Es evidente que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, está cada vez más presionado por el Estado Profundo (o sea, el gobierno invisible y guerrerista que domina a ese país).
Por eso, lleva a cabo una guerra de declaraciones y de ataques limitados, para consumo de los medios y para apaciguamiento del complejo político, militar, industrial, financiero y mediático que tiene como cabeza más visible, en este momento, a Hillary Clinton.
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, por ejemplo, lanzó el pasado 19 de abril una nueva advertencia a Corea del Norte. Lo hizo desde la cubierta de un portaaviones estadounidense anclado en Japón.
Según la Voz de América, Pence dijo que su país “siempre buscará la paz”. Sin embargo, agregó que “bajo el presidente Trump, el escudo está en guardia y la espada continúa lista”.
Pence apareció vestido con un atuendo militar verde olivo, ante la tripulación del portaaviones USS Ronald Reagan, que está en proceso de reparación en aguas japonesas.
Las declaraciones de Pence se dieron horas después de que se supiera que otro portaaviones nuclear de los Estados Unidos, el Carl Vinson, no se dirigió a Corea del Norte, sino a Australia, para participar en maniobras militares conjuntas con este país.
El portaaviones Vinson lleva a bordo seis mil tripulantes y más de 60 aeronaves de combate.
Opiniones
El periódico español El País apuntó lo siguiente, en su edición electrónica de 19 de abril:
Todos participaron en el engaño. Los almirantes, el secretario de Defensa y hasta el presidente. La Administración Trump ha pasado hoy uno de los momentos más bochornosos de sus 89 días de vida, al descubrirse que la disuasoria flota nuclear que supuestamente se dirigía a la Península de Corea para mostrar los dientes al régimen de Pyongyang, nunca tomó esa dirección, sino que navegó en la contraria. El esperpento, que se ha mantenido durante 10 días sin rectificación y ha sido finalmente destapado por los medios chinos y estadounidenses, enloda la credibilidad de la cúpula militar, incluido el secretario de Defensa, Jim Mattis, y pone en duda el rigor de su estrategia en uno de los conflictos más volátiles y delicados del planeta.
Trump y la guerra psicológica
Para la agencia rusa de noticias Sputnik, las declaraciones del gobierno de los Estados Unidos sobre la presunta misión del portaaviones Carl Vinson siguieron la lógica de una guerra psicológica.
Sputnik, en otro material, publicó también las declaraciones de Doug Bandow, columnista de The National Interest, en el sentido de que Estados Unidos necesita de la ayuda de China para poder resolver el conflicto con Corea del Norte.
Reproducimos tres párrafos de ese material:
EEUU siempre podría optar por empezar una nueva guerra, pero el precio que pagaría Corea del Sur como aliado norteamericano sería muy grande, advierte el autor. Continuar con las sanciones también es una opción, pero sin el apoyo de China no serían suficientes para que Pyongyang abandone sus esfuerzos, prosigue el analista.
En ese sentido, según Bandow, el medio más obvio y efectivo de influir en Corea del Norte es la cooperación con la República Popular de China.
“China es responsable por más del 90% del comercio de Corea del Norte. Aún más importante, la mayor parte de la energía y la comida de Corea del Norte provienen de China. Eso significa que si China corta el suministro económico a Corea del Norte, Kim [Jong-un] y compañía podrían notarlo”, opina el columnista.
Jalife-Rahme ve posible la unificación coreana, pero sin armas atómicas
En tanto, el analista mexicano Alfredo Jalife-Rahme, en su columna Bajo la Lupa, publicada también el 19 de abril por el periódico mexicano La Jornada, señala que el conflicto coreano debe ser resuelto de acuerdo con el Orden Tripolar existente:
La des-escalada en la península coreana generará mejores condiciones para una cooperación de EU y China de la que no puede ser excluida Rusia, genuina superpotencia nuclear que comparte 18 kilómetros con Norcorea (China comparte mil 352 kilómetros) cuando Moscú mantiene excelentes relaciones con Japón, al igual que Beijing las tiene con Surcorea, en este contexto “tripolar” de hipercomplejidad no lineal.
Jalife-Rahme abrió la posibilidad de que la solución al conflicto coreano se dé al estilo alemán. Leamos:
Suena creativo el quid pro quo de la desnuclearización de la península coreana que incluya el desmantelamiento del THAAD en Surcorea y lleve a su unificación al estilo alemán.
A mi juicio, la península coreana unificada debe ser neutral y constituir un país amortiguador bajo el paraguas tripolar de China, EU y Rusia.
La explicación de Thierry Meyssan
El 18 de abril, un día antes de que se supiera que el portaaviones Vinson no se dirigía a Corea del Norte, el periodista e investigador francés, Thierry Meyssan, publicó en Red Voltaire un punto de vista contrario al de El País.
A partir del ataque contra una base aérea siria y del lanzamiento de la “Madre de todas las bombas” contra un reducto yihadista en Afganistán, Meyssan expuso que el nuevo presidente de Estados Unidos vocifera y bombardea, pero pone especial cuidado en no dar pasos irreversibles. Citemos a Meyssan:
El radical cambio de retórica del presidente Trump sobre el conjunto de su política exterior llegó acompañado del bombardeo contra la base aérea siria de Sheirat y el uso de una bomba gigantesca contra una montaña afgana.
El mundo tembló ante esa exhibición de fuerza: 59 misiles Tomahawk utilizados en Siria y una megabomba GBU-4/B3 en Afganistán. Pero la base aérea de Sheirat reiniciaba sus operaciones al día siguiente del ataque mientras que la «Madre de todas las bombas» ciertamente provocó el derrumbe de 3 salidas de un túnel natural, pero –también ciertamente– no destruyó los cientos de kilómetros de pasadizos subterráneos que los ríos han perforado con el tiempo en la montaña. En resumen, mucho ruido para nada.
En opinión de Meyssan, Trump ha procedido de esta manera para convencer al Estado Profundo de que la Casa Blanca enarbola, nuevamente, la política imperial.
Orden Tripolar o Guerra Mundial
En conclusión, podemos decir que el Estado Profundo o Partido de la Guerra intenta descarrilar el nuevo Orden Tripolar, debido a que les arrebata el negocio de la guerra y de la imposición del modelo neoliberal que tanto les ha redituado.
A los guerreristas, por quienes da la cara Hillary Clinton, no les conviene el triunfo de Asad sobre los yihadistas en Siria, ni tampoco la solución al diferendo coreano.
Pero al mundo no le conviene quedar a merced de los terroristas del Emirato Islámico patrocinado por el Estado Profundo, ni una escalada que lleve a Corea del Norte a destruir a Corea del Sur y Japón. Una guerra nuclear sólo dejaría perdedores.
Será necesario seguir con detenimiento lo que pase en la Península Coreana. Pudiera ser que Estados Unidos, Rusia y China —como lo apunta Jalife-Rahme— estén preparando la unificación coreana al estilo alemán, para que sirva como amortiguador en esa parte del mundo. Quizás a eso obedeció la caída de la presidenta de Corea del Sur.
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