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ATALAYA NUEVA ERA Cambio de oráculo, ¿Qué sigue?
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Edición 374

 3746

ATALAYA NUEVA ERA

Cambio de oráculo,

¿Qué sigue?

Abraham García Ibarra

“¿Hasta cuándo andarás errante, Oh, hija contumaz? El reclamo fue dirigido a la Iglesia católica en un contexto en que se recordaba a Constantino y se cuestionaba la vocación aristocrática y aristocratizante del alto clero.

El enfoque de este tema tiene una motivación central: En México, como en la mayoría de las democracias occidentales, los partidos políticos -atrapados en un obsceno pragmatismo mercenario- han dejado de lado sus declaraciones ideológicas o los “principios de doctrina”, como los asumieron en la década de los treinta las derechas católicas, las de religión y fueros.

El debate fundado en la confrontación de ideas, como lo demostraron las campañas presidenciales de 2018, fue sacrificado en el altar de la falacia y la procacidad.

A propósito de la lucha de los contrarios en la arena pública, hasta la última fase triunfante del viejo PRI en 1982, el clero político actuó en las catacumbas, rumiando sus rencores en contra de liberales y revolucionarios, reacios, los religiosos, a digerir y acatar los mandatos de las constituciones de 1957 y 1917.

El giro táctico del catolicismo, se produjo en la década de los ochenta, en que en algunas diócesis mexicanas empezaron a promover y dirigir talleres para la democracia, poniendo en la mira de combate al PRI y sus gobiernos.

La apelación política a las sagradas escrituras

En nuestro trabajo de campo, tenemos registros de las elecciones presidenciales de 2000. Atestiguamos entonces la línea dictada a los feligreses con vistas a las votaciones del 2 de julio.

Fue evidente la orientación electoral con base en las sagradas escrituras. En una de las sesiones la referencia en la Ciudad de México, el oficiante extrajo del Libro de Josué, jefe de los hebreos, la crónica del asalto a Jericó, para la conquista de Canaán.

La instrucción fue adoptar ese “modelo de lucha” para la toma de las ciudadelas priistas. El partido fue vencido por primera vez después de 70 años de ejercer el poder presidencial.

En la primavera de 2018 recuperamos el oficio reporteril: En diversos foros religiosos en el entorno de las campañas presidenciales, vimos a las audiencias fascinadas con la memoria del profeta menor, Amós, reputado como padre de la Justicia Social.

En un servicio funeral, desde el púlpito la referencia fue al evangelio según San Mateo. La alegoría retórica versó sobre el Sermón de la montaña: Cuidarse de edificar sobre arenas movedizas.

El hombre sensato, recomendaría Jesús, ha de construir su casa sobre roca, para evitar el peligro de los terremotos y las inundaciones. El PRI perdió por segunda vez la presidencia en un lapso de 18 años.

Expediente del Concilio Vaticano II

Abramos el arco histórico para darle marco al tema, siempre relacionado con el activismo político-electoral de la Iglesia católica.

En 1959, Juan XXIII, conocido como El Papa bueno, convocó al Concilio Vaticano II, cuyo desarrollo hasta 1965 fue caracterizado por el aggiornamento de la Iglesia católica -para insertarla en la realidad del siglo XX-, y la voluntad ecuménica del pontífice.

Nos detenemos unas líneas para resaltar uno de los resultados del Concilio: En un mandato colocado en segundo lugar del listado de resoluciones, se trató de la Comunicación Social.

Se cuestionó la función de los medios y su influencia en la familia católica. En última lectura, de esa base partió la Iglesia para impulsar sus propios medios. En México se autorizó la institución del Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS) y se crearon vocerías para posicionar criterios de la jerarquía, básicamente sobre la problemática socioeconómica.

Del Concilio surgieron cuatro constituciones, dos dogmáticas y una Pastoral. Desde las reflexiones previas a la apertura del evento, el imperativo clave fue la renovación moral de la vida cristiana en los fieles.

Lo que ha de subrayarse es que, por iniciativa y perseverancia de obispos europeos -no italianos-, en una votación definitiva se impuso al catolicismo la opción por los pobres, partiendo del propio compromiso de los mentores conforme sus votos de pobreza.

De la lectura de las discusiones en el interior del Concilio (aireadas en Puebla en 1979 en el seno de la Tercera Conferencia del Episcopado de América Latina), documentamos que muchos de los alegatos de los obispos progresistas se fundaron en los contenidos de la Encíclica Rerum novarum (León XIII/ 1891).

La concepción cristiana del poder

Los estudiosos de ese documento consideran que sus prescripciones dieron nuevo sentido a la concepción cristiana del poder y establecieron los lineamentos del Estado Vaticano.

León XIII actuó a contrapelo de las corrientes conservadoras negadas a toda reforma. No lo hizo, sin embargo, graciosamente. Desde el primer cuarto del siglo XIX se observaron en Europa los impactos de la Revolución Industrial y de la Revolución Francesa.

En términos de la lucha de clases y su interpretación ideológica, empezaron a perfilarse los primeros movimientos civiles hacia el socialismo. Desde su mentalidad aburguesada, los grandes jerarcas católicos se atrincheraron en su resistencia a la moderna realidad.

Remando contra la corriente autoritaria, sacerdotes y laicos de las zonas rurales y de los suburbios industriales europeos, marcharon por la libre y empezaron a hacer sus primeras formulaciones para construir el catolicismo social.

Toda propiedad es un robo

La literatura religiosa de aquella época reconoció la existencia de la explotación del proletariado y algunos teólogos hicieron suya la denuncia de que toda propiedad es un robo.

La preocupación de las cabezas más lúcidas de la Iglesia, se exacerbó cuando aparecieron en escena, hacia mediados del siglo XIX, los primeros partidos socialistas y comunistas, que pusieron en entredicho la fe del carbonero.

Las baterías de los pensadores de El Vaticano estaban enfocadas hacia el liberalismo. En lo sucesivo serían tres campos de lucha política e ideológica.

Rescatemos una frase de batalla de los teólogos católicos: ¡El liberalismo, he ahí el enemigo! Llamaron a enfrentar el amoralismo económico, generando en la sociedad un poderoso ambiente moral. Contra la libre concurrencia y el individualismo, la reorganización profesional de todas las clase sociales y la intervención supletoria del Estado en el conflicto social.   

La cuestión obrera entró en la orden del día con el arribo de León XIII al solio pontificio. Desde la perspectiva social, las vertientes reformadoras reivindicaron como indispensable la intervención del Estado; responsable de velar por el bien común, no sólo el de los poderosos, sino particularmente el de los de abajo.

Antes de concluir que la Encíclica comentada guío el nuevo modelo de Doctrina Social Cristiana conviene citar dos consecuencias: En la política se insertó la democracia cristiana y en las relaciones de producción, al correr la primera mitad del siglo XX, se consolidó el sindicalismo cristiano.

La irrupción de la Teología de la Liberación

Extensa la recapitulación, no obstante, la consideramos necesaria para apuntar que, una vez asumida la opción por los pobres, particularmente en América Latina se sustanció en la Teología de la Liberación, anatemizada durante el reinado de Juan Pablo II, como marxismo recalentado.

En México aclimató esa tendencia. CENCOS la difundió, pero como divulgadores y militantes operaron en la zona metropolitana de la Ciudad de México, estados del sureste y algunos del norte, como en Chihuahua algunos obispos.

Fue un momento climático en México, la década de los ochenta: En sentido contrario a la Teología de la Liberación empezó a correr el neoliberalismo tecnocrático. Aquí escuchamos al cardenal hondureño, Oscar Andrés Rodríguez Madariaga exclamar: ¡El neoliberalismo no tiene madre!

La Teología de la Liberación fue combatida por el ala más cerril del clero político, envenado por los resabios de La Cristiada.

Gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios

Contra la jerarquía católica, sin embargo, se alzaron algunas órdenes religiosas, entre éstas, la Compañía de Jesús, gestora de la Universidad Iberoamericana.

Manes de la política mexicana: De ese establecimiento resultó destripado Vicente Fox, ignaro de toda noción de la Doctrina Social Cristiana: Al arrancar su mandato en 2000, una de sus primeras proclamas lo pintó de cuerpo entero: Este gobierno es de los empresarios, por los empresarios y para los empresarios. Con eso está dicho todo.

Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, el del humanismo político, siguió arando en el mismo surco.

Enrique Peña Nieto, pupilo del Opus Dei, no cambió el “camino correcto”: Le puso un nuevo empedrado.

El partido del depredador neoliberalismo, el PRI, ha recibido el voto de castigo de más de 44 millones de mexicanos el pasado 1 de julio.

¿Qué sigue? No somos augures. La dejamos de ese tamaño. Es cuanto.

 



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