Edición 433 |
Ucrania: La ideologÃa
de los banderistas
Thierry Meyssan
Después de un largo periodo de ausencia, Dontsov ha sido uno de los autores más ‎vendidos en Ucrania. ‎
Stepan Bandera fue agente de la Gestapo y sólo dejó el recuerdo —que algunos creen ‎positivo— de las masacres que organizó. Pero Dimitro Dontsov fue y sigue siendo la ‎referencia intelectual de los banderistas. Fue Dontsov quien inventó el racialismo ‎ucraniano y planeó cómo fanatizar a sus adeptos para usarlos como arma. ‎
HE ABORDADOantes la historia del movimiento banderista, desde el corto ‎intermedio de paz entre las dos guerras mundiales hasta el dÃa de hoy. Pero hoy quiero referirme a su ideologÃa.
El intelectual de referencia de los banderistas fue, y aún hoy sigue siéndolo, Dimitro Dontsov ‎‎(1883–1973). Dontsov murió en Canadá, fue enterrado en Estados Unidos y sus obras nunca han ‎sido traducidas, pero sus discÃpulos se han encargado de darlas a conocer. Como sus libros ‎no están en las librerÃas, el nombre de Dimitro Dontsov es ignorado fuera de su paÃs. ‎Sin embargo, después de un largo periodo de ausencia, Dontsov ha sido uno de los autores más ‎vendidos en Ucrania. ‎
Nutriéndose, igual que los nazis, de su interpretación de Nietzsche, Dimitro Dontsov apelaba al ‎surgimiento de un «hombre nuevo» dotado de «una fe ardiente y un corazón de piedra», ‎que no vacilarÃa en acabar sin piedad con los enemigos de Ucrania. Pensador del «nacionalismo ‎ucraniano integral», Dontsov construyó una filosofÃa donde todo lo que es “nacionalista†está ‎dirigido contra Rusia y contra los judÃos. ‎
Dimitro Dontsov pretendÃa crear un pueblo de élite, lejos del «igualitarismo de los esclavos», ‎proclamado según él por la Revolución de Octubre y también lejos de los «ideales universales» ‎de la Revolución Francesa. ‎
Este personaje afirmaba que el imaginario de los verdaderos ucranianos tiene que «alimentarse ‎de la leyenda de la última batalla», de la «negación de lo que es» y de «la imagen fascinante de ‎la catástrofe que traerá lo nuevo». A eso agregaba que los verdaderos ucranianos tienen que ‎estar al servicio del «orden categórico» con una «obediencia imprudente».
Según Dimitro Dontsov, el «nacionalismo ucraniano» se distingue por «la afirmación de la voluntad de vivir, de poderÃo, de expansión» (Dontsov promueve ‎‎«El derecho de las razas fuertes a organizar los pueblos y las naciones para fortalecer la cultura y ‎la civilización existentes»); «el deseo de combatir y la conciencia de su extremismo» (Dontsov elogia la «violencia ‎creadora de la minorÃa con iniciativa»). ‎
También según Dimitro Dontsov las “cualidades†del «nacionalista ucraniano» son:‎ «el fanatismo» y «la inmoralidad».
Según Dontsov, el fanatismo está en la práctica de su doctrina como una religión. Estima que eso es ‎lo que hace invencibles a los guerreros. Por consiguiente, Dimitro Dontsov considera perfectamente lógico que ‎después de la Segunda Guerra Mundial, Stepan Bandera y Yaroslav Stetsko aceptaran trabajar ‎en Munich con la Hermandad Musulmana o que los banderistas contemporáneos formaran un ‎Frente Antirruso con los yihadistas chechenos. ‎
Al principio de su obra, Dimitro Dontsov no se inspiraba en el fascismo italiano ni en el ‎nacionalsocialismo alemán. Pero ya entonces se ve marcado por los mismos razonamientos que ‎los ustachis croatas, la Guardia de Hierro rumana, la Glinka eslovaca y el Oboz Narodowo-‎Radykalny polaco.‎
Al entrar en contacto con los nazis…
Dimitro Dontsov comienza a hablar de una geografÃa y de una ‎historia mÃticas. Afirma entonces que los «verdaderos ucranianos» son de origen escandinavo o ‎protogermánico y que son descendientes de los varegos (también llamados varangios o varengos), ‎una tribu vikinga de Suecia, y que sus antecesores habÃan fundado la ciudad de Novgorod, en ‎Rusia, sometiendo a los eslavos rusos.
En esa mitologÃa, los «nacionalistas ucranianos» son el Bien mientras que los «moscovitas» ‎son el Mal. Es por eso que Irina Fanion, diputada del partido ucraniano de extrema derecha ‎Svoboda (Libertad), declaraba, mucho antes de la intervención militar rusa: «Hemos venido ‎al mundo para destruir Moscú». ‎
En 2015, el entonces presidente ucraniano Petro Porochenko y su primer ministro Arseni ‎Yatseniuk hicieron un conjunto de leyes que ilegalizaban los sÃmbolos comunistas y nazis y ‎a la vez rehabilitaban los sÃmbolos de los banderistas [a pesar de que los banderistas habÃan ‎colaborado con los nazis durante la ocupación hitleriana. Nota de la Redacción.]. Por supuesto, ‎como Ucrania habÃa sido soviética hasta 1991, allà no habÃa monumentos nazis que eliminar y aquello ‎se tradujo en la destrucción de monumentos de homenaje al Ejército Rojo [en cuyas filas habÃan ‎luchado numerosÃsimos ucranianos. NdlR.], monumentos que fueron sustituidos por monumentos que glorifican ‎a Stepan Bandera –el ucraniano colaborador de los nazis que participó en el asesinato de ‎‎1,6 millones de sus compatriotas– y a su “gurúâ€, Dimitro Dontsov.‎
En aquel momento, el Consejo de Europa [no confundir con el Consejo Europeo, órgano de la ‎Unión Europea. NdlR.] criticó aquellas leyes de «descomunización», que estigmatizan regÃmenes ‎en general sin mencionar los actos que condenan. ‎
Fue a partir de aquellas leyes que el grito de guerra de los banderistas, «¡Gloria a Ucrania!» fue ‎incorporado al discurso oficial. Por supuesto, yo no tengo nada contra ese eslogan… como ‎tampoco condeno el «¡Allah u Akbar» de los musulmanes, a pesar de haberlo oÃdo en boca de ‎los yihadistas que querÃan degollarme y aunque no puedo evitar pensar en los objetivos de ‎los yihadistas que lanzan ese grito.
En definitiva, es lógico que la Ucrania actual se haya dotado de un dispositivo jurÃdico que ‎legaliza una forma de discriminación racial. El 21 de julio de 2021, el actual presidente ucraniano ‎Volodimir Zelenski firmó una ley, fruto de su propia iniciativa, sobre los «pueblos autóctonos ‎de Ucrania». Esa ley estipula que los tártaros y los judÃos caraÃtas tienen «derecho a gozar ‎plenamente de todos los derechos humanos y de todas las Libertades Fundamentales». ‎
Ese texto parece muy generoso, pero no lo es porque se interpreta “por defecto†y viene a ‎completar los textos que reconocen los derechos de los ucranianos de origen escandinavo o ‎protogermánico. En realidad, los tribunales usan ese texto para negar los derechos de ‎los ucranianos que no son mencionados en la definición general ni como una de las minorÃas ‎beneficiadas (los tártaros y los judÃos caraÃtas). Dicho claramente, ese texto ‎no reconoce los derechos de los ucranianos que se consideran eslavos o de origen eslavo. ‎Por consiguiente, los ucranianos eslavos o de origen eslavo no pueden invocar ante ‎los tribunales su «derecho a gozar plenamente de todos los derechos y de todas las Libertades ‎Fundamentales».
El 20 de marzo de 2022, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski declaró en un video ‎divulgado en su cuenta de Telegram:‎ ‎«Cualquier actividad de parte de polÃticos que participan en dividir la sociedad o colaboran ‎con el enemigo fracasará y recibirá una respuesta severa.»‎
Y, de inmediato, Zelenski prohibió 11 partidos polÃticos (la Plataforma de Oposición-Por la vida, el ‎Partido Charij, el Partido Nachi, el Bloque de Oposición, la Oposición de Izquierda, la Unión de las ‎Fuerzas de Izquierda, Derjava, el Partido Socialista Progresista de Ucrania, el Partido Socialista de ‎Ucrania, el partido “Socialistas†y el Bloque de Volodimir Saldo). La mayorÃa de esas formaciones ‎no estaban representadas en el parlamento unicameral ucraniano pero la Plataforma de ‎Oposición-Por la Vida era el segundo partido polÃtico más importante del paÃs –recibió un 13% de ‎los votos emitidos en la última elección legislativa y habÃa obtenido 43 de los 450 escaños.
No hay libertad de expresión
El mismo 20 de marzo, el presidente Zelenski firmó también 2 decretos que prohÃben por 5 años ‎‎3 canales de oposición ya «suspendidos» desde hace meses… y puso todos los canales que ‎quedan bajo el control directo del Consejo de Seguridad y Defensa. ‎
Asà que ya no hay libertad de expresión para los polÃticos ni para los periodistas. La democracia ‎ucraniana está muerta, pero no murió asesinada por la intervención militar rusa sino por voluntad ‎del gobierno ucraniano.
El 5 de mayo se creó en Ucrania un «Consejo para el Desarrollo de las Bibliotecas», que está ‎llamado a pronunciarse especÃficamente sobre los numerosÃsimos libros rusos que pueden verse ‎en los estantes. El ministro de Cultura y PolÃtica de la Información –el periodista Oleksandr ‎Kachenko, declaró que esos libros deben convertirse en materia prima para imprimir libros ‎ucranianos en papel reciclado. ‎
Las quemas de libros son un sÃntoma clásico de las dictaduras. En Ucrania, los libros rusos ‎no serán quemados en público sino convertidos en papel reciclado. Es menos notorio y hasta ‎más ecológico.
En cuanto a la manera de hacer la guerra, el ejército ucraniano muestra una particularidad ‎especialmente llamativa. El ejército ucraniano no recoge los cuerpos de sus soldados muertos ‎en combate. Los demás ejércitos del mundo no vacilan en correr cualquier riesgo para recoger ‎sus muertos porque les parece indispensable garantizarles una sepultura digna. No hacerlo ‎tendrÃa consecuencias desastrosas sobre la moral combativa de sus compañeros de armas. ‎Entonces, ¿por qué el ejército ucraniano actúa de otra manera? ‎
Según el pensamiento de Dimitro Dontsov, no recoger sus muertos es una manera de preparar el ‎‎«combate final» entre el Bien y el Mal. Según la mitologÃa escandinava, cuando los varegos ‎libraban un combate, las valkirias descendÃan al campo de batalla cabalgando sobre lobos, decidÃan ‎cuáles de los valientes iban a morir y se llevaban sus almas al Valhala para conformar con ellos ‎el futuro ejército de «la última batalla». O sea, los caÃdos en combate no eran vÃctimas ‎casuales sino héroes elegidos para un destino glorioso. ‎
Según el informe del Instituto de Estudios sobre Europa, Rusia y Eurasia ‎‎(IERES) de la universidad estadounidense George Washington (correspondiente a 2021), la ‎orden secreta Centuria ya ha infiltrado los ejércitos en paÃses como Alemania, Canadá, Francia, ‎Polonia, Reino Unido y Estados Unidos.
Esta ideologÃa sagrada nos remite a la «plegaria de los nacionalistas ucranianos», redactada por ‎Josef Mashchak en 1922. Ese texto se enseña y se recita en los campamentos juveniles de ‎los banderistas. Y es parte fundamental de las ceremonias de la orden secreta Centuria, que ‎los banderistas han logrado introducir en los ejércitos de los paÃses miembros de la OTAN. ‎
La guerra de los «nacionalistas ucranianos» contra los eslavos está sólo en sus inicios. ‎
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