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El 11-S acaparó la atención del mundo y de México.
OCHO AÑOS SIN
PANCHO LIGUORI
Fernando Díez de Urdanivia
La catástrofe neoyoquina de las Torres Gemelas, con motivo de su décimo aniversario, llenó páginas de periódicos y pantallas de video. ¿Quiénes tienen presente que Liguori llegó a los ocho años de su partida?
Pocos meses después de la muerte de Gloria Gamiochipi, el viudo impar que fue Pancho habló del tiempo que llevaba sin ella con palabras y formas poéticas. Sin su poesía ni su talento, vayan estas líneas para recordarlo y ante todo para hablar de él como paradigma de cultura.
Gratos recuerdos del gran Pancho Liguori.
Es indudable que vivimos en un mundo distinto al suyo, y estamos en el umbral de una era que quizás no imaginamos. Se habla de una decadencia en la que nosotros mismos tenemos responsabilidad, y nos angustia que nuestros jóvenes estén cada día más lejos de los valores culturales y más cerca de las drogas.
No debemos ni podemos usar un solo rasero porque hay, para bendición de la humanidad, muchachos que se sublevan ante la situación y desearían la capacidad de enmendarla. A ellos no se dirigen estos párrafos, cuyos destinatarios deben ser los inconformes con una vida que ellos mismos ayudan a forjar.
El Centro Histórico de la ciudad de México.
Fue Liguori un provinciano que llegó a la capital no solamente a quedarse, sino a figurar como personaje singular del que hasta hoy, los pocos que lo recordamos, seguimos titubeando entre hablar del pintoresco bohemio o del consumado poeta.
Lo que parece más provechoso, es la evocación de su ejemplo como hombre de amistad y de cultura. Pararse con Pancho a conversar en cualquier esquina del Centro Histórico, era estar dispuesto a interrupciones constantes, porque saludaba o lo saludaban casi todos los que discurrían por allí. Maestro preparatoriano de varias generaciones, disfrutó e hizo disfrutar su ingenio de epigramista, que era forma de comunicar un saber.
Hoy a nadie se nos ocurre detenernos a platicar, porque no hay tiempo, porque nos atropella el tránsito humano, y porque careceremos de temas que no sean la violencia, los atentados, o lo difícil que está la vida. ¿Es Liguori solamente una añoranza? Ponerlo de nuevo en estas páginas es intentar que siga vivo su ejemplo, que es el de un pasado cuyos valores urge recuperar.
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