“Pedro Sánchez es sectario y frívolo, se le cayó el barniz de la moderación, pacta con partidos extremistas” Mariano Rajoy, presidente del Gobierno
MADRID.- Estamos ya tan acostumbrados a los hurtos de políticos, los sobornos de empresarios y los embustes del gobierno que en un futuro cercano, quizás ahora, la noticia principal en los diarios será encontrar quién no ha prevaricado desde un puesto público o no se embarró las manos al frente de un banco.
Hay tanta basura esparcida por nuestra superficie que es casi imposible caminar sin taparse la nariz. Mientras encontramos el inexistente mirlo blanco (no hay tal, decían algunos aforismos colocados en la redacción de EXCELSIOR cuando era Cooperativa), saquemos a orear el nuevo escándalo: los principales líderes del PP desde 1982 sabían y aceptaban la existencia de una contabilidad b creada para compensar sueldos de los dirigentes, pagar campañas electorales, cohechar a votantes, untar la mano de picapleitos y hasta comprar alguno que otro juez del pasado.
El convicto –-acaba de salir de la cárcel y le espera otro juicio por enriquecerse ilegalmente y tener 40 millones en Suiza— Luís Bárcenas, tesorero y gerente de los populares durante pasados quinquenios, suelta otra andanada contra el ex presidente Jose María Aznar, Mariano Rajoy, Dolores de Cospedal, Manuel Fraga, Manuel Arenas, Francisco Álvarez Cascos, Ángel Acebes y compañía.
Acusaciones
Los acusa de recibir dinero en negro en propia mano y del estar al tanto de la existencia de una segunda tesorería oculta que recibía donativos de empresarios a cambio de favores oficiales, recaudaba aportaciones para rehabilitar edificios de sus sedes y repartía contante y sonante para hacer más grata la subsistencia de los militantes y amigos.
Toda una trama que forma parte de la operación Gürtel, delito aún no resuelto, y que puede ser archivado o reducido a su mínima expresión antes de que termine la actual legislatura. Para facilitar las maniobras ilícitas se formaron siete sociedades fantasmas que movían el dinero al margen de la supervisión de Hacienda y contra la ley que prohíbe a los partidos políticos obtener dinero extra sin cumplir con los requisitos aprobados por el Congreso.
Un robo a lo grande
En dimensión superlativa, ideado por mentes expertas en cochupos y malos manejos, inteligencias corruptas que trasiegan millones de euros de una mano a otra sin que se entere la ciudadanía ni siquiera sus propios conclapaches.
Después de pasar un año y pico en Soto del Real, la cárcel más conocida de España por albergar a funcionarios y banqueros corruptos, Bárcenas sigue dando la batalla contra su propio partido del que fue expulsado y al que desea volver o, al menos, que le paguen “lo que me deben por estar en excedencia”, dice.
Don Luis, hábil para hacerse de un patrimonio abundante, admite al juez que “yo entregué dinero a Aznar, Rajoy y Cospedal, durante mucho tiempo”. ¿Pruebas…? “mi palabra y algún documento que adjunto en el recurso que interpuse”, expresa.
Los aludidos no lo oyen, pasan página, no dan crédito “a un ladrón” y dice que la caja b nunca fue del PP sino de Bárcenas. El ex presidente ni siquiera se toma la molestia de responder. ¡A un delincuente nadie lo cree. Inventa y miente para salvarse. Es el común denominador de esa gentuza!, piensa el castellano.
Algo huele mal en palacio
Pero Luis sigue: “yo era un simple amanuense”, explica. Hacía lo que le mandaban sus jefes y sostiene que ellos lo saben muy bien. De pronto aparece un documento manuscrito en el que le pide a Pedro Arriola, gurú de los populares, que pague sus servicios en “pesetas blancas y negras”.
Lo publica El Mundo, pero nadie se da por enterado.
Los españoles asisten a este divertido espectáculo convencidos de que algo huele mal en palacio. Y, a medida que pasa el tiempo, no sólo hay mal olor en La Moncloa y en varios ministerios si no que ni siquiera el spray lo evita.
Es tal la corrupción entre funcionarios públicos de cualquier tendencia, pero sobre todo conservadores, que la gente no se sorprende. Ya se habituó a ello. Espera, creo, resignada a fin de año para ver si en las urnas puede cambiar un gobierno que se dedicó a empobrecer a los ciudadanos con el falso argumento de que no había de otra.
Los impúdicos recortes – “ajustes” – hechos en asignaturas indispensables para mantener un mínimo de bienestar entre la población se justifican con la amenaza, de que, de otra forma, estaríamos como Grecia, país sin salida y con un gobierno populista, iluso, antidemocrático, ofensor de la Unión Europea, que saldrá del euro si continúa por ese camino, según los oráculos del neoliberalismo.
Un posible triunvirato
Para corroborarlo el gobierno da rienda suelta a sus medios de comunicación y tertulianos con el fin de que informen sobre las consecuencias que acarreará otra política distinta si la nación cae en manos del triunvirato PSOE-Podemos-Izquierda Unida.
Sin embargo, la gente no se deja embaucar. Pese al voto oculto y sólido de la extrema derecha que siempre rescata al PP, los resultados finales arrojarán la posibilidad de que las fuerzas de izquierda formen una coalición para llevar al poder a Pedro Sánchez con un parlamento multicolor en que la democracia volverá a instalarse.
Diputados y senadores, con la atenta supervisión de los españoles, encontrarán entonces la forma de salir de la crisis económica para evitar la ruptura social. Este es el panorama que hoy se prevé a menos de cinco meses de las elecciones generales. Lo que ocurra en este lapso es una incógnita.
More articles by this author
|