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Edición 355
Escrito por Daniel Estulin   
Sábado, 08 de Abril de 2017 12:16

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El acucioso investigador Daniel Estulin, quien en esta ocasión recibió el Premio Internacional de Periodismo por su Documental “Bilderberg, the Movie”, una amplia investigación sobre el poderoso grupo global y sus intereses en el mundo, también dirigió unas palabras a la concurrencia que estuvo en el Certamen Nacional e Internacional de Periodismo 2017 del Club de Periodistas de México.

 

A continuación, se presentan las palabras de su intervención:

 

Buenos días a todos. Muchísimas gracias por haber venido. Gracias a Celeste, a Mouris, al Club de Periodistas de México, por el reconocimiento de esta película. Sobre el Club Bilderberg, cuando yo escribí el libro hace diez años nadie sabía que existía una organización que se llamaba Club Bilderberg y ahora todo mundo habla de este poder supranacional. También quiero agradecer públicamente a mi director de la película que se llama Joan Cutrina, un genial artista y director catalán.

 

Decía Joan Wilde Hawking: “Cuando se lucha contra el destino, solo las grandes cuestiones, la vida, la supervivencia y la muerte, tienen verdadera importancia”. La pregunta que debemos responder urgentemente es: “Si la especie humana al enfrentarse a su propia autodestrucción es lo suficientemente inteligente como para cambiar el rumbo en el tiempo desde el paradigma actualmente ruinoso de intentar la consolidación de un imperio mundial y la legislación fingida para resolución de los conflictos geopolíticos por medio de la guerra o bien sustituir a ese paradigma con otro, que sea viable para la humanidad.

 

Si debemos encontrar una solución a la doble amenaza existencial de la humanidad, el peligro de la guerra termonuclear mundial y de la crisis económica sistémica, entonces el nuevo paradigma debe poner sus medidas en la conjunción con el orden de la creación.

 

Necesitamos un plan de paz para el siglo XXI, una visión que inspire a la imaginación y la esperanza del hombre, a la vez. Me siento honrado de estar en México, una nación que debe recuperar el protagonismo con el cual se restringió en muchos capítulos de la historia humana. México se encuentra en una posición privilegiada. El país tiene todo lo necesario para guiar la gran unidad del destino, creencias comunes, culturas milenarias, idioma y lenguas antiguas, tradiciones exquisitas, una gran población de jóvenes, cuya imaginación y exuberancia pueden cambiar el destino del mundo.

 

El ejemplo moral de liderazgo de los grandes visionarios, como lo fue Cuauhtémoc, joven abuelo, quien en sus luchas estuvo a la altura del arte; como el presidente Benito Juárez García o el general Lázaro Cárdenas del Río, quienes inspiran a la población a través de su legado y ejemplo.

 

Y si el liderazgo es moral, entonces la población ya se va a elevar de forma inmediata, el tipo de conciencia suficiente para rechazar el mal y buscar la perfección y la auto perfección.

 

Hoy por hoy, nuestra sociedad y los jóvenes viven en una tendencia nihilista y hedonista no filosóficas que los han sometido en un sistema de consumidores irracionales. Son subculturas como la del narco y sub filosóficas características de otra sociedad edulcorada, alucinada, violenta y desvergonzada, signos de una cultura moribunda.

 

La enfermedad espiritual que se extiende entre los gobernantes se ve de forma palpable cuando el patriotismo real es tan ingrávido, cuando aquellos que se atreven a defender los ideales universales son ejemplos y objetos de burla. Cuando las víctimas son, ante el manejo político y mediático, son juegos de los verdugos. Cuando los narcos, hampones y terroristas, aliados de gobernantes corruptos, son envidiados y puestos como ejemplos de éxito, y cuando un amor platónico a las futuras generaciones se convierte en un frío desdén.

 

No va a ser fácil conseguir el cambio. No es fácil, y si fuera todo el mundo lo haría. Pero es vuestro país. No vais a dejar que la situación actual los deprima. No vais a dejar que esto os destruya. Hagamos una solemne promesa: seamos más fuertes y mejor preparados para confrontar con dignidad, con civismo y conocimientos a los hampones y traficantes de drogas. Luchemos con probidad para evitar que el poder arribe en los corruptos e impidamos que los congresos se conviertan en recintos de la siniestralidad para destreza de los que saben violar la ley y por la incapacidad, oportunismo y ocurrencias tontas de muchos que ocupan esos espacios de representación, curules, escaños que son productos de historias, luchas, anhelos nacionalistas y muerte de patriotas.

 

Tenemos que hacer una declaración de principios. Que somos eso, eso es lo que representamos. Defendamos nuestro presente y futuro, nuestra gran patria, el futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos. Defendamos nuestro derecho de vivir en paz, de poder sentirnos protegidos en nuestros hogares, en nuestras calles. De poder educar a la juventud y basar la educación en ejemplos de Eros y no de los pedófilos, secuestradores o degenerados y sádicos.

 

Necesitamos creer en algo. Hallar algo mejor. Trabajar por libertad, con libertad de inspiración para mejorar la vida de todos, por kilómetro cuadrado de espacio y de naturaleza. Si no actuamos con filosofía, si no tenemos ideología, si carecemos de conciencia, no podemos construir un proyecto del futuro. Somos seres humanos, la conciencia nos quema. Tenemos que restaurar el sentido de pertenecer a una comunidad, al vasto universo, restaurar la misión humana hacia una existencia mejor y más fraterna que asuma una responsabilidad sobre el resto de las especies.

 

Hagamos una promesa solemne, que vamos a llevar a México donde queremos que esté en el futuro próximo. Podemos decidir que vamos a vivir cada día como si fuera el último. Vivamos nuestra vida con pasión, con impulso y determinación. Comprometamos nuestra existencia con nuestra patria. Dividimos o divididos y temerosos no somos nada. Unidos podemos cambiar el destino del mundo.

 

El último capítulo de nuestras vidas no se ha escrito todavía y no importa lo que pasó ayer, no importa lo que vais a hacer por vosotros. Lo que importa es qué vamos a hacer a partir de ahora.

 

Y para terminar me gustaría decir que somos el futuro. En esa tarea he empeñado mi vida, saber que somos únicos a través de esta chispa de vida que es la razón. La oligarquía puede tener miles de millones de dólares de riqueza, pero nunca van a ser inmortales. Ellos actúan en contra de la humanidad y le dan el testimonio al respeto con mis motivaciones, mis libros y mi más reciente película, que ustedes han valorado.

 

La elite tiene asegurado un futuro individual. Nosotros, por el contrario, podemos alcanzar la inmortalidad, simplemente haciendo una gran cosa: pensando y actuando por el bien común.

 

Dicen que ningún hombre es mejor que su conversación; que ningún político puede superar su discurso. Pero llegamos a un tiempo en que la incongruencia pone en peligro el destino de la humanidad. La idea, la palabra y la acción son la unidad indispensable de las sociedades que avanzan, y que no queremos destruir si queremos superar el latido de existencia individual y pensarnos en la tierra colectiva de la palabra Nuestro, como escribía Enrique González Rojo.

Muchas gracias.



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