados a la financiación de la CIA en la junta de una organización supuestamente antisistema como Wikileaks? Está claro que no se trata de una coincidencia. En todo caso, debe entenderse como una parte calcula- da de una estrategia a largo plazo de los círculos de la élite dirigente del poder hegemónico del mundo, Estados Unidos, para romper la carrera de China para convertirse en soberana y principal factor económico mundial. Todo ello forma parte de un juego orquestado más profundo que emplea los «derechos humanos» y una red de ONG y organizaciones que Washington controla directa o indirectamente como arma geopolítica propia. De la misma manera debe entenderse la elección de otro «revolucionario» de Tiananmen, Liu Xiaobo, como premio Nobel de la Paz en 2010.

Hasta el año 2007, Liu Xiaobo fue presidente del Centro Chino Independiente, el PEN. Este organismo es parte integrante de la telaraña angloestadounidense de las ONG: organizaciones privadas no gubernamentales de los derechos humanos promovidas con el apoyo de una red de fundaciones privadas de Estados unidos y Europa. Entre ellas se encuentra Freedom House. Su objetivo es crear algo que se llama «cultura mundial», lo que huele sospechosamente al ideal del Nuevo Orden Mundial de David Rockefeller.

No obstante, resultaría una falacia considerar que el Nuevo Orden Mundial no es más que un proyecto de dominación de David Rockefeller. Fue un consenso institucional del sistema de poder angloestadounidense que se remonta al inicio del siglo XX.



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