México es el noveno exportador del mundo con un volumen anual aproximado de ventas al exterior equivalente a 418 mil millones de dólares;
Lo que la
introspección productiva
no puede perder de vista
Akire Lincho
México es el noveno exportador del mundo con un volumen anual aproximado de ventas al exterior equivalente a 418 mil millones de dólares; es también el 13º importador a nivel global, con un volumen de compras por 356 mil millones de dólares, y tiene un superávit en balanza comercial de 62 mil millones de dólares medido en términos anuales al corte del 2017.
EL COMERCIO DE MÉXICOy el equilibrio de su balanza comercial dependen, fundamentalmente, de las transacciones de negocios que realiza con los Estados Unidos, de quien recibe el 73.4 por ciento de sus ingresos por exportaciones y a quien le paga el 51 por ciento de los egresos por concepto de importaciones.
CANADÁ ES EL SEGUNDOsocio comercial de México en materia de exportaciones con un volumen de ventas aproximado de 22 mil millones de dólares anuales (cinco por ciento del total de las exportaciones mexicanas) y China es el segundo socio comercial de México en importaciones, a quien se le compran mercancías por 52 mil millones de dólares anualmente (14.6 por ciento del total importado).
Principales rubros
CONTRARIAMENTE a lo que se piensa, el mayor volumen de exportaciones, importaciones y superávit de operación comercial se concentra en dos rubros de la industria; el de maquinaria y equipo, y el de la industria del transporte. Estas dos ramas son responsables de ventas al exterior por un monto total aproximado de 268 mil millones de dólares anuales, equivalentes a dos terceras partes de todo lo que se exporta; también representan 160 mil millones de dólares en importaciones por año, casi la mitad (45 por ciento) de todas las compras que se realizan en el extranjero y, juntas, aportan 108.1 millones de dólares cada año al superávit de la balanza comercial de México.
CONSIDERANDO QUE EL SALDOpositivo total anual, o superávit de la balanza comercial, es equivalente a sólo 62 mil millones de dólares anuales, se puede concluir que, prácticamente, el resto de las mercancías que se exportan, aportan una pérdida en la balanza comercial para el país; sin embargo, la mayoría de ellas son necesarias para integrar los productos que se exportan en estas dos industrias, o bien, corresponden a mercancías de consumo interno que no producimos en México y que necesitamos para subsistir.
El rubro de maquinaria y equipo representa ventas al extranjero por 156 mil millones de dólares al año (37.3 por ciento del total), importaciones por 116 billones de dólares (32.5 por ciento del total) y presenta un superávit equivalente a 40 mil millones de dólares.
El segundo rubro de mercancías en importancia por su volumen de operaciones para México, y el más relevante en materia de superávit comercial, está representado por la industria del transporte, donde se venden al extranjero productos y servicios por 112 mil millones de dólares (26.8 por ciento de sus ventas totales al exterior), se compran mercancías con valor de 43.9 mil millones de dólares anualmente (12.3 por ciento del total importado) y se obtiene una ganancia de 68.1 mil millones de dólares cada año.
A pesar de ser un jugador importante en el comercio internacional (9º en exportación y 13º en importación), y de contar con dos industrias de gran desempeño en materia de superávit comercial, México produce ganancias limitadas en su balanza comercial (62 mil millones de dólares anuales); ni siquiera el doble del monto que recibe por concepto de remesas, o envíos de dinero, que los trabajadores de origen mexicano, residentes en los Estados Unidos, mandan a sus familiares desde allá cada año (35 mil millones de dólares).
Sustituir importaciones
EN LA MEDIDA EN QUE MÉXICO sea capaz de desarrollar otras industrias como la petrolera, la petroquímica, la de alimentos básicos y la de textiles, por ejemplo, y cuente con una estrategia clara que le permita sacar provecho de su posición geoeconómica, podrá sustituir importaciones por productos fabricados en su territorio y el superávit de su balanza comercial reportará márgenes bastante más elevados de los que tiene actualmente.
La buena noticia es que hoy el gobierno mexicano, lejos de estarse dedicando a buscar fuera del país quién le fabrique lo que se necesita consumir dentro, como era el caso hasta diciembre del año pasado, se está abocando a desarrollar su planta productiva dentro de México para sustituir, primero, los refinados y derivados del petróleo que hoy se importan, y después, los productos básicos de alimentación que se compran en el extranjero, mediante la inversión y desarrollo de la industria petrolera, el programa Sembrando Vida y las nuevas políticas de apoyo a la producción de alimentos con créditos sin intereses para los productores y precios de garantía para los productos básicos. Adicionalmente, va recorriendo el camino correcto para aprovechar su posición estratégica en materia geoeconómica, observando un comportamiento de negociación cuidadoso e inteligente con el vecino país del norte.
Una vez cumplido el compromiso de llevar a cabo una reforma laboral por parte de México y de haberse logrado la cancelación de aranceles para la producción de acero y aluminio mexicano y canadiense, que había impuesto el gobierno americano a estos productos, el camino para que el Congreso estadounidense ratifique el Tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que fue negociado durante 2018 entre los tres países, parece haberse despejado; de hecho, el presidente Trump ha enviado ya una carta a los representantes del partido demócrata en el Congreso, solicitándoles su apoyo para que se acelere el proceso de ratificación del tratado, en virtud de que se requiere la participación de los demócratas para lograrlo.
Esta medida seguramente va a concretar la intención que los Estados Unidos manifestaron durante la reunión de CEOs realizada en Mérida, Yucatán recientemente, dónde el presidente de la American Chamber of Commerce dejó claro que el gobierno norteamericano pretende que los tres países incluidos en el tratado se muevan como un bloque comercial compacto y coordinado dentro del concierto de las relaciones comerciales con el resto del mundo.
Para ser congruentes con este escenario propuesto, el banco de inversión más grande del mundo, BlackRock, ya envió una carta de interés al gobierno mexicano en la que manifiesta su intención de participar invirtiendo en dos de los proyectos prioritarios para el desarrollo de México, como los son la creación de la infraestructura de Internet para que se logre la cobertura universal en materia de comunicaciones, proporcionando servicios de comunicación por Internet al 80 por ciento del territorio mexicano que aún no cuenta con ellos, y el desarrollo del tren transitsmico que conectará al océano pacífico con el Golfo de México, por medio de una vía moderna de ferrocarril construida entre los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, con capacidad para transportar contenedores de mercancías y pasajeros de un puerto al otro en un plazo de cinco horas, que incluye el desarrollo de ambas terminales marítimas y la creación de una zona libre, en la que el salario mínimo será mayor al del resto del país y los impuestos serán menores, proyecto que el gobierno de México considera una de las cortinas de desarrollo más importantes para la contención del flujo migratorio desde Centroamérica y desde el sureste de México hacia los Estados Unidos, y que va a permitir que las mercancías se muevan ágilmente entre el Oriente y la costa Este del vecino país del Norte, o entre el Oriente y Europa, proporcionando una alternativa atractiva a la que ofrece actualmente el Canal de Panamá.
Adelantándose a inversionistas
NO ES CASUAL QUE, PARA PARTICIPAR INVIRTIENDO, BlackRock haya seleccionado estos dos proyectos de infraestructura, entre todos los que tiene planeados el gobierno de México. La carta de este fondo de inversión enviada rápidamente al gobierno mexicano demuestra que los norteamericanos pretenden adelantarse a cualquier inversionista de otra parte del mundo que pudiera estar interesado en invertir en alguno de estos dos proyectos, facilitándole a México la decisión de “moverse en un bloque comercial compacto y coordinado junto con Canadá y los Estados Unidos”, evitándole la tentación de buscar inversionistas de cualquier otra parte del mundo para desarrollar estos proyectos, y ayudándole a priorizar la inversión norteamericana sobre cualquier inversión proveniente de otras partes del mundo, como se establece en el T-MEC.
Implica también la participación de este fondo en el desarrollo de los dos proyectos de infraestructura más importantes, desde el punto de vista del desarrollo comercial, con los que cuenta en su cartera el gobierno de México, por medio de los cuales se va a favorecer la inclusión de empresas norteamericanas en la operación de ambas infraestructuras, bloqueando así la participación fuerte de empresas chinas, en el marco de su proyecto denominado como “la Ruta de la Seda”, o de empresas europeas que pudieran terminar influyendo sustancialmente en la operación de estos proyectos, lo que podría representar un riesgo estratégico para los Estados Unidos en caso de conflictos comerciales como el que mantienen hoy en día con China.
Este escenario estratégico del T-MEC y de las “zonas libres” dentro de México, con todas sus limitaciones potenciales para que México se encuentre en libertad de negociación con otros bloques comerciales, va a jugar un papel relevante en el escenario del comercio mundial y va a presentar a México oportunidades importantes para recibir empresas que pretendan ingresar al mercado norteamericano.
Para empezar, la industria automotriz y de autopartes que exporta productos a los Estados Unidos desde México por una cantidad aproximada de 100 mil millones de dólares (en coches, piezas de repuesto y camiones de reparto), tendrá que jugar con nuevos parámetros en materia de integración nacional de los productos que exporte, lo que va a implicar que se fabriquen en México un buen número de componentes que antes se fabricaban en Europa o en Oriente, lo que deriva en que se deban instalar plantas de fabricación para estos componentes dentro del territorio mexicano, que surtirán a las armadoras instaladas en este país. Adicionalmente, estas empresas tendrán que cumplir con el requisito de pagar salarios más altos a sus trabajadores mexicanos para equilibrar la integración del valor de la mano de obra entre los tres países del T-MEC.
En este mismo caso se encuentra la producción de maquinaria y equipo, que es el rubro de exportación más importante y que, como ya se señaló, representa aproximadamente 156 mil millones de dólares anuales en ingresos por exportación para México, que incluye la fabricación de computadoras, teléfonos, cable, equipos de radiodifusión, partes para motor, refrigeradores y equipos de aire acondicionado, entre otros.
Traslado de industrias y salarios
EN EL NUEVO CONTEXTO de la guerra comercial entre China y los Estados Unidos, y con la instalación de “zonas libres” en territorio mexicano, se abre la oportunidad para que un número importante de empresas de gran calado productivo y de alta tecnología que no son de origen chino, pero que se encuentran instaladas en territorio de ese país, puedan moverse al territorio mexicano para fabricar productos con un nivel aceptable de integración nacional que, gracias al T-MEC, se encuentren gravados con aranceles bajos en su ingreso al mercado americano.
En este sentido hay que considerar también otros factores, como el de mano de obra. El precio de la mano de obra en china se ha cuadruplicado en los últimos 20 años y hoy ya no es un factor que resulte tan atractivo como componente del precio final de los productos fabricados en China; sin embargo, el salario mínimo de México es el más bajo de toda la región centroamericana; incluso siendo superior en las “zonas libres” al salario mínimo general del país, sigue resultando muy bajo. Esto, aunado a los beneficios fiscales que se ofrecen dentro de las “zonas libres” que se están desarrollando en México (40 por ciento de descuento en Impuesto sobre la Renta y 50 por ciento de descuento en Impuesto al Valor Agregado), configuran una oferta muy atractiva para que las empresas se instalen y fabriquen productos a muy poca distancia del mercado norteamericano, lo que además disminuye sustancialmente los costos de transporte.
Si bien con este nuevo gobierno los mexicanos estamos inmersos en una suerte de entusiasta introspección productiva, no deja de ser fundamental que ésta se ubique en un marco estratégico que detone su ventaja geoeconómica para sacarle el mayor provecho posible.
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