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EU: ¿Indignado?
John Saxe-Fernández
Michael Bloomberg, el alcalde de Nueva York, acaba de advertir que si la crisis nacional de desempleo no se resuelve pronto, podrían ocurrir tumultos callejeros: “Tenemos muchos recién graduados de universidades que no encuentran empleo. Eso es lo que pasó en El Cairo. Eso es lo que pasó en Madrid. Uno no quiere este tipo de alborotos aquí”.
El alcalde neoyorkino, Michael Bloomberg
Analistas de distintas posturas concuerdan, desde Thomas Kocham, del MIT, hasta Immanuel Wallerstein, de Yale. Al primero le sorprende que todavía no se hayan dado hechos más visibles de descontento. “Nuestro público es muy tolerante. No se inclina al desorden civil, pero con esta economía, los tiempos ya se agotaron”.
Para Wallerstein, la incertidumbre y el caos rondan por doquier. Plantea que es irreversible el deterioro del dólar como moneda de reserva mundial: Era “el último poder serio que mantenía Estados Unidos”, dijo a Sally Burch (http//:alainet.org), y agregó que “los daños son hechos concretos, la situación de Estados Unidos es grave y no es recuperable”. En lo doméstico señala que pequeñas urbes “están entrando a la bancarrota y, por ejemplo, no pueden pagar las jubilaciones”, al tiempo que con rapidez se deteriora la situación de la clase media: “Quienes perdieron su empleo no hallan otro, en especial las personas entre 40 y 60 años, que llegan incluso a perder sus casas”.
Para Wallerstein “la situación en Estados Unidos va a empeorar” por el freno republicano al gasto público. Se gesta un deterioro mayor: “La fantasía del Tea Party -advierte- está llevando a Estados Unidos, y por lo tanto a todo el mundo, en dirección de un crack”.
El desgaste económico-social interno es agudo: Por más de 36-40 meses el desempleo crónico ha permanecido muy alto, en nueve por ciento, según se refleja en las cifras del Bureau of Labor Statistics (BLS), cuya metodología, que considera “ajustes estacionales” y otros manipuleos, maquilla la realidad para que no luzca tan mal. La permanencia del desempleo de largo plazo no se registra a estos niveles desde el fin de la segunda guerra mundial y es equiparable al de la gran depresión.
Según John Williams (Shadowstats.com) “la extraordinaria severidad y duración del embate económico en Estados Unidos durante los últimos tres a cuatro años ha desestabilizado los ajustes estacionales utilizados en las cuentas mensuales del BLS de ciertas series estadísticas”. Después de 1994 se hicieron ajustes a la metodología. Williams recuerda que según el procedimiento estadístico utilizado ahora, después de que alguien ha estado desempleado por más de un año, ¡deja de estar incluido en las cuentas gubernamentales!, por lo que “si el desempleo fuera computado como se hacía antes de 1994, entonces la cifra verdadera de desempleados sería de 22.2 por ciento”.
Thomas Kocham.
Pero además de que el desempleo es crónico y en realidad “muy alto”, un estudio de Lawrence Mishel, del Economic Policy Institute (EPI), muestra una sustancial declinación en el patrimonio de la clase media y otros grupos como los afroamericanos, cuyos hogares son su principal riqueza: “El valor de los bienes familiares es ahora más bajo de lo que era en 1983, hace una generación, mientras la riqueza de los sectores de altos ingresos tuvo gran expansion” (www.epi.org). Téngase presente que ésta es una tendencia de largo plazo y que con ello permanece y se agudiza la polarización social. Mishel muestra que cinco por ciento de las familias más ricas captaron cerca de 82 por ciento del crecimiento total de la riqueza registrado entre 1983 y 2009, mientras 60 por ciento de los hogares contaban con menos recursos que en 1983. Peor aún, otros estudios de EPI muestran que el crecimiento de los salarios se está frenando, de una tasa de 3.8 por ciento en 2007 a 1.8 en mayo de 2011.
Los datos y eventos respaldan la prognosis de Wallerstein: “Yo veo guerras civiles en múltiples países del norte, sobre todo en Estados Unidos, donde la situación es mucho peor que en Europa occidental, aunque allá también hay posibilidades de guerra porque hay un límite hasta el cual la gente ordinaria acepta la degradación de sus posibilidades”.
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