Fueron las palabras del general Miguel Negrete cuando, a pesar de haber estado en las filas conservadoras con Miramón, cambia de bando en 1862 y se une al ejército liberal del presidente Juárez para defender al país de la segunda intervención francesa.
El Desfile de
La Ignominia
Akire Lincho
“Yo tengo Patria antes que Partido”
Fueron las palabras del general Miguel Negrete cuando, a pesar de haber estado en las filas conservadoras con Miramón, cambia de bando en 1862 y se une al ejército liberal del presidente Juárez para defender al país de la segunda intervención francesa. Fue él quien, en la batalla del 5 de mayo en Puebla, defendió las alturas con 1,200 hombres; el que llevó el peso de la batalla y el responsable del triunfo sobre los franceses, apoyado heroicamente por sus compañeros al mando del general Ignacio Zaragoza.
En defensa de la no reelección
UN COMPORTAMIENTO atípico para un conservador que actuó siempre anteponiendo a su ideología política, su convicción en la legalidad y a la congruencia. Luchó contra los norteamericanos en la primera intervención y al lado de los liberales para derrocar a Santa Ana; después peleó al lado de los conservadores como Zuloaga contra Comonfort y contra Juárez siguiendo sus convicciones. Como dijimos, se unió a los liberales para pelear contra la invasión francesa; ocupó el cargo de Ministro de Guerra con el gobierno del presidente Juárez y luego luchó contra él en defensa de la no reelección; peleó al lado de Porfirio Díaz para evitar la reelección de Lerdo de Tejada y después contra él por la misma razón.
Más que conservadora, en el sentido estricto del término que significa evitar el cambio y preservar las cosas como están, su actitud fue la de una honesta defensa de la Patria y de la Ley.
La ideología conservadora nació a mediados del Siglo XVIII
CON LA OBRA del filósofo británico Edmund Burke, Reflexiones sobre la Revolución Francesa, donde defiende el valor de la familia y la religión, el mundo rural y natural en contraposición al industrialismo; involuciona con Louise de Bonald (1796), quien abogaba por la monarquía absoluta, aristocracia hereditaria, autoridad patriarcal en la familia, y la soberanía religiosa y moral de los papas sobre todos los reyes de la cristiandad; continúa involucionando con Joseph-Marie (1797), que defiende el autoritarismo religioso oponiéndose a lo que llama la “teofobia del pensamiento moderno”, porque resta importancia a la divina providencia para explicar los fenómenos de la naturaleza y de la propia sociedad; y culmina su involución con Carl Schmitt a mediados del Siglo XX, uno de los pensadores favoritos de Hitler, quien proponía restringir el sistema de libertades y la propia democracia mediante la instauración de gobiernos o estados autoritarios.
En México el conservadurismo prevaleció durante los tres siglos de duración de La Colonia con el gobierno en manos de la corona española y de la iglesia, en un sistema de instituciones orientadas exclusivamente al saqueo por parte de la corona y a la concentración absoluta de riqueza en manos de sus representantes y de la iglesia católica. Para darse una idea de la magnitud de esta concentración baste decir que cuatro quintas partes de las propiedades existentes en el país a mediados del Siglo XIX eran propiedad de la iglesia; en 1836 los bienes productivos de la iglesia alcanzaban la cifra de 224.1 millones de pesos anuales, mientras que el presupuesto del gobierno era de 24 millones al año; el sueldo del obispo de México era de 130 mil pesos anuales, mientras que el del presidente de la República alcanzaba sólo los 35 mil pesos al año.
Salvo por algunas excepciones, en el México independiente los personajes conservadores en la política siempre se han manifestado incubados en el disfraz y la hipocresía, con obsesión y añoranza de un sistema de gobierno monárquico y de un dominio católico del pensamiento y de la educación.
De entre los más relevantes personajes conservadores, el primero destacado fue Iturbide, quien simuló luchar a favor de la libertad y la democracia, traicionándolas en la primera oportunidad para convertirse en Emperador de México; después vino Antonio López de Santa Ana, reelegido once veces, siempre disfrazado de liberal y demócrata, que terminó por entregar más de la mitad del territorio nacional a los Estados Unidos y se hizo llamar Su Alteza Serenísima, apoyado y promovido por otro destacado conservador, Lucas Alamán, ideólogo y fundador del Partido Conservador en el Siglo XIX. A éstos siguieron otros personajes de perfil y talla similares como Zuloaga y Miramón, quienes azuzados entre otros por el papa Pío IX, intentaron echar por tierra la constitución de 1857 librando una guerra de tres años contra el gobierno del presidente Juárez. Derrotados en la batalla Calpulalpan en el Municipio de Jilotepec, Estado de México, el 22 de diciembre de 1861, entregaron el país en manos de un príncipe europeo, primo de Napoleón III, y lo hicieron Emperador de México.
Derrotados nuevamente por Juárez, y ejecutados Miramón y Maximiliano, en el Cerro de las Campanas, los conservadores declarados desaparecieron de la vida política, pero fueron dignamente representados por liberales conversos como Porfirio Díaz, quien luchó aparentemente en busca de los ideales democráticos hasta que alcanzó el poder y, emulando a Iturbide o a Santa Ana, se erigió en monarca de opereta para gobernar de 1876 a 1911 ya fuera como presidente o a través de sus títeres a modo.
Precursor neoliberal
EL MODELO PORFIRISTA de gobierno es relevante por ser el precursor estructural del modelo neoliberal mexicano, basado en una corrupta minoría rapaz representada por la oligarquía de la época, asociada con empresas extranjeras a quienes se les entregaron irrestrictamente concesiones de ferrocarriles, minería, petróleo, agricultura y banca entre otras, que concentró la riqueza que se quedaba en el país en unas cuantas manos, permitiendo la explotación y hasta la esclavitud por deudas de la enorme mayoría de los mexicanos, con un auténtico “departamento de propaganda” en el que se constituyeron los medios de información subvencionados por el gobierno para servirle de aplaudidores.
La lucha democrática del presidente Madero fue exitosamente saboteada por la oligarquía conservadora fiel a su costumbre de vende-patrias, en contubernio con el gobierno de Estados Unidos y la participación de militares traidores oportunistas; sin embargo, otra vez en la historia, fueron derrotados por los las fuerzas liberales mejor representadas por Villa, Zapata, Orozco, los hermanos Flores Magón, Cárdenas y Mújica, que por Carranza, Obregón y Calles. Los liberales conversos en caudillos militares independientes con hambre de poder tomaron las riendas del país de 1914 a 1934 hasta la llegada del general Lázaro Cárdenas a la presidencia, quien ya con una estructura política corporativista instalada, dio estabilidad y avance sustancial al desarrollo social y económico de México, iniciándose así el período del México moderno.
En esta etapa, y a pesar de la presencia de algunos conservadores disfrazados de liberales en la presidencia como Miguel Alemán, se inició el desarrollo estabilizador que, gracias a presidentes como Lázaro Cárdenas Del Río, Adolfo Ruíz Cortines y Adolfo López Mateos, implicó un crecimiento económico del país con un promedio superior al 5% anual durante alrededor de 40 años, período conocido en el mundo como “el milagro mexicano”.
Hipócritas disfrazados de liberales
LA EXPLOSIÓN en más de sesenta países del movimiento progresista de 1968, en México dejó al descubierto la naturaleza conservadora de los presidentes Díaz Ordaz y Echeverría, hipócritamente disfrazados de liberales y juaristas, pero identificados como agentes de la CIA, como lo señalan entre otros el doctor Lorenzo Meyer y la periodista Anabel Hernández, realizaron matanzas genocidas en contra la ciudadanía, amordazaron a la prensa, lograron frenar el avance de la democracia y de las libertades en el país durante los siguientes 20 años en aras de preservar el estatus quo.
Siguieron doce años en los que el país pasó de administrar mal la abundancia en la ineptitud de López Portillo, quien terminó literalmente llorando en la tribuna después de endeudar al gobierno con el extranjero en forma inaudita, a administrar mal la pobreza en la ineptitud de Miguel De La Madrid, un conservador de cepa disfrazado de decente, que terminó fraguando el mayor fraude electoral de la historia moderna y entregando el poder a un psicópata, ya dentro de la dinámica de simulación tecnocrática disfrazada de doctrina neoliberal, masacrando en el camino a más de 300 miembros de la oposición, a quien le robó las elecciones.
“Yo no tengo ni Patria ni Partido”
AL AMPARO DE ESTE GRITO DE GUERRA, de la estructura autoritaria bien apuntalada desde la época de Díaz Ordaz y detrás del escudo de apariencia tecnocrática con el que les permitió disfrazarse la doctrina neoliberal que imperó desde 1979 en el mundo desarrollado, la pandilla encabezada por Salinas de Gortari, asumió un gobierno conservador pomposamente autodenominado neoliberal, simulando una ideología progresista incrustada en la globalización; se convirtió en una estructura neoporfirista diseñada para llevar a cabo el saqueo sistemático de los recursos públicos y de la riqueza nacional, con asociaciones cruzadas entre funcionarios, prestanombres, empresas extranjeras, oligarcas locales de una minoría rapaz, empresas fantasma y, por supuesto, con la complicidad de los nuevos conservadores que cumplieron su sueño, pasando de ser larvas a convertirse en rémoras asociadas al saqueo.
CON SALINAS EMPEZARON POR ROBARSE los bancos y las empresas del gobierno convirtiendo en multimillonarios (en términos de dólares) a 24 oligarcas mexicanos; se asesinó a un candidato a la presidencia y a un secretario general del PRI, cuñado del presidente; y, entre otras cosas, se establecieron las bases para que la dependencia de los Estados Unidos fuera completa; con Zedillo se convirtieron deudas privadas en públicas, generando un adeudo que a la fecha alcanza los tres billones de pesos y genera intereses anuales por alrededor de 300 mil millones de pesos; con Fox continuaron robándose las empresas del Estado y los rendimientos del petróleo, llegando hasta el punto de traicionar la democracia alcanzada en el año 2000, fraguando el segundo gran fraude electoral de la época moderna que volvió a entregar el poder a otro psicópata; con Calderón se repartió el territorio nacional a las empresas mineras y se integró al crimen organizado en los negocios del gobierno, desatándose una guerra interna para favorecer a uno de los cárteles que sumió al país en un baño de sangre, con el resultado de más de 120 mil ejecutados, 20 mil desaparecidos, y casi un millón de mexicanos desplazados; con Peña Nieto se cambiaron las leyes para poder robarse todo lo que quedaba, incluso el petróleo; se abandonó la seguridad pública con un resultado de más de 120 mil ejecutados, más de 20 mil desaparecidos y cientos de miles de mexicanos desplazados; se promovió la corrupción y la impunidad a niveles nunca antes vistos y se dejó al país con más de la mitad de los habitantes sumidos en la pobreza. Y estoy seguro que todos estos van a misa los domingos.
AL FINAL, SU DESEO DE CONSERVAR EL ESTATUS quo para continuar saqueando al país fue frustrado por su propia voracidad. Las bases de los nuevos conservadores terminaron por robarse a sí mismas hasta el dinero que destinaron para comprar votos en la elección de 2018 y, esta vez, el fraude electoral no pudo consumarse.
LA HISTORIA SE REPITE CON CIERTAS VARIANTES. Como sucedió en la época de Santa Ana, impulsados por el hartazgo generalizado, y después de una lucha pacífica pero intensa de dos décadas, los liberales encabezados por el presidente López Obrador lograron sacar a las pandillas de conservadores saqueadores vende patrias del poder; ahora toca rescatar y reconstruir al país con la fuerza que sólo da la convicción en los principios y el apoyo de los pueblos.
Hoy más que nunca es necesario apelar a nuestro pasado glorioso para apuntalar nuestro presente y nuestro camino en el futuro; por esa razón es útil traer a colación el Congreso Nacional de Historia para el estudio de la Guerra de Intervención celebrado por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en 1963, donde se promulgó un fallo que no puede ser más vigente en este momento y que debe quedar grabado en la consciencia personal y colectiva de todos los mexicanos: “Hacemos saber a la nación que por su actitud asumida, la Patria avergonzada condena a los conservadores, a la vergüenza de su desprecio. Excluyendo de este fallo a los hombres que, como el general Negrete, tuvieron patria antes que partido”.
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