APUNTE JORGE GUILLERMO CANO (Exclusivo para Voces del Periodista)
Vientos de fronda
LO QUE PARECÍA CASI IDÍLICO retorno al Jurásico de la tranquilidad prometida se empieza a desfondar a fuerza de realidad. No puede ser de otra manera. Mientras las bases del actual sistema permanezcan inalterables, como hasta ahora, es ingenuo, por decir lo menos, esperar cambios sustantivos en lo que sea.
En columna anterior (junio, del año que pasó) advertimos lo que a no pocos pareció exagerado.
El país todo se les está yendo de las manos a los gobiernos, tanto el federal como los estatales. No era novedad radical, pues desde que inició la “guerra” al narcotráfico, declarada por el gobierno de Felipe Calderón, la inestabilidad ha sido el signo recurrente, escribimos.
Hace poco más de siete meses, referíamos que “en las recientes semanas, sin embargo, por las características particulares de los acontecimientos y su magnitud, en estricto, se evidenció de manera plástica la ya irrebatible incapacidad oficial para dar al menos un margen razonable de seguridad al país”.
A todo lo largo y ancho
Las señales, entonces, eran los enfrentamientos entre bandas, los asesinatos de periodistas en Veracruz, las matanzas en Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa y en el Distrito Federal.
Se habían dado agresiones a estudiantes en Michoacán y Guerrero, la represión a desplazados por la presa Picachos en Sinaloa, y en general casos “en los que la proverbial torpeza de los gobernantes alimenta el ambiente de inestabilidad”.
En la continuidad del retorno, las medidas circunstanciales han demostrado su ineficacia, por no decir su completa inutilidad. Ante la ausencia de autocrítica y análisis razonado, se persiste en el error de manera sospechosa, por decir lo menos; todo indica que, en realidad, no interesa tener éxito sino que el caos continúe sin solución a la vista.
El mayo del año que pasó, en Cadereyta, Nuevo León, 49 cuerpos mutilados, entre ellos de seis mujeres, fueron encontrados por la Policía Federal, desnudos, sin extremidades ni cabezas.
Días antes, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, 23 cadáveres, nueve colgados de un puente y 14 decapitados. Las cabezas las dejaron cerca de la alcaldía.
En la colonia Santa María Aztahuacán, delegación Iztapalapa del Distrito Federal, el sábado 5 de mayo de 2012, un enfrentamiento entre jóvenes, a balazos de carro a carro, dejó seis muertos y dos heridos en estado crítico.
De todos esos casos y los que se han acumulado, nada se sabe más allá del recuento trágico. Cero investigación, cero inteligencia, la acción relativa a nivel de banqueta.
Pasó la elección presidencial y, aunque sin tanto alboroto ni ánimo encendido, la especie de que la calma retornaría comenzó a ser estandarte de los recién llegados.
Resultó una falacia
Pero hete ahí que la realidad, prácticamente la misma que la del calderonato, se impone. No vamos a decir que la explosión, derrumbe o lo que haya sido, en la defeña torre de Pemex (el 31 de enero pasado) es parte del asunto pero de que da lugar a sospechas, ni hablar.
En Guerrero, las “policías comunitarias”, en operación en varios municipios, detienen a delincuentes que serían sometidos a juicio popular. Si bien en ese estado hay una ley reciente que valida el derecho de las comunidades a proceder de acuerdo a su cultura, es inconcuso que los juicios y la imposición de penas estarían fuera de la legalidad.
Y la actuación de esas policías se acerca peligrosamente a dinámicas de las otras, oficiales, que no han podido enfrentar la inseguridad nacional.
Las policías comunitarias proliferan y es de esperarse que acciones parecidas se reediten en al plano nacional, ante la incontestable incapacidad de los gobiernos para dar seguridad a la población.
Súmese la violación de seis turistas españolas y una mexicana en Acapulco; los cotidianos asesinatos a lo largo y ancho del país; enfrentamientos entre policías (tres escoltas del procurador de Morelos, muertos el pasado día 7: “absurda” la balacera, dijo Graco). La cuenta sin fin.
De la calle a la casa y al revés
En otro orden de ideas (ni tan lejos) es un hecho que en los tiempos que corren el deterioro social acarrea desequilibrios psicosociales. La inestabilidad de todo tipo, que se proyecta en los hogares, puede derivar de manera imprevista, y trágica.
Ante eso los gobiernos son incapaces de atender, y entender, la problemática. Por lo demás, no hay voluntad política para hacerlo porque sus intereses están en otra parte.
También participan los medios, sobre todo electrónicos, que distorsionan constantemente la realidad y trivializan todo tipo de excesos. Parte considerable de su programación es de ese tipo.
Es difícil fijar límites, mientras el sistema social derive cada vez más a la descomposición, por su propia naturaleza, contraria a principios de solidaridad, convivencia y civilidad, las consecuencias pueden ser todavía peores de lo que se ha visto hasta ahora.
Derivaciones patológicas
En ese ámbito el problema es fundamentalmente social con derivaciones psicológicas, psicosociales y, en su expresión más plástica, patológicas. Pero sería demasiado simplista hacer del efecto una causa; la raíz es social, cultural, educativa y política.
Por otra parte, es cierto que ubicar la mayor responsabilidad en quienes tienen la obligación, y el mandato, de conducir positivamente al conjunto social, no descarga la de muchos jefes, y jefas, de familia que se remiten a encontrar culpables fuera de su entorno inmediato y, de esa manera, terminan solapando conductas antisociales y claras desviaciones en el seno de su hogar.
Esto nos remite a la idea de corresponsabilidad social, que podríamos abordar en otra oportunidad.
Y todos contentos
El inefable y nunca bien ponderado Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dictaminó en contra de la impugnación que, el pasado 8 de enero, la Coparmex y el PRD presentaron contra la designación del ex secretario general del congreso local, Jacinto Pérez Gerardo, como presidente del Consejo Estatal Electoral de Sinaloa.
Que no hay problema, dice el tal trife, con que un adherente contumaz al poder en turno, al que ha servido de manera incondicional (lo que ha sido demostrado) valide elecciones. Felicidades.
Tamborazos
-No es la Francia de Luis XIV y no parece que estemos al borde una guerra civil pero, sí, hay vientos de fronda en México.
-Sin solución a la vista (todos se hacen de la vista gorda) continúa la violación a la Constitución por parte del gobierno en los llamados “retenes”, mismos que propician la criminalidad en lugar de combatirla efectivamente.
-Evidente la renta de patrullas, uniformes y hasta armas, que los gendarmes de toda etiqueta negocian como se ha visto ya en varios partes del país. Y nadie hace nada realmente efectivo.
-Abusos, humillaciones a la ciudadanía, transgresión sistemática de los derechos, es la constante. Si hubiera diputados…
-La atención en el “seguro” (IMSS) es un desastre, en todos los órdenes y en todas partes, como lo puede constatar cualquiera que requiera de sus servicios. Urge una evaluación seria y desprejuiciada del asunto.
-La ciudad de Culiacán, capital de Sinaloa, en la plena anarquía mientras las autoridades se la pasan en giras de relumbrón inocuo. Como sucede en el estado, todo.
-Ya está en circulación nuestro libro El Mensaje, de relatos y aforismos. A ver a dónde llega (
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