En un mercado cualquiera la falta de competidores inteligentes y creativos va derivando en el desarrollo de monopolios. Cuando esto pasa en la política, deriva en monopolios de poder público.
De La Confusión a La Oposición
Oposición como alternativa competitiva
Akire Lincho
Como se puede ver en cualquier libro de Economía, el monopolio es nocivo para el desarrollo y promueve una dinámica disfuncional.
EN SOCIEDADES DONDE LA DEMOCRACIA HA MADURADO, los ciudadanos cuentan con opciones que les permiten seleccionar alternativas de gobierno con distintas ofertas políticas que incluyen proyectos de desarrollo viables, aunque difieran uno de otro.
ESTAS SOCIEDADES han madurado democráticamente a partir del desarrollo de ideología y de la discusión pública de las ideas.
En México la represión de ideas políticas alternativas a las prácticas del régimen post revolucionario fue tradicional hasta hace pocos años en los que la tecnología, apoyada en las redes sociales, rebasó el control del aparato gubernamental haciendo posible la protesta y la denuncia pública, acompañadas de la difusión de las ideas que aún estaban presentes.
Esta combinación de factores detonó una revolución que tomó forma electoral y que puso a la izquierda en el gobierno, única generadora en México de ideas y proyectos de gobierno alternativos al modelo neoliberal durante los últimos 40 años.
A partir de la implementación del modelo neoliberal en México, todos los partidos políticos se olvidaron de sus idearios y se concentraron en obtener beneficios y privilegios derivados del modelo. Sólo una parte de la izquierda decidió mantener un proyecto distinto al del neoliberalismo, teniéndose que dar una ruptura dentro del partido formal de izquierda que marcó dos caminos: Uno, a favor de la corriente, hacia la complicidad con el modelo en busca de beneficios y prebendas (dentro de la estructura formal del PRD), y otro contra corriente hacia el mantenimiento de una plataforma distinta (MORENA) que continuaba planteando ideas y proyectos alternativos como lo había venido haciendo siempre, instalada desde la oposición al modelo.
La Oposición
En el México postrevolucionario la oposición ha ingresado en la política formal desde el interior del sistema. Desde la fundación del PAN en 1939 a partir del ideario de Gómez Morín en su ensayo llamado “1915”, incrustándose en el sistema de gobierno como fundador del Banco de México y rector de la UNAM, siendo aceptada por el sistema como la única oposición reconocida oficialmente hasta la ruptura del PRI en 1987, que dio lugar al Frente Democrático y, luego, al PRD en 1989, donde se desarrolló una plataforma ideológica y un proyecto de gobierno de izquierda progresista hasta 2012.
El modelo neoliberal comenzó a instalarse en México a partir de 1982; en el proceso electoral de 1988 México experimentó un enfrentamiento de tres fuerzas políticas con verdaderas ideas y proyectos distintos de gobierno: la derecha encabezada por Manuel Clouthier, la izquierda por Cuauhtémoc Cárdenas (la que dicho de paso perdió a más de 300 militantes asesinados en ese proceso electoral) y el neoliberalismo representado por Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Entonces se operó el primer gran fraude electoral de la época moderna a favor del PRI neoliberal. La instalación del modelo y su florecimiento provocó el desmoronamiento de los partidos de oposición existentes que se coludieron en la fiesta del pillaje neoliberal firmando el “Pacto por México”, con excepción de la izquierda progresista que marcó su distancia del PRD para mantener un proyecto alternativo al neoliberal.
La Confusión
Los mexicanos hoy estamos confundidos. En reacción automática percibimos a los partidos políticos y a los grupos que perdieron privilegios y prebendas como resultado de las elecciones del 2018, como si fueran la oposición al nuevo gobierno. Nada más alejado de la realidad.
Para ser oposición no es suficiente con tener una inteligencia binaria de baja velocidad. Es decir, no basta con reaccionar en contra de todo lo que plantee un gobierno con gritos ahogados en llantos de berrinche. Es necesario tener ideas y proyectos alternativos a los que plantea el gobierno. Para darnos cuenta de las dimensiones de la confusión sólo tenemos que revisar las páginas de Internet de los principales “partidos políticos” a quienes hoy percibimos como “oposición”.
La derecha, que durante 50 años (de 1939 a 1989) fue una oposición con ideas y proyectos, hoy en su página de Internet presenta su historia en 11 pequeños párrafos escritos con faltas de ortografía y en un video de 3.29 minutos que termina con la frase “Vamos a Poder” en boca de Ricardo Anaya.
En la página “Legado PAN” se menciona la biografía de 22 de sus miembros destacados (en tres o cuatro líneas cada una), entre las que no aparece la de Manuel Clouthier y la de Felipe Calderón solo alcanza a tener cuatro renglones de mención, que ni siquiera señalan algún logro de su gobierno. No se puede encontrar un ideario o una declaración de principios en ninguna parte del sitio y mucho menos algún texto en el que se justifique su colusión con el PRI y las oligarquías locales, a través de la firma del Pacto por México, para ser parte activa y preponderante en el saqueo de las riquezas del país y en el empobrecimiento de la población.
El partido que gobernó durante prácticamente todo el período postrevolucionario (PRI), incluye en su página de Internet un “declaración de principios” que plantea como postulados fundamentales: “el nacionalismo, las libertades, la democracia y la justicia social”, y un código de ética donde se subrayan los principios de “legalidad, lealtad, honestidad, imparcialidad, transparencia, rendición de cuentas, congruencia y responsabilidad”. En la práctica, todos estos buenos deseos, cuya publicación se mantiene cínicamente en su sitio de Internet, son palabras de discursos vacíos después de la instalación del neoliberalismo, de su colusión con las corporaciones internacionales a quienes entregaron las riquezas del país, de su complicidad con la oligarquía local para saquear la hacienda pública y de su incongruencia e irresponsabilidad al empobrecer a más de la mitad de los mexicanos.
Los residuos tóxicos del partido que representó a la izquierda progresista en los años 90 y hasta el 2012 (PRD), abandonaron las ideas y se sumaron al saqueo del país, increíblemente tuvieron que unirse a la derecha en un Frente Amplio para tratar de recibir algunas migajas en las elecciones del 2018 y mantuvieron milagrosamente su registro después del proceso electoral. En su página de Internet no se puede encontrar ni su historia, ni su ideario, ni su declaración de principios que, seguramente, incineraron en el 2012 después de la firma del Pacto por México.
Por otro lado, también percibimos como oposición a una minoría rapaz de oligarcas que están perdiendo rápidamente sus privilegios y cuyas únicas ideas tienen que ver con sus propios intereses mezquinos en perjuicio de la sociedad.
En resumen, estamos confundiendo con oposición a un grupo de pandillas que se coludieron para robarse el dinero y saquear al país, y que de repente se están encontrando desprendidos de la generosa ubre de la patria, sin ideas ni proyectos políticos o socioeconómicos alternativos a los del gobierno porque no les eran necesarios ni útiles a sus fines de depredación.
Una dinámica distinta
La nueva administración del gobierno en México hoy está haciendo las cosas en forma muy distinta de las anteriores. Promueve la lucha frontal contra la corrupción, dentro del marco legal vigente; el desarrollo social, la educación, la salud, la seguridad pública, la creación y la modernización de infraestructura, y el respeto al libre mercado, subrayando los valores de honestidad, transparencia, verdad, justicia, tolerancia y bienestar social para todos los mexicanos.
Podemos estar o no en contra de la forma en la que se hagan las cosas o en la que se intente abordar la solución de los problemas y retos que enfrenta el país, pero en el marco ideológico, similar al del exitoso modelo escandinavo donde las teorías de Adam Smith conviven en armonía con las de Marx y Keynes, seguramente todos los ciudadanos medianamente pensantes estamos de acuerdo.
En esta nueva dinámica, como en la de cualquier otro país del mundo, se requiere necesariamente de la discusión pública de las ideas y de los proyectos, a fin de ir encontrando y diseñando caminos alternativos a los que aplique el gobierno y que nos permitan desarrollar una verdadera democracia participativa con alternancia política potencial.
Para contar con un desarrollo democrático funcional, en México se tiene que pasar de la confusión a la oposición. Se requiere el desarrollo de una oposición inteligente, de ideas, con principios y valores; esto nos va a evitar el riesgo de una regresión que nos vuelva a hundir en el desastre moral, social y económico en el que los gobiernos neoliberales dejaron al país.
Está muy claro que esa nueva oposición no va a salir de los escombros que quedaron de los “partidos políticos” de antes porque sus ideas, valores, principios y hasta escrúpulos desaparecieron; tampoco va a nacer en los nuevos “partidos políticos” que pudieran formar más de cien grupos de chapulines fifís que se quedaron sin agarraderas a los privilegios y que es eso lo único que persiguen en sus nuevos “proyectos”; menos aún puede surgir de las pandillas de “traficantes de influencias disfrazados de empresarios” que solamente persiguen intereses mezquinos.
La verdadera oposición, que hoy está en proceso de parto, tendrá que surgir de grupos con ideas, valores y principios, planteando alternativas inteligentes y viables a los programas del gobierno; de empresarios con consciencia y dimensión social, de intelectuales y estudiantes que desarrollen ideologías nuevas, de trabajadores y ejecutivos que no persigan solamente su propio beneficio, de consumidores que obliguen a las empresas a mantener comportamientos socialmente responsables, y en general, de una sociedad informada y activa en el planteamiento de proyectos que defiendan y optimicen el bienestar de todos los habitantes del país. Una oposición dispuesta a escuchar y plantear ideas en una dinámica de discusión pública reflexiva, libre y constructiva.
Son útiles aquí las palabras del querido profesor Amartya Sen para entender que solamente así, evitaremos transitar de nuevo por el sendero que conduce hacia el desastre: “El desarrollo es, fundamentalmente, un proceso de devolución de poder a la ciudadanía”.
More articles by this author
|