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Las Cuentas del Sicario
Las Cifras y Los Hechos en la Guerra
Contra el Crimen, S.A.
- Nuevo León, Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila y Veracruz, las plazas clave de la geografía de la violencia y la muerte.
JOSÉ VALENCIA
Esta vez tocó el turno de ser noticia de primera plana roja, una vez más, la ciudad industriosa de Monterrey, Nuevo León; ahora fue un cruel y despiadado “operativo de castigo” de la empresa más rentable de México: Crimen, S.A. Todo fue llegar la pasada tarde del 25 de agosto hasta las puertas de la casa de juego y apuestas “Casino Royale”, descender nueve sujetos de tres vehículos, copar la puerta principal de acceso, acorralar a los parroquianos hasta el fondo del local, rociar con combustible altamente inflamable la salida y prender fuego al lugar en un tiempo récord de poco menos de tres minutos; una operación fríamente calculada y ejecutada casi a la perfección. El costo ha sido más de cincuenta víctimas fatales, entre ellas una mujer embarazada, y una muestra más de que el crimen organizado no se rinde ni se arredra ante la ofensiva del presidente Calderón y las fuerzas policiaco-militares en acción. Obama ya dio su pésame y su crítica “más firme” contra este hecho reprobable, la PGR ofrece un recompensa de 30 mdp por información que conduzca a la captura de los asesinos, el presidente Calderón ya se dirigió al pueblo mexicano con un discurso alusivo, pero muy desgastado, mientras las fuerzas militares aumentan su presencia en Monterrey.
Un holocausto a manos de mafiosos que así cobran su protección.
El Mapa de la Violencia y el Crimen
México ha visto y sentido como se desarrolla una nueva geografía policial y delictiva en su territorio; la delincuencia organizada, los zares el narcotráfico han presentado frentes a las fuerzas gubernamentales y se ha delineado un mapa no oficial del México rojo, el México de la violencia y la muerte en el que figuran en primerísimo orden entidades federativas como Sinaloa, Durango, Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua y Coahuila, a los que se suman Michoacán, Veracruz, Guerrero, el Estado de México y Morelos. Aún están frescos los hechos de la balacera a las afueras del Estadio Territorio Santos de Torreón, Coahuila, mientras se jugaba el partido de liga entre el equipo local y los Monarcas de Morelia. Y que decir del no menos reciente asalto a la Plaza Comercial Las Américas de Morelia, Michoacán, actos delictivos que han calado hondo en la sociedad mexicana y han llamado la atención de la opinión pública internacional por tantas aristas y perfiles que muestran de una nación en crisis.
Una narcofosa más en las entrañas de México.
Los Hechos y sus Números
No es fácil rastrear, y mucho menos tener información con un 100% de certeza en torno a las cifras que arroja de manera cotidiana esta lucha cerrada entre los señores del crimen organizado y el gobierno mexicano en sus tres niveles. Es por esto que damos cuenta de las que están disponibles en las fuentes de información abierta, en las páginas de la red que permiten el acceso a diversas informaciones y en los testimonios de grupos y organizaciones, tanto gubernamentales como privadas, que llevan un seguimiento, paso a paso, día a día, sobre esta etapa violenta del México rojo que se inició entre 2007 y 2008, ya dentro de la actual administración calderonista, en plazas de Guerrero, Jalisco, Chihuahua y Sinaloa.
Hasta la fecha los muertos por esta guerra (de la que el presidente Calderón califica en ocasiones sólo de una lucha) alcanzan una cifra superior a los 40 mil. Tan sólo en setenta masacres realizadas entre 2009 y este año, se contabilizan oficialmente 1,200 víctimas fatales a manos del crimen organizado. Punto aparte y de especial atención es el hecho de que en este grave problema nacional, 3.7% de los muertos son jóvenes y adolescentes, de los cuales la mayoría prestaba sus servicios a las redes del narcotráfico y el narcomenudeo.
Ojalá no los Mate el Olvido…
Enumerar las masacres y ajustes de cuentas entre el narcotráfico, el crimen organizado y los enfrentamientos con las fuerzas gubernamentales federales, estatales y municipales, ocuparía un enorme espacio por sus contextos informativos, fechas, sitios y caídos, sin embargo podemos hacer un breve pero sustancial recuento en torno, no a las más importantes pues toda matanza de seres humanos lo es, sino por su trascendencia a la opinión pública, pues debemos reconocer como real y evidente, que hay muertes que oficialmente y en los medios, jamás han aparecido ni se han contabilizado.
Comenzaremos por los asesinatos en agosto de 2008, de dos jóvenes en el Centro de Rehabilitación de Adictos o CIAD número 6 y luego de una decena de jóvenes más en el CIAD número 8 de Ciudad Juárez, los cuales se sumaron a la estadística negra de 74 ejecutados en centros similares como El Aliviane, Anexo a la Vida, Centro de Fé y Vida, El Camino y Fuerza para Vivir, entre 2006 y 2010, para dar un total de 86 víctimas. Luego la masacre de 72 migrantes centroamericanos en San Fernando, Tamaulipas, la de La Marquesa en el Estado de México en donde fueron muertos 24 hombres; la de 21 asesinados en el bar “Sabino Gordo” de Monterrey, y que decir de la matanza de 16 jóvenes en el fraccionamiento Villas de Salvárcar en Ciudad Juárez y los 13 muertos en Creel, tambien en la entidad chihuahuense. En el pasado mes de julio de este año debemos citar el “fusilamiento” de once personas en Valle de Chalco, Estado de México.
Una imagen cotidiana y de resignación obligada por la violencia.
Sin embargo, lo más criticable e intolerable de esta cosecha sangrienta en el territorio nacional, es la humillante impunidad que la sociedad debe tragarse, sea por la ineptitud (sospechosa) de las autoridades (in)competentes, sea por la penetración que ha hecho el crimen en las filas policiales. Los muertos ya no hablan, ya no pueden hacer nada, sin embargo, más que un número estadístico, son una ofensa a la dignidad social, una falta de respeto a la vida y el precio que se está pagando por haber pateado un gigantesco avispero sin haberse protegido previamente. ¿Cuánto más se incrementarán estas cifras? ¿Cuándo se detendrá esta ola de violencia? ¿Quién detendrá en seco al crimen organizado? La respuesta está en el viento…
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