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Edición 246
Escrito por ABRAHAM GARCÍA IBARRA   
Viernes, 12 de Noviembre de 2010 18:37

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Tirano Bandera y El

ocaso del Patriarca

Diálogo en el infierno entre  científicos porfiristas sobre conceptos de superioridad e inferioridad racial en México. Toda coincidencia es editorialmente deliberada:

 

Francisco G. de Cosmes: Dos elementos componen la nacionalidad mexicana. Uno de ellos, el español, apto para la civilización. El otro, el indígena, completamente inepto para el progreso. Sólo puede ofrendar a la patria la fuerza de sus brazos ya que posee una inteligencia escasísima “e incapaz de generalización”. Sólo apelando a la raíz hispánica se puede hacer realidad el patriotismo.

 

Francisco Bulnes: El español es ágil, valiente, mercenario, ladrón, hipócrita, parásito, terco, supersticioso, rapaz, teócrata, incapaz de concebir hechos generales. El indio es idólatra, alcohólico, taciturno, y sólo le alegra el velorio, la presencia de la muerte.

Querido Moheno: La raza indígena es un lastre enteramente negativo para nuestro progreso y muy eficaz para la disolución del país.

Emilio Rabasa: Sólo la clase superior de “los pueblos de raza”, puede apartar a los mexicanos del penoso camino del libertinaje. Porfirio Díaz conquistó la voluntad del pueblo, y el pueblo lo amó mucho tiempo y lo admiró hasta la muerte.

 

Ergo: Para regenerar al pueblo degradado, es menester que la dictadura importe sementales europeos. Sólo un nuevo tipo de mestizaje hará posible lograr un progreso sostenible.

 

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Los grabados que ilustran esta sección y el editorial son obra del maestro Alfredo Zalce

 

 

Hoy como ayer

El economista sinaloense, José Luis Ceceña (México en la órbita imperial/ Empresas trasnacionales, 1974), nos recordaría que, en la larga noche de la dictadura, altos funcionarios del gobierno, incluyendo miembros del gabinete del general Díaz, tenían estrechas ligas con los inversionistas extranjeros como socios o como simples prestanombres en las empresas de control extranjero. Entre ellos destacaban los personajes conocidos como los científicos. La economía mexicana estaba dominada fuertemente por capitalistas extranjeros que controlaban cerca del 80 por ciento del capital del conjunto de Las 170, cuya primacía correspondía al Grupo Norteamericano. El grupo Mexicano apenas controlaba 23 por ciento: 14 por ciento el gobierno y tan sólo nueve por ciento del sector privado. “La burguesía mexicana era débil y subordinada al capital extranjero”. Como ahora.

 

B. T. Rudenko (Ensayo de historia de México, 1974) retoma la estadística oficial para informar que, hacia 1910, de 11 millones 672 mil individuos de la población rural, nueve millones 500 mil (incluyendo a los miembros de su famita) eran peones. La masa sin tierra del campesinado mexicano oscilaba entre el 82.24 y el 97.7 por ciento. Los peones de tarea eran reclutados en temporada de zafra o de cosecha preferentemente entre las comunidades indígenas. “Las condiciones de vida de la clase obrera mexicana, si tomamos la masa fundamental de los obreros, se diferenciaba muy poco de las condiciones de vida del peón. Esto es así, sobre todo en lo concerniente al salario (…) en el tiempo que duró la dictadura de Porfirio Díaz, mientras que el salario mínimo por día en la industria de transformación en México se elevó de 22 centavos en 1877 hasta 59 centavos en 1910, el índice de salario real mínimo de esta misma rama de la industria se elevó solamente de 32 centavos en 1877 a 36 centavos en 1910”. (Esto es, cuatro centavos en 33 años por jornadas laborales de 10 a 14 horas diarias). Igual que ahora.

 

¿Y a título de qué, dejarle al obrero sus 36 centavos diarios devengados con sangre, sudor y lágrimas? ¿A qué financiarle su alcoholismo e idolatría? De escamotearle el salario se encargaría la “tienda de fábrica”, como al peón se lo arrebataría la tienda de raya. Se me reventó el barzón/ y sigue la yunta arando/ Cuando acabé de pizcar/ vino el rico y lo partió/ todo mi máiz se llevó/ ni pa´ comer me dejó/ Me presentó aquí la cuenta/ aquí debes veinte reales/ de la renta de unos bueyes/ cinco pesos de magueyes/ tres pesos de una coyundas/ cinco pesos de unas azcunas/ tres pesos de no sé qué/ Todo está en esta cuenta/ a más de los veinte reales/ que sacaste de la tienda/ con todo el máiz que te toca/ no le pagas a la hacienda… La historia como tragedia, al tiempo como farsa.

 

 

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La voz que no quiso

oír “el indispensable”

Por encomienda del propio Díaz, en 1906 el abogado, escritor y periodista Rafael de Zayas Enríquez, hombre de sus confianzas, hizo una visita de observación a la zona textilera de Río Blanco, la minera de Cananea y la agrícola de Acayucan. Estos son algunos contenidos de su reporte, con fecha3 de agosto de aquel año:

 

“No hay que equivocarse: El movimiento actual no es aislado ni está circunscrito a la clase obrera. Hay cansancio ocasionado por la inamovilidad de muchos funcionarios y empleados; irritación originada por abusos de algunos o muchos de ellos; impaciencia de parte de los que se creen con derecho a ocupar altos puestos públicos y cifran todas sus esperanzas en un cambio, siquiera sea parcial; odio hacia cierto círculo político, que ha sido considerado, con razón o sin ella, como adueñado del país y director exclusivo de los negocios públicos, que tiene acaparados los negocios pingues, y aparece en toda ocasión como la espada de Breno, inclinando el platillo de la balanza en que cae; queja contra las autoridades porque poco o nada se preocupan del pueblo, sino que cada cual piensa sólo en enriquecer a sus favoritos. Y hasta en las mejoras materiales de utilidad más evidente no quieren ver los contrarios sino negocios particulares de provecho privado.

A esto se agrega en los actuales momentos la cuestión obrera, y se agregará más tarde la cuestión agraria, que si no es buena la condición del obrero, la del peón es pésima; y si no se invocan los derechos del peón y sí de los obreros, es porque éstos, por su nivel intelectual menos bajo, por vivir en agrupaciones y por su carácter más levantisco, constituyen material para los propósitos de quienes intentan cambiar el orden de cosas existentes, quienes confían en que los trabajadores del campo se les unirán, llegada la ocasión.

Creer que la prensa de oposición está obrando como lo hace por los centavos que le produce la venta de periódicos, es un error. En el fondo de su conducta hay sinceridad, y de allí nace su energía y su constancia. Creer que esa prensa no ejerce influencia es otro error, pues cuenta con un buen número de lectores, los que patrocinan, unos por curiosidad, otros porque la malevolencia humana hace que se guste de lo que denigra al poderoso, y otros porque ven reflejados en ella sus deseos. Creer que la persecución puede destruirla o siquiera enfrenarla, es error más craso, porque se da a cada escritor perseguido aureola de mártir de la libertad y el héroe de calabozo suele convertirse en héroe de la barricada. Recordemos que cuando estalló la Revolución francesa, Luis XVI exclamó: Este es un motín, a lo que le contestó el duque de Liancourt: No, sire, esta es la Revolución. Noto que hay fermentación abajo y alarma arriba…. Como ahora.

 

Era agosto de 1906. Pero los dioses ciegan a los que quieren perder. El místico de la autoridad tenía las orejas retacadas de la cerilla de la adulación y la soberbia. Dos años después se realizaría la célebre entrevista Díaz-Creelman, que Bulnes calificó como “fatídica e imbécil”. Fue el momento aquel en que el dictador se comprometió: “Si aparece como una bendición, no como un mal, y si puede desarrollar poder, no para explotar, sino para gobernar, estaré a su lado, lo ayudaré, lo aconsejaré, y me olvidaré de mi mismo en la feliz inauguración de un gobierno democrático en mi patria”.

 

 

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En la lectura de Manuel González Ramírez (La Revolución y el sentido de sus planes, 1974), “a la luz de la conducta posterior a la entrevista puede afirmarse que Porfirio Díaz fue insincero al enunciar que abandonaría el poder. Como es del conocimiento, el anciano presidente no se retiró de su alta posición, antes lo contrario, recurrió a la fuerza y a incontables argucias para prolongarse en el ejercicio presidencial. Sólo que en 1908 tenía que ofrecer para atraer. El ofrecimiento constituía un señuelo; la verdad era que necesitaba atraerse a los descontentos y a los impacientes, aplicando la antigua política de hacer amigos de sus enemigos, nada más que por virtud de la circunstancias que prevalecían, deseaba atraerlos de modo espectacular. (Díaz) se sentía el indispensable universal: Del momento y del porvenir, de los oposicionistas y de sus partidarios.  A los suyos envió estas palabras: ‘Mis amigos han alabado mis méritos y disculpado mis faltas; pero seguramente querrán ser tan generosos con mi sucesor, quien podrá necesitar mi consejo y ayuda, para lo cual deseo vivir todavía cuando entre al gobierno y poder ayudar’. En suma, él era el orden en México, y más aún, el único orden posible para México; lo era en el presente y en el futuro; asimismo lo era para amigos y enemigos, de tal modo que, sintiéndose investido de tan excepcional prestigio, fue como se expresó ante el norteamericano Creelman.

 

“El indispensable”

ganó perdiendo

 

“Pero fue rotundo el fracaso en atraerse a la oposición, ya que, en razón inversa a su permanencia en el poder, la oposición antirreeleccionista se apartó del general Díaz, hasta enfrentársele en los comicios, combatirlo violentamente y obligarlo a renunciar a la presidencia. En cambio, su éxito fue más sutil en cuanto con habilidad elevó al primer lugar del panorama mexicano la cuestión política, desplazando a planos secundarios el problema social; y al mismo tiempo fincó en el juego de los partidos, y no de la lucha de clases, la dinámica sociológica de nuestro país (…) con propósito de negociar la paz entre el Porfiriato y los revolucionarios, el general Díaz, encarnando al orden, fue la razón de que resultara inaplicado el Plan de San Luis. En nombre del orden, algunas de la exigencias de los revolucionario quedaron frenadas; para acatar al orden, la cuestión social fue pospuesta; y para no ofender al orden, la Revolución se entregó en manos del ejército federal, al que acaba de combatir, licenciado en cambio, a sus propios elementos, con lo que dio causa y pretexto a la serie de divisiones cruentas y dolorosas que inmediatamente aparecieron”.

 

 

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La burocracia

como monopolio

 

Odio, decía De Zayas, a los que se había adueñado del país. Cierto día, el tabasqueño José Y. Maldonado se dirigió por escrito al general Díaz: “Soy de Tabasco y hace varios años que sirvo a la administración pública del estado. En la actualidad soy diputado local: soy, además, Presidente del Ayuntamiento desde hace algún tiempo, habiendo sido reelecto últimamente. Tengo, además de otros varios puestos, la Subdirección del Hospital Civil…”. Todo lo demás es chisme contra el director del centro hospitalario, pero lo trasmite al Presidente “con la esperanza de obtener la bondadosa y respetable intervención de Ud. En términos conciliatorios. Era el estilo del Patriarca, el Héroe de la Paz,

 

A sabor del Tlatoani cargado de medallas, pero agónico políticamente. Desde Monterrey, el licenciado Eduardo Martínez le escribe: “El Lic. Rafael Ávila, es Venerable de la Logia Juárez No. 8 y en tenida ordinaria que verificó dicho cuadro, el 31 del mes anterior, el propio Lic. Ávila, se expresó de Ud. en términos despectivos e inconvenientes, y manifestó además, que sólo la intervención armada de los Estados Unidos, podría acabar con la revolución en México, que bien la justifica el Derecho Internacional. Contra las antipatrióticas palabras del referido y mal mexicano Dávila, sólo protestó el inteligente Dr. Francisco Guajardo Martínez, pues los demás con su silencio, aprobaron las infamias de su Venerable”.

 

El 6 de abril de 1911, Pablo Escandón le informa desde Cuernavaca: “Nuestra situación, ya bastante mala desde hace días, ha empeorado al grado de que la estimo verdaderamente crítica. Las partidas rebeles que han aparecido últimamente por casi todo el Estado (…) ya constituyen una dificultad muy seria. “Tuve oportuna noticia de que Jonacatepec se encontraba amagado por gavila muy numerosa; echando mano de las fuerzas de la Federación y de las del Estado, pudo organizarse una columna de doscientos hombres, la que salió para aquella ciudad, al mando del mayor del 18 Regimiento. Esta columna llegó a Jonacatepec, en las primeras horas de la mañana y pocos momentos después empezó a combatir. El enemigo era temible, no sólo por la fuerza de que disponía (algo más de MIL DOSCIENTOS HMBRES), sino porque, en buena parte, no se trataba ya de una chusma, sino que desde luego llamó la atención del jefe de la columna, a quien tengo entendido es un bravo entendido y bravo militar, por la organización que observó. Según informes que ha dado, los rebeldes ejecutaron con bastante habilidad movimientos tácticos encaminados a envolver la columna de ataque, lo cual pudo evitarse (…) La falta de parque, por una parte, y por otra el peligro que corrían  nuestras fuerzas de verse copadas por un enemigo seis veces más numeroso, obligaron al jefe de la columna a replegarse sobre Cuautla”. ¿Pues no que se trataba de pura bola?

 

La insolencia hasta

los últimos días

 

8 de abril de 1911: “Pues bien, Sr. Presidente, mi violencia y apuración obedecía a que el tiempo se pasa, la huelga de Río Blanco se prolonga y aunque los pobres obreros tienen los mejores propósitos de permanecer correctos y pacíficos, el hambre es mala consejera, el sufrimiento y el dolor de verse constantemente oprimidos, despreciados y mal vistos, los irrita y yo adivino sus penas, son grandes. Y hoy meritorias por la resignación con que las están sufriendo; pero, Señor, de un momento a otro no sé qué va a pasar. No soy pesimista, más presiento que la atmósfera empieza a enturbiarse, las actuales circunstancias son peligrosísimas y la ociosidad a que están  entregados fatalmente fomentadora de maldades. El Sr. Jefe Político, que los ha engañado tantas veces, burlándose de sus necesidades, ha perdido el poco prestigio y respeto que le tenían. La conducta del Sr. Jefe Político y del Gerente de la fábrica es infame, es criminal y antipatriótica. En la huelga anterior, lo mismo que en otras, el Jefe les ha ofrecido cosas que no les ha cumplido, ni él ni el Gerente; hoy los obreros están descontentos por esas burlas sangrientas, al ser amenazados por nueva rebaja de salarios…(Colección Porfirio Díaz.) “Dile al tiempo que vuelva”. Y el tiempo volvió.

 

“Mi querido General y fino compadre: La prensa de todos los colores políticos inserta, diariamente, telegramas relativos a los tratados de paz que se dice están concertando los representantes del Gobierno y los delegados de los revoltosos. Los pesimistas, que abundan en todas partes; lo que creen que el Gobierno no tiene los elementos necesarios para sofocar la revuelta; los timoratos, en fin, estiman que deben hacerse concesiones a los Maderista, celebrando, al efecto, un tratado de paz. Más como esto sería poco decoroso para el Gobierno cuyos destinos con tanto acierto usted dirige; vengo, como hijo del Estado de Oaxaca, de ese bendito Estado que ha dado a la Patria, hombres de energía y de fe inquebrantable, a robustecer, en estos momentos de prueba, la honrosa idea que usted está poniendo en práctica, de no entrar en tratados de paz con los revoltosos; pues no le queda a éstos más camino, que la rendición incondicional, a fin de que los tribunales militares los juzguen como se merecen y les apliquen las penas a que se han hecho acreedores”.  Manuel Martínez Gracida.

 

De Puebla: “Señor General Don Porfirio Díaz: En los trabajos para levantar gente, según las instrucciones que se ha servido Ud. darme, se tropieza con la dificultad de que muchos se niegan a prestar sus servicios, temerosos, dicen, de que se les mande a Chihuahua o a Yucatán. Ruego a Ud. por lo tanto, se sirva decirme si para remover tal obstáculo y conseguir así un buen número de voluntarios, sería poible dar a la gente algunas seguridades de que se aprovecharán sus servicios solamente en este Estado, o cuado más, en los circunvecinos, pues de otro modo, mucho me temo que nuestros trabajos sobre el particular, no tengan todo el buen resultado que se desea”. Rafael Insunza. Al Héroe del 2 de abril, las mejores mulas se le empezaban a echar.

 

 

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Adiós con amor

y agua bendita

 

La suerte estaba echada: El Ypiranga ya estaba disponible: 24 de mayo de 1911 el general recibió esta comunicación: “Por la presente tenemos la honra de comunicar a Ud. que habiendo puesto en conocimiento de nuestra Compañía de Hamburgo las intenciones de Ud. de emprender un viaje a Europa, en el vapor de la Hamburg-Amerika.Linie ‘YPIRANGA’, 31 del presente en Veracruz, hemos obtenido contestación la orden de poner gratuitamente a la disposición de Ud. dicho vapor, o sea el Departamento de los Señores Capitán y Segundo Oficial, con sus respectivas dependencias. La Dirección de Hamburg-Amerika-Linie quedará no solamente obligada a Ud., sino que será además altamente honroso para ella que Ud. se digne aceptar la oferta que por conducto de nosotros se permite hacerle”.  CHRISTLIEB J. RUBKE. Agentes Generales.

 

Muchos de sus amigos y protegidos lloraron. Lloraron porque no se hubiera muerto puntualmente, como se esperaba de su edad, para heredar la sucesión. Los cuervos se quedaron de luto. Pero hubo una voz que agradeció de veras los favores que le brindó a su institución: “Sr. Gral. Don Porfirio Díaz (ya sin el presidente). MEXICO. Sr. de toda mi consideración y respeto: Por la prensa he sabido con bastante pena que hoy presentó su renuncia al alto puesto de Presidente de la República, y que muy pronto emprenderá Ud. su viaje para Europa. Ya que personalmente no me es posible manifestar a Ud. los sentimientos de mi corazón lo hago por medio de la presente, para darle a Ud., en primer lugar, las gracias más expresivas por las innumerables pruebas de cariño que se ha servido Ud. dispensarme a mí y a toda la familia. Además, como mexicano, reconozco cuanto le debe a Ud. Ntra. Patria. Por esos beneficios tan grandes doy a Ud. también las gracias más respetuosas,

Al separarse de nuestro lado, lo acompañarán siempre nuestro amor y nuestras humildes oraciones. No cesaremos de pedirle al Sr. que cuidad de Ud. con especial ternura en su viaje, que lo consuele en sus penas y lo llene constantemente de bendiciones celestiales. Estos deseos y sentimientos de mi corazón los hago extensivos a toda su apreciable familia. Dígnese Ud. aceptarlos jutamente con las consideraciones de mi mayor respeto y estima. De Ud. afmo. Serv. Y Opn J ATT SS, RAMÓN ARZOBISPO DE PUEBLA”.

 

Allá va un navío cargado de… historia. Los despreciados indios dieron cuenta de quien se soñó nuevo César. Y los científicos dejaron su  putrefacto legado a una macabra tecnoburocracia. Suele pasar.

 

 

 

Los católicos con Madero y contra Madero

Odio permanente a México, agresión rabiosa a la historia, mutilación cruel del mexicano; en esto puede resumirse la obra revolucionaria, la de ahora, la de los revolucionarios de 1995 y la de ayer, y la de siempre”. De esta manera condensó Jesús Guisa y Acevedo -uno de los más pugnaces pensadores de la ultraderecha- el juicio que merece a los católicos la Revolución mexicana.

 

En una mutua seducción, Porfirio Díaz y la jerarquía de la Iglesia católica habían pactado de facto un arreglo por el que el clero recobró parte del terreno perdido con la Reforma juarista. Sin embargo, en 1904 el dictador actuó con disimulo cuando se le solicitó el fiat para que el Círculo Católico de México se constituyera en Partido Católico Nacional. En la perspectiva de la sucesión presidencial, y estando en Monterrey, en junio de 1910 Francisco I. Madero -del que el catolicismo sigue haciendo befa por su condición de espiritista- declaró a El País que las Leyes de Reforma podrían ser atenuadas y que, en ningún momento había pasado por su mente perseguir a los católicos. Este gesto fue suficiente para que el clero empezara a mover sus hilos electorales. El 3 de mayo de 1911 se anuncia la fundación del partido católico, al que ya Díaz, en espera de los santos óleos, no le pone peros. El PCN empieza a tapizar los frentes hogareños con la consigna: Aquí se vota por Dios. Michoacán, Guanajuato, Zacatecas y Estado de México, entre otros, se pueblan de fe electoral. Caído Díaz (asume Francisco León de la Barra), el 18 de agosto del mismo año, la nueva formación nomina la fórmula presidencial Madero-De la Barra.

 

 

PARARECUADRO

El chacal Victoriano Huerta.

 

El PCN inicia la cosecha: Pronto se alzará con las gobernaciones de Querétaro y Jalisco (aquí, con José López Portillo y Rojas), pero pronto también chocará con Madero, acusándolo de fraude electoral, porque no se le reconocen triunfos en Michoacán, Chiapas y Puebla. En junio de 1912 logra colarse al Congreso de la Unión con 29 diputados y cuatro senadores. No obstante, reclama 75 diputaciones, que se le niegan, motivo por el que se enervan sus relaciones con Madero. No es casual que, al producirse el cuartelazo de Victoriano Huerta en febrero de 1913, el PCN no oculte su júbilo aplaudiendo el asesinato de Madero y Pino Suárez. La Iglesia católica recibe al usurpador con Te Deum.

 

Al triunfo del movimiento constitucionalista de Carranza, los católicos vuelven a las catacumbas, de las que retornan a la arena electoral en 1939, aupados por el Partido Acción Nacional (PAN).

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0
jose mecedes carrasco
julio 21, 2011
190.80.196.44
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...

smilies/cheesy.gifsmilies/grin.gifsmilies/angry.gifsmilies/sad.gif:estamos een los tiempos de los mejores literatos quienes mejores escriban seran mejores leidoso

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