ITINERARIO 2012 ABRAHAM GARCÍA IBARRA
MÉXICO, LA JOYA DE LA CORONA PARA EL VATICANO
Lo que nos faltaba: ¿Guerra santa?
“Si por revolución se entiende cambio radical, eso queremos”. Pedro Arrupe, capitán general
FASCINADOS POR LA LEYENDA NEGRA sobre los jesuitas en México, hace ya más de tres décadas que por allá -por el sur de la Ciudad de México-, en el Centro de Investigación y Acción Social, tuvimos la oportunidad de cubrir periodísticamente la visita del sabio -no fue sólo doctor en Teología, sino doctor en Medicina- Pedro Arrupe, entonces superior general de la Compañía de Jesús, e hicimos simultáneamente el único contacto personal con el obispo de Cuernavaca Sergio Méndez Arceo.
De inquisidor a redentor
Arrupe merecía del integrismo católico el título de El papa negro. Al tiempo, Méndez Arceo sería denostado por los integristas mexicanos con el remoquete de El obispón rojo, y de éste color algunos católicos fanáticos lo bañarían en el aeropuerto en ocasión de un regreso de Santiago de Chile.
Eran tiempos posconciliares -Arrupe había sido un activo y agredido participante en el Concilio Vaticano II- y la Teología de la Liberación, impulsada vigorosamente en algunas diócesis de América Latina, era temida por Washington y Roma como un marxismo recalentado. No era para menos, aquí se convertían en éxitos editoriales ensayos como el del sacerdote amonestado José Porfirio Miranda: Marx y la Biblia/crítica a la filosofía de la opresión, por citar una entre las más representativas que atraían a jóvenes universitarios mexicanos y sus mentores.
La tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano (III-CELAM en Puebla), que presidió en México en 1979 Karol Wojtyla (Juan Pablo II), fue expresamente convocada para exorcizar esa expresión teológica que pretendía poner a caballo la opción por los pobres, asumida en el reciente Concilio Vaticano. El secretario de Estado del papado, Sebastiano Baggio, acompañante del vicario, ardía en ira en el Seminario Palafoxiano cuando este reportero le interrogaba sobre por qué habían sido excluidos algunos teólogos divulgadores de dicha doctrina emergente, en la que se inspiraban algunos sacerdotes guerrilleros, como el colombiano Camilo Torres.
Cuando Arrupe fue echado de El Vaticano
Fue precisamente Juan Pablo II -constan evidencias de que a presión del Opus Dei (obra de Dios)-, a quien acompañaba ya Joseph Ratzinger (hoy Benedicto XVI), quien tácitamente expulsó de El Vaticano a Arrupe, el 26 de agosto de 1981, aprovechando su convalecencia a causa de una trombosis cerebral, al regreso de un viaje a Japón. Contra el protocolo de la Compañía de Jesús, la sucesión no se procesó al través de una Congregación General, sino por conducto de un delegado personal de Juan Pablo II (el también jesuita P. Dezza), hasta que en septiembre de 1983 la Congregación General se pronunció por el holandés Peter Hans Kolvenbach para el relevo.
Arriba de estas líneas: Los ahijados del Opus Dei y su capellán Escrivá de Balaguer
Viene al caso ese ejercicio memorioso, habida cuenta que la asunción de Wojtyla al trono pontificio significó no sólo un viraje, sino el freno y retroceso a las reformas postuladas por el Concilio Vaticano II. Fue también el momento en que la supremacía que ejercía la Compañía de Jesús en la iglesia romana fue transferida por Juan Pablo II-Benedicto XVI al Opus Dei, seguramente en mérito de que Josémaría Escrivá de Balaguer adoptó como sus ahijados “espirituales” a los primates chilenos Augusto Pinochet, José Toribio Merino (tan culto que no pasó un examen de ingreso a la Escuela Naval por el desconocimiento de la historia de Chile y el idioma castellano) y Gustavo Leight, verdugos del pueblo chileno.
Escrivá de Balaguer elevado a los altares
Desde que Benedicto XVI asumió el legado de Pedro, se ha recrudecido le producción y divulgación de propaganda negra en contra de los jesuitas, imputándole a la persona de Pedro Arrupe, en la lógica de la teoría de la conspiración, su supuesta condición de masón, su presunta militancia en el Partido Comunista Español y tenebrosos nexos con los Illuminati de Londres. Como si él hubiera escogido el lugar de su nacimiento, hasta ser vasco se esgrime para su satanización. En cambio, se ha procurado fortalecer y expandir al Opus Dei, concediéndole la canonización de Escrivá de Balaguer, concretada por Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002.
Antes, durante y después de la reciente visita de Benedicto XVI a Guanajuato, cuestionamos en estas páginas sobre los rendimientos políticos que pretenderían obtener de ese acontecimiento las diversas asociaciones religiosas insertas en el catolicismo mexicano -y sus ramales laicos varios- en el marco de la sucesión presidencial. No es gratuito que la Conferencia del Episcopado Mexicano y Felipe Calderón le hayan propuesto a las secretarías de Estado y de Relaciones Internacionales de El Vaticano la primaveral fecha.
El eje Washington Roma Londres
Para poner el tema en retrospectiva, vale retomar algunos elementos de información. Margaret Thatcher, Karol Woktyla y Ronald Reagan llegaron al poder con diferencia de meses. La británica y el estadunidense no sólo empezaron a posicionar la imagen del eje del mal para pactar su compromiso de disolver la Unión Soviética. Proclamaron la Revolución conservadora como carta de navegación del neoliberalismo. Contra el eje del mal apareció como antípoda el eje Washington-Roma-Londres.
Del beso al diagnóstico de demencia
Para América Latina, Reagan y Juan Pablo II convinieron en hacerle frente y parar el avance de la Teología de la Liberación, ya codificada como marxismo recalentado. Si para la Casa Blanca valían para el combate operaciones como la Irán-Contra, para El Vaticano se contaba con la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el nuevo santo oficio romano, confiada a Joseph Rátzinger, quien llevó al banquillo a no pocos teólogos latinoamericanos, con especial odio al brasileño Leonardo Boff. Se les pasó la mano (1980) con el arzobispo de El Salvador, Oscar Arnulfo Romero, masacrado por rogar en homilía a los soldados salvadoreños no emplear las armas contra el pueblo.
El turno del Programa Democracia empresarial
Para América Latina también, y por cuenta de la Casa Blanca, el dormilón Reagan firmó la iniciativa que creó la Fundación para la Democracia y un Programa Democracia expresamente para sonsacar a los empresarios contra los estados nacionales, ambas estrategias habilitados con generoso financiamiento del Departamento del Tesoro. A instancias de la Fundación Heritage, muy cercana al Salón Oval, el Partido Acción Nacional (PAN) fue incluido en la nómina de receptores de los donativos. Esta nueva ventanilla no cerraría la de la alemana Fundación Konrad Adenauer, de vieja data.
El papa negro
No es casual entonces que, en los estados fronterizos del norte de México, el PAN iniciara, propiamente en 1983, en Chihuahua, un nuevo ciclo de ascenso electoral, no obstante que siete años antes su conflictividad interna le había impedido presentar candidato presidencial contra la candidatura priista de José López Portillo y Pacheco, a la que sólo se opuso la testimonial del comunista Valentín Campa. Un año antes (1982), en la trágica Ciudad Juárez, hombres de negocios habían realizado una reunión conspirativa -obviamente secreta- con la presencia de los dirigentes nacionales del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), entre otras, para discutir una iniciativa con opciones excluyentes: a) construir el partido de la clase empresarial, y b) profundizar el proceso de penetración del PAN. Se votó por la segunda, a cuyo aceleramiento y enervamiento sirvió la expropiación bancaria de septiembre de ese año.
Y aparecieron los Bárbaros del norte
Se empezó a hablar de neopanismo y a éste comenzaron a asomarse los autodenominados bárbaros del norte. Los triunfos municipales en el estado de Chihuahua en 1983 dieron aliento para el combate por la gubernatura hacia 1986, perfilando al alcalde azul de Ciudad Juárez, Francisco Barrio Terrazas, formado profesionalmente en el Centro Patronal y religiosamente -aunque formalmente católico-, en una especie de logia de Los Carismáticos.
Ese es el periodo en el que se desarrollan tres fenómenos políticos: 1) Al alimón, medios de comunicación del sur de los Estados Unidos y de la Ciudad de México ponen su puntería apologética en Chihuahua. 2) Los arzobispos de la Ciudad de Chihuahua, Adalberto Almeida y Merino, y de Ciudad Juárez, Manuel Talamás y Camandari, toman la iniciativa política organizando Talleres para la democracia, orientando al electorado contra el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y 3) ya está en escena el embajador de los Estados Unidos en México, el ex actor John Gavin. En abril de 1983 se hizo acompañar del sinaloense directivo del Consejo Coordinador Empresarial y ex presidente del Movimiento Familiar Cristiano en Culiacán, Sinaloa , Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, a Salt Lake, Utah, en donde éste denunció que en 1982 se le robó la elección presidencial al PAN.
La Triple Alianza en torno al PAN
El propio embajador logra en 1984 acreditar, por primera vez, delegados del PAN a la convención del Partido Republicano, en Dallas, Texas, para lanzar a Ronald Reagan a un segundo periodo en la Casa Blanca.
Gavin mueve hábilmente sus resortes en la franja fronteriza norte pero, a principios de 1985, aborta la Triple Alianza: Empresarios-Clero político-EU en torno al PAN, para asistirlo contra la candidatura priista a la gobernación de Sonora del ingeniero Rodolfo Félix Valdés, a cuyo triunfo el panismo impulsa un gobierno alternativo a cargo del candidato perdedor Adalberto Rosas López.
En ese año, ya es documentable el cruzamiento de nombres entre los directorios de las agrupaciones empresariales, particularmente de la Coparmex, y los de los comités nacional y estatales de dirección del PAN. Para la elección presidencial de 1988, después de haber perdido la gobernación de Sinaloa, el PAN hace candidato a Clouthier del Rincón, muerto misteriosamente al año siguiente. En 1988, una débil estructura del PAN se había reforzado con el llamado Poder ciudadano, de corte patronal, para respaldar la nominación del ex presidente de la Coparmex y del CCE.
La alianza estratégica con Salinas de Gortari
Bajo sospecha de golpe de Estado técnico en las elecciones del 6 de julio de 1988, el priista Carlos Salinas de Gortari, quien en el interregno de su toma de posesión negoció la alianza estratégica con el PAN para solicitar la “legitimidad de gestión”, quiso congraciarse con el clero político, invitando a su asunción a los más granado de la jerarquía católica, encabezada por el delegado apostólico de El Vaticano.
Juan Pablo le otorga “legitimidad de gestión”.
En 1990, hizo una nueva visita a México Juan Pablo II. A su regreso a Roma estaban formalizadas, después de 130 años de desencuentro, las relaciones entre los estados vaticano y mexicano. Tres años después, Salinas de Gortari forzaría al Congreso de la Unión a la contrarreforma de los artículos 24, 27 y 130 de la Constitución, relativas al culto, voto pasivo para los religiosos y restitución del derecho a la propiedad eclesiástica, entre otras concesiones. (Para saludar a Benedicto XVI, el Congreso mexicano le obsequió con una reforma de segunda generación al artículo 24.)
La presencia de Juan Pablo II en México, donde puso el acento de su discurso en la reivindicación de los llamados mártires cristeros, generó un realineamiento entre las facciones católicas, de las que unas quedaron reducidas a la nostalgia, pero otras, como El Yunque, cobraron nuevos bríos y empezaron a desenmascararse paulatinamente, gracias, sobre todo, a la investigación periodística.
Y así aparecieron Los Macabeos
A manera de ilustración, por ejemplo, en el estado de Aguascalientes, en el corazón del territorio del movimiento Cristero de los años 20 en su expresión guerrera, y posteriormente en catacumbas, con vistas a las elecciones de 1998, empresarios y contratistas simpatizantes del PAN formaron lo que llamaron la legión de Los Macabeos, inspirada en las luchas de los legendarios combatientes del mismo nombre, primero contra los seleucedos y más tarde contra el Imperio romano. Organizados secretamente al margen de la estructura nominal del PAN, lograron expulsar al PRI de la gobernación del estado, del municipio capital y de un número considerable de distritos para el Congreso local. El primer gobierno azul lo encabezó el poderoso abarrotero Felipe González González, luego subsecretario de Gobernación con Vicente Fox y actualmente senador de la República.
Acreditado en 1998 ese éxito, según nos reveló uno de los fundadores de Los Macabeos, que ya inscrito formalmente como miembro del PAN logró la alcaldía de Aguascalientes, el gobernador panista de Guanajuato, Vicente Fox Quesada, formó delegaciones para informarse in situ del proceso de organización, declaración doctrinaria y concepción estratégica. Afirma nuestro informante que, en efecto, previo a la campaña presidencial de 2000, el modelo orgánico de ese grupo fue tomado en cuenta para lanzarlo a escala nacional, si bien después los que cobraron preponderancia fueron los Amigos de Fox, que, según testimonio del propio gobernador guanajuatense, recibían donaciones de los Estados Unidos, Europa y hasta de Rusia.
También en la perspectiva de 2000, desde la Ciudad de México, viejos combatientes de Las legiones de la Moral de los años cincuenta, con otras organizaciones de viejo cuño o de nueva creación -la mayoría vinculada al PAN y asistidas invariablemente por capellanes católicos- lanzaron la campaña para limpiar los contenidos de los medios de comunicación. Hacia 1999 ese movimiento alardeaba de contar con unos siete millones de adherentes. Lo que nunca confesó es cómo se hizo del padrón electoral, con nombres y números de credencial, que terminaron en manos de los estrategas de los Amigos de Fox, quienes empezaron a mover líneas telefónicas y la Internet para hacer proselitismo entre esa muchedumbre.
Esta no es una simple anécdota
Hacia mediados de junio de 2000, en templos católicos del Valle de México -estuvimos en algunos del Distrito Federal-, desde los púlpitos o en volanteo, los feligreses estuvieron siendo invitados a talleres de estudio, de preferencia en recintos familiares. Los “instructores” o “motivadores”, con la Biblia abierta en el Libro de Josué, leían los capítulos correspondientes al cuidado del arca de la alianza al cruce del río Jordán y al sitio de Jericó, día por día de seis.
Versículo por versículo, en cada mención que se hacía de los enemigos de los hijos de Israel, los oradores colocaban el nombre del PRI, del mal gobierno o del Estado totalitario. “Y el séptimo día (para el caso el 2 de julio) levantáronse cuando subía el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces… Dad grita, porque Jehová os ha entregado la ciudad. Más la ciudad será anatema a Jehová, ella, y toda las cosas que están en ella; solamente Rabab la ramera vivirá, con todos los que estuvieran en casa con ella, por cuanto escondió los mensajeros que enviamos”. Días después, los consejeros del Instituto Federal se encargaron de trasladar esos textos a la interpretación del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) con más celo que en la lectura del Levítico. Para entonces, el Oráculo mayor ya había dictado su fallo desde los montes de Chapultepec.
Fox recibió título de la Ibero
Hasta entonces, la Compañía de Jesús, con su capítulo provincial en México, que entre otras instituciones ejercía la gestión de la Universidad Iberoamericana, como ente orgánico había mantenido un bajo perfil en los procesos electorales constitucionales. Fox Quesada blasonaba de haber iniciado su formación escolar y espiritual a cargo de jesuitas, en León. Incluso, alguna vez habló de que estuvo tentando a seguir la carrera del sacerdocio. No obstante ese expediente, no terminó su carrera profesional en la Universidad Iberoamericana, de la que salió destripado en 1975 para hacer carrera laboral en la trasnacional Coca Cola.
Quince años después, con sus nuevos atributos electorales, Fox Quesada volvió al campus de la Ibero a recibir, no sin resistencias internas, el título profesional de manos del rector José González Torres.
El guanajuatense no volvió a recordar su paso por las aulas de ese plantel, pero sus compañeros “de banca” ironizaban, ya siendo Presidente, haciendo memoria de aquel larguirucho condiscípulo que ponía más atención al ejemplar en circulación de Kaliman, que a la biografía y obra de San Ignacio de Loyola, en cuyo homenaje se desarrolló la Compañía de Jesús. Cómo no confundirse con los nombres de Borges o en la identificación de receptores latinoamericanos del Premio Nobel de Literatura.
Cara y cruz para Benedicto XVI
En ocasión de la reciente visita de Benedicto XVI, ante quien comparecieron los aspirantes a la presidencia de México, en Voces del Periodista cuestionamos el dilema que se le presentaría al visitante: Hacia quién apuntaría el dígito pontificio: Ahí estaban el candidato priista Enrique Peña Nieto, formado en la Universidad Panamericana, del Opus Dei, y la candidata panista, Josefina Vázquez Mota (Dios mío, hazme viuda por favor), diplomada por el Instituto para la Alta Dirección de Empresa (Ipade), también del Opus Dei, la orden que sacó de El Vaticano al capitán general de la Compañía de Jesús, Pedro Arrupe, y cuyo fundador -de la obra de dios- fue canonizado por el papa Juan Pablo II. Por supuesto, Joseph Ratzinger no dio señales de su intención de voto electoral, al menos no nos lo han dicho nuestras creíbles encuestadoras.
Peña Nieto también busca dedazo pontificio
El opusdeista Enrique Peña Nieto, al que también se le enredan títulos literarios y autores, se armó de valor para presentarse ante la comunidad de la Ibero. Dijeron sus publicistas que salió muy bien librado. Pero hoy los “líderes de opinión” hablan de la primavera mexicana que prendió en campus de la Ibero. Y la opusdeista Vázquez Mota, sigue sonriendo en público; quién sabe si en privado ría a mandíbula batiente. El redentor tropical se mueve entre el gesto pícaro y la cautela.
La primavera mexicana
Primavera mexicana: En el número 252 de Voces del Periodista, correspondiente a la segunda quincena de febrero de 2011, con motivo de la caída del egipcio Mubarak, y bajo el título Tiemblan los dictadores ¿Ahora qué? asentamos: “La primera generación del siglo XXI sacude los carcomidos regímenes dictatoriales del mundo árabe. El impacto expansivo de su acción sobre las riberas del Nilo cimbra Túnez y Egipto, sí, pero el sátrapa delega la continuidad de su dictadura al Consejo Militar. Frente a la promesa electoral, ¿cómo se encauzará la espontaneidad? Por efecto dominó, ¿caerán nuevas cabezas? Ese es el gran enigma…”.
De la tunecina Revolución del jazmín se pierden los floridos aromas. En Egipto emergen los pocos democráticos Hermanos musulmanes. No actuaremos como aguafiestas: Esperaremos el 2 de julio mexicano.
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