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Edición 311

PARTIDOCRACIA


 

El Ciudadano Cero

El IFE chapotea en el fango

 

Desde que algunos rastacueros ilustrados se enamoraron perdidamente en los años 70 del eurocomunismo, y en la siguiente hornada los tecnócratas cayeron rendidos a los pies de los profetas del neoliberalismo, los nativos  ideólogos de queso de soya que abrazaron el pragmatismo, y las nomenclaturas partidistas activaron las bandas y buscaron afanosamente el Centro de la geometría política.



La marrana y la mazorca


En ese centro del oportunismo acrítico, acomodaticio y rapaz se engendró la nueva ultraderecha mexicana, que no distingue más entre siglas ni colores: Lo mismo da si unos militan en la secta de El Yunque azulado, otros se incrustan en las tribus amarillas y aquellos blanden raídos banderines tricolores.    

Del sórdido recorrido de medio siglo, la síntesis de ese proceso degradante puede plantearse en estos términos: Los grupos dominantes en el poder público arribaron a la burocracia sin pasar por la política. 

La política la hace el Ciudadano Cero, reducido a esa condición porque, después de votar, ni el Instituto Federal Electoral ni el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le reconocen personalidad jurídica para litigar, desde el civismo individual, en controversias electorales. El votante deviene incómoda abstracción. 

Los cuentachiles que computan el costo de esos dos corruptos paquidermos desde su nacimiento, calculan que le han costado al contribuyente mexicano más de 500 mil millones de pesos. Un solo peso no vale esa cosa que algunos llaman democracia mexicana. 

Cuidado con las aguas mansas 

El Ciudadano Cero actúa en remotas comunidades indígenas y ejidos, defendiendo su amenazado patrimonio y supervivencia. Se acerca desde sus agrestes e ignoradas soledades a las cabeceras municipales a plantear sus legítimos reclamos. 



Lleva sus ambulantes demandas a las capitales de sus estados hasta que, sin respuestas, se desplaza a la Ciudad de México pretendiendo hacer escuchar su voz. Según las pantallas televisivas y las cabinas de radio, su presencia se siente sólo porque provoca caos vial, que tanto irrita a los animales en cuatro llantas. Es para esos medios, el Ciudadano Cero, un vándalo ignorante y apestoso. Todavía hay clases. 

De la periferia al centro 

Es, desde el seminal pequeño movimiento comunitario espontáneo, en que se inicia la lucha social que, en última lectura, sirve como fertilizante a la verdadera política en permanente efervescencia. (El clásico le llamo plebiscito de todos los días. Plebiscito viene de plebe). Cuando existían verdaderos partidos políticos, se escuchó decir que la democracia transita De la periferia al centro. Pero hoy, ya en el centro, el clamor le saca la vuelta a los actuales remedos de partido. Va de frente a la autoridad, como flecha al blanco. La autentica representación, la intermediación política, no pasa ya por los partidos. 

Nada aprendieron las arribistas y acerdadas burocracia y tecnoburocracia de los charrazos de los años 40, ni de El Vallejazo, ni del 68, ni de los terremotos del 85 en el Valle de México, que devinieron en 1988 en terremoto político, según lo describió el difunto Miguel de la Madrid. Nada aprendieron de los Amigos de Fox ni del Pemexgate. Nada, de la usurpación haiga sido como haiga sido de 2006. 

Operación de delincuencia organizada 

Cuando la todavía legisladora priista decente María de los Ángeles Moreno Iruegas -refiriéndose a una no lejana elección interna del PRI-, dijo que el desenlace de ese proceso fue una putrefacta operación de delincuencia organizada, acuñó el santo y seña de la actual politiquería que se enmascara en la democracia demacrada. Ya ni se le puede llamar política de cabotaje, como la definió en su momento don Jesús Reyes Heroles, el verdadero, para diferenciarla de la política de altura. 

¿En dónde estamos en este momento? Estamos en que, sigilosamente, el Tribunal Electoral de la Federación acaba de podar sus salas regionales con los magistrados a sabor de los que habitan el bunker central del PJF en la ciudad de México. El Ciudadano Cero ni se enteró de esos movimientos, ni espera nada de la nueva comalada burocrática de toga y birrete. 



Ha convocado la Cámara de Diputados al toma y daca para repartirse cinco asientos vacantes en el IFE. El Ciudadano Cero ni suda ni se abochorna por esa envilecida concertacesión. Los que parecen despertar de su placentera modorra son uno que otro de los relevados que se sublevan ahora con la amenaza de la cesárea para presentar un nuevo Frankenstein: El Instituto Nacional Electoral, potencial superestructura para centralizar el gran botín del subsidio público. 

Fábula de la marrana y la mazorca 

Nuestra exclamación favorita, en voz de ultratumba de Manuel de Jesús El Maquío Clouthier del Rincón: ¿Cuándo has visto que la puerca suelte la mazorca que trae en el hocico? Ni a palos. Es lo que sucede en el PAN y el PRD, donde ni Gustavo Madero Muñoz ni Jesús El Tragabalas Zambrano Grijalva quieren dejar de exprimir la jugosa teta de sus respectivas tesorerías y practican todo cochupo a su alcance para burlar el régimen estatutario, a fin seguir chupando como pelones de hospicio el delicioso maná. 

Se pretende o pretenden, que el poder de firma bancaria en las tesorerías azul y amarilla se delegue en dos frustrados candidatos presidenciales: Josefina Vázquez Mota, que ya practica su cuchi cuchi, y el llamado líder moral Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. 

Como los placeres vicarios no se satisfacen en cualquier Nirvana, legiones de aquellos que ya probaron el fruto prohibido -con otros que lo apetecen- quieren volver al fecundo y exquisito manzano, peleando fieramente por el favor del registro legal firmado por el sigue siendo IFE. Esas patentes de Corso no se otorgan a cualquier persona honrada, lo sabe bien el Ciudadano Cero. 

Remate trágico: A algunos consejeros electorales, que le agarraron sabor a las amañadas licitaciones o asignaciones contractuales, al cuarto para las doce se les ocurre que en la credencial de elector se oculte digitalmente el domicilio del titular de ese documento. ¿A dónde llegaran entonces las tarjetas Monex y Soriana? No le quieren dejar ni la morralla ni la despensa al elector cautivo. No hay derecho. (Abraham García Ibarra.) 



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