EN UNA OCASIÓN una persona que despotricaba sobre la tecnología actual expresó su deseo de haber vivido en la bucólica edad media… se le contestó que no aguantaría ni dos días simplemente por la inexistencia del papel higiénico, ya que esa crepuscular era nada tiene que ver con las idealizaciones del cine.
LA LIMPIEZA era desconocida. Y, no nos cansaremos de repetirlo: la tecnología puede estar escondida donde menos lo esperamos, incluyendo en las actividades más cotidianas e inescapables como ir al sanitario. Sí; allí, pues al alcance de la mano, está el famoso rollo con todas sus interrogantes a cuestas. Y, es que, el papel higiénico es toda una innovación tecnológica.
Incluso podemos preocuparnos por un problema de ingeniería: el de hacia dónde debe colgar el papel, ¿hacia la parte de afuera del rollo, o hacia adentro, mirando a la pared? Parece ser que el 70 por ciento de las personas prefiere el estilo por arriba que, por cierto, tiene sus ventajas, como: a) es más sencillo separar el número deseado de hojas de papel; b) es más fácil agarrar el extremo del rollo, y c) el papel no se choca con las paredes. Sin embargo, en esta posición la fuerza que se ejerce es suficiente como para cortes indeseados y antes de tiempo.
Por otro lado, la posición papel colgando por debajo del rollo tiene la enorme ventaja de que es menos probable que se desarme durante un terremoto, además de que queda más prolijo y es menos susceptible al ataque de gatos o niños.
Hay más estadísticas: la empresa Kimberly Clark indica datos de que el 40 % de las personas dobla el papel, otro 40 % lo hace bola y un 20 % enrolla las hojitas en su mano antes de proceder a la higiene nuestra de cada día. También hay una patente de 1966 que permite cambiar la orientación del rollo de papel sin sacarlo, como para que todos queden contentos. En promedio, pasamos unos tres años en “el trono” a lo largo de la vida, y usamos unas ocho hojitas de papel por visita –varios miles al año, dependiendo de la frecuencia de uso–. Hay evidencias escritas de que los chinos ya usaban papel para estos menesteres, en el siglo VI, pero el rollo como lo conocemos fue inventado hacia 1850, cuando apareció el “Papel Medicado” de Joseph Gayetty el truco de la invención fue lograr un papel fuerte y extra suave… Hasta entonces, la necesaria limpieza se hacía con lana de ovejas u hojas de plantas o, si se trataba de sibaritas del asunto, con un trozo de tela, los romanos usaban una esponja y agua corriente, el problema; la esponja era comunal.
Por estos lares, casi en todos los sitios públicos se advierte al usuario que: no eche el papel a la “taza” para evitar que esta se atasque… bueno el papel sanitario está fabricado para desbaratarse en el agua, claro que si la persona que usa el WC (sello de agua, en inglés) utiliza tres metros de papel… hasta el mejor excusado puede taparse.
La idea es usar hojitas (para eso se pueden arrancar de manera individual) y tomar en cuenta que las servilletas de papel no se desintegran, tampoco otros tipos de papel. Tal vez regresemos sobre este tema.
Tal vez el imperio del papel higiénico llegue a su fin si el Washlet, un aparato inventado en Japón, lo destrona de nuestros baños. Consiste en un inodoro con asiento calientito, un conveniente chorro de agua tibia para después del acto y un buen soplo de aire para secar. En la actualidad más del 70 % de los hogares japoneses ya usa el Washlet.
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