Entre las brumas de tu eco/ poeta
(A la gran mexicana madame Berta Gómez cuya mirada destilaba manantiales de poesía)
Umbría extenuación a tus dorsales/ poeta Te has cansado poeta no del calendárico equipaje menos de tu angustia siempre desgargantada Te fatigó la cabrona blancura de tu hoja poeta el cabrón sudor de tus nudillos desaguados líquidos para dar el puñetazo contra la tecla o hacia el canto encabronado que se te disecó en el labio Cansino quedaste poeta con el verso irrecordable trepado a tus hombreras como un coronel aplastado por su constelación vencida
Mazatlán te venadea una bendición/ poeta Llegaste a Mazatlán en una sola zancada de piragua poeta trotaste sobre lomo de venado y agualuzzz de una enorme resollada guardaste a noviembre en un silbido Tocaste a Mazatlán poeta y en una burbuja te cupo el mar un cuaderno Pacifico de redención añil grandioso reverbero de violeta recién donado en el diluvio se adhirió a tu solapa y corazón Tentaste a Mazatlán poeta y la insinuación reciprocada te afincó un aroma de indulgencia donde siempre la embarcación rumbo aquel regazo espera calzarte a deshoras del naufragio pero con tu pie desnudo de regresos con tu planta lista a replantar aquella marejada de milagro en sus abrazos
Inamovible transitas en tu andén anquilosado/ poeta El término jamás se vuelve de su estación y la palabra de siempre de sierpe poeta cambia su ropaje pero nunca el vaho que la pronunció en la terminal de su mismo espejo
En la indigencia está el autorretrato que ninguno ve/ poeta La indigencia no pone a media asta el enlutado banderín de la limosna poeta Tiene las manos subsumidas en costados de neblina nadie repara ni de reojo ni de relincho en la bruma horizontal de un cielo desgajado
Los paseantes no legan ni el testimonio de una sola huella expanden el compás de sus premuras sobre la horizontalidad dolida que les estorba el burocrático huir de un redondel sin salida La indigencia se ovilla en el paredón que ya desalojó el fusilado poeta no hay quien vire para ella un tramito de retina ni una pizquita de quinqué que alumbre tanta oscuridad soleada La indigencia monologa lo inaudible de tanta herida poeta y recae sobre la reiterada mudez de su derrumbe
Báquico de trenes rehidratas tu añoranza/ poeta Has bebido a plenitud los ferrocarriles poeta embriagado aún estás con tanta volcadura el sorbo acicalas desde una cordillera de nostalgia Cuánta borrachera de rieles destilados por la luna en colmilludos alambiques de aluminio No hay resaca poeta sólo la resequedad de tu eucaristía por aquella diluida embriaguez de tranvías de trenes impulsados por una exhalación de ron (locomotoras de cicatriz a tus espaldas hacen del recorrido un cargamento de resplandor poeta)
Develado tu recuperar/ poeta En pleno insomnio asiste de asir lo que tus sueños te birlaron poeta Tus ojeras generosamente obesas amoratadas de amor atadas repletas de onírico desvelo fueron depósito puntual de una danza de salterios entre los jolgorios de la primigenia lloviznita En tus iris sin arcos pero con los portones abiertos de la espuma pudiste oír todos los secretos de la brisa y el versificar de la escarcha sobre una madrugada de marfil No hay un solo sonámbulo en tu deambular poeta que contigo testifique la hendidura de un relámpago de donde salió el sonreír intacto de una flor albergada de centella quietecita en tu dintel
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