{vozmestart}
LOS RIESGOS
DE LA HISTORIA
Fernando Díez de Urdanivia
Un programa de televisión, de los que suelen reunir ante las cámaras un pequeño grupo de conocedores, dio lugar a comprobar una vez más la condición incierta de todo conocimiento, y la parcialidad de cualquier juicio histórico.
Los integrantes de una reciente mesa de discusión tomaron el malinchismo por tema y recurrieron a puntos de vista propios y ajenos, todos legítimos, aunque con el denominador común de la insuficiencia informativa y el aderezo de un público que cuanto hizo fue abundar en fobias y filias gratuitas.
El adjetivo peyorativo que se ha dado en utilizar para toda forma de adicción a lo extranjero fue sitio de arranque para disertaciones que aportaron elementos valiosos, pero también generalizaciones de alto riesgo. Los siglos siguen demostrando que a todo nacional le gusta lo extranjero, que la Malinche se entregó tanto a Cortés cuanto Cortés a la Malinche, y que si el mestizaje universal no existiese, nuestro mundo sería un conjunto de apartados raciales y culturales muy limitado.
Preferir un casimir inglés a un tlaxcalteca; gustar más una fabada que un mole oaxaqueño; irse mejor tras una faldas rubias que unas morenas; son cualidades, o si se quiere defectos, que no han cambiado ni cambiarán a través de los siglos y las geografías. Nadie se sienta mal mexicano por participar en eso.
En el teleprograma resultaron desconcertantes las referencias históricas del malinchismo aplicado a la gastronomía. Los especialistas se metieron con pasos no muy firmes por los caminos de nuestra comida y la forma en que según ellos vamos optando por lo foráneo y rápido, en lugar de lo propio y degustable.
En este sentido, cualquier comentario puede perderse por senderos infinitos. Los ponentes de la transmisión citaron la gastronomía mexicana en el marco de la historia para sustentar el deterioro de nuestro gusto en razón del detrimento de lo que se nos da de comer, muestra bastante clara de nuestra bancarrota cultural.
Una humilde cocinera de pueblo, de finales del siglo XIX, hubiese podido dar clases de cocina a la mayoría de los chefs actuales. Hasta hace treinta años, los mejores menudos jaliscienses se comían en puestos ambulantes. Para disfrutar en Mérida de un buen chocolomo había que ir al mercado de Itzimná.
Lo que se trata de señalar, con un índice que tiembla de temor, es que cuando los comentaristas de la televisión quisieron invocar la antigüedad histórica mexicana, pronunciaron con rotunda voz: ¡En la época de Echeverría!, como si México fuese un país forty years old, según diría un bien educado en Harvard.
{vozmeend}
More articles by this author
Se fue AlemánSe
fue Alemán
FERNANDO DÍEZ DE URDANIVIA
Compañero de
trabajo, jefe, pero sobre todo...
|