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Heraldos selectos
Con todo el poder combinado entre los medios aliados del oficialismo, la fuerza del gobierno dispuesto a convertirse en la última etapa de su terrible gestión en paladín del Estado de derecho y todas las virtudes de la probidad -por decreto- y con una cobertura que parece más un ejercicio de práctica a mediano plazo para conformar la estrategia de la sucesión presidencial de 2012, según los talentosos diseñadores del proyecto “2030”; el pasado 24 de marzo se realizó un magno evento, teniendo como proscenio las instalaciones del Museo de Antropología e Historia denominado “Firma para la cobertura informativa de la violencia”, en el que sus promotores presumieron de la convergencia de un total de 715 medios de información en todas sus modalidades, aunque en el evento solamente se presentaron medio centenar de ellos bajo el control de las dos grandes televisoras; es decir, Televisa Y TV Azteca.
Indiscutiblemente, nadie puede prohibir este tipo de alianza o unión, pues nuestra Constitución, en su artículo noveno (a pesar de la manera tan grosera que es violentada por la clase empresarial-depredadora- gobernante y los poderes fácticos) garantiza ese derecho de libre asociación. Podemos no estar de acuerdo en la forma o el fondo, pero defenderemos esta garantía y derecho humano hasta sus últimas consecuencias. El problema no es cuestión de ideologías o diferentes formas de pensar, el asunto es de mayor profundidad cuando prácticamente de un simple plumazo se crea un grupo de medios que se sienten garantes de la verdad, con la muy respetable misión de decidir qué noticias dar y cuáles someter a la censura, con el presunto código de ética sobre cómo tratar a criminales” -dando por hecho tal calificación a quienes son presentados como presuntos culpables y aún no son sentenciados- teniendo como principal objetivo mostrar a México y al mundo que el siempre “valiente señor Presidente” y su guerra contra el crimen organizado es un gran éxito y que los casi 40 mil seres humanos caídos en la refriega son “daños colaterales”; un precio mínimo comparado con lo rápido y furioso con que las armas patriotas leales a su comandante supremo Felipe Calderón Hinojosa se visten de gloria a pesar de los bien pertrechados que están los transgresores con armas de exportación y experimentos casi nazistas de varias agencias de nuestro socio del norte.
Resulta pésima señal esta iniciativa de pacto para la regulación de la información, en la unificación de criterios ,sin tener claro cuáles son los elementos de valoración, porque de facto crea dos vertientes dentro del periodismo, los buenos por estar a favor de la línea informativa del gobierno federal y los malos que, yéndose por la libre, estarían en postura sediciosita al publicar, informar o evidenciar excesos, crímenes, violaciones de derechos humanos o atropellos a las garantías individuales. Tal conducta colocaría a éstos en la línea de aquellos periodistas, medios o grupos de opinión, quienes han sido objeto de acosos, persecución, escarnio y crimen que a partir de esta década de se han construido en mordazas de sangre que supera las seis decenas de comunicadores asesinados en completa impunidad.
Voces calificadas como la del coordinador de la Unidad de Análisis sobre la Violencia Social , del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, el maestro René Jiménez Ornales consideran que la unificación de criterios editoriales -pactada por algunos medios de comunicación para informar sobre la violencia- demuestra que son los grandes consorcios los que se aferran a seguir dando línea informativa; mientras sobre el mismo tema el sacerdote Manuel Corral Marín, secretario Ejecutivo de Relaciones Institucionales de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) advierte contundentemente: “Las noticias no se pueden callar y los medios están para comunicarlas”.
Este prelado no se queda en recordar la esencia del artículo sexto de nuestra Carta Magna que salvaguarda el derecho a la libertad de expresión, sino que reflexiona: “…es necesario crear una cultura de la comunicación y desterrar la cultura del amarillismo, porque en concordancia con la libertad de expresión, no serian validas ni la censura ni la autocensura si es que ese fuera el caso”. Continua en esta interesante declaración al diario La Jornada (26 de marzo/11): En estos tiempos no se vale la censura; los medios tienen la libertad de decir lo que ocurre. Si fuese censura habría que censurarla, porque eso a corto plazo trae más problemas que beneficios. Definitivamente hay que decir “no a la censura y si a la mesura”.
Quizás, para que podamos entender las telarañas de este peculiar pacto, deberíamos de recordar -como simple ejemplo- la manera como se atendió el caso de presunto secuestro de Diego Fernández de Ceballos; la difusión de los montajes mediáticos espectaculares de Genaro García Luna y la indiferencia para aclarar el crimen de más de sesenta periodistas y los secuestros de casi una docena. Esta acción no puede ser sostenida por una sociedad libre, plural y urgida de información. No podemos permitir que nos traten como menores de edad o autómatas sin criterio. Aceptarlo sería renunciar a la libertad de información y abrir la puerta a las tentaciones retrógradas dictatoriales que en todo el mundo se están derrumbando.
¿Después de este” pacto”, seguirá la regulación de las redes sociales, para no dañar los sentimientos de la intolerancia oficialista?
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