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Edición 430
Escrito por Thierry Meyssan   
Lunes, 16 de Mayo de 2022 17:43

 43011

La esperanza de Washington

Prolongar la guerra

en Ucrania para recobrar su estatus

de ‎hiperpotencia

Thierry Meyssan

Washington pierde influencia: los 43 estados ‎movilizados a favor de Kiev son una tercera parte de los países miembros de la ONU.

La estrategia de EE.UU., para recuperar su antiguo estatus de hiperpotencia, sólo puede ‎funcionar extendiendo la guerra hacia el oeste europeo.

La operación militar rusa en Ucrania se ha convertido en una guerra verdadera entre ‎Moscú y Washington, y eso abre la caja de Pandora. Los occidentales se adaptan. ‎Pero ya no se trata de defender a los banderistas contra Rusia sino de debilitar a los ‎dos bandos —lo cual incluye debilitar también a la Unión Europea—. Washington pretende ‎recuperar así su antiguo estatus de hiperpotencia y su mundo unipolar.

El regreso de los “soldados” de la Guerra Fría

En dos meses, la operación militar especial rusa contra los banderistas ucranianos se ha ‎convertido en una guerra verdadera en la que Rusia y las Repúblicas Populares del Donbass luchan contra ‎el gobierno de Kiev, respaldado por la OTAN. ‎

Una victoria de Kiev sería un duro golpe para Rusia y la victoria rusa significaría el fin de ‎la OTAN. Así que ninguno de los beligerantes puede darse ya el lujo de retroceder.‎

Los banderistas han visto afluir hacia Ucrania sus viejos aliados del Bloque de las Naciones ‎Antibolcheviques (ABN) y de la Liga Anticomunista Mundial (WACL, siglas en inglés) [1], entre ellos 3 mil miembros de los Lobos Grises turcos [2].

Sin haber desaparecido por completo, el ABN y la Liga Anticomunista Mundial han sido ‎reemplazados por la “Orden militar” Centuria, mientras que se mantienen los vínculos ideológicos antirrusos y la ‎fraternidad que se desarrollaron durante las operaciones secretas de la Guerra Fría. Asimismo, quedó ‎comprobada durante la guerra contra Siria la existencia de vínculos entre los yihadistas de ‎distintas nacionalidades, vínculos creados durante sus sucesivas luchas —bajo las órdenes de ‎la CIA— en Afganistán, Bosnia-Herzegovina, Chechenia y Kosovo.

Ya puede verse que esta guerra está llamada a prolongarse y a ampliarse. ‎Por consiguiente, esas redes siguen movilizándose. Por ejemplo, hasta ahora no se han visto ‎combatientes ni beligerantes asiáticos, aunque el dictador chino Chiang Kai-shek aportó una ‎ayuda importantísima a la Liga Anticomunista Mundial, llegando incluso a instalar en Taiwán la ‎Political Warfare Cadres Academy del banderista ucraniano Yaroslav Stetsko, quien durante la ‎Segunda Guerra había sido el primer ministro designado por los nazis en la Ucrania ocupada por ‎las tropas de Hitler. La Political Warfare Cadres Academy fue el equivalente del Psychological ‎Warfare Center instalado en Fort Bragg (Estados Unidos) y de la también estadounidense Escuela ‎de las Américas, instalada en la zona del Canal de Panamá, incluyendo los cursos de formación de ‎torturadores. El actual gobernador de la ciudad ucraniana de Mykolayiv, Vitaly Kim, de origen ‎asiático (Koryo-saram), podría ser el vínculo con los sucesores del dictador surcoreano Park ‎Chung-hee.‎

Antes de ser rebautizada, en 1990, con su actual denominación para hacerla más presentable, ‎la Liga Anticomunista Mundial, fundada en Taiwán en 1966, ya había sido profundamente ‎modificada en 1983, siguiendo los consejos de uno de los discípulos del filósofo Leo Strauss, ‎el rumano-estadounidense Edward Luttwak [3]. Con la disolución de la URSS, la Liga Anticomunista ‎Mundial adoptó su nueva denominación de “Liga Mundial por la Libertad y la Democracia” (WLFD). ‎Su más reciente congreso tuvo lugar en Taiwán, el 23 y el 24 de enero de 2022, bajo la ‎presidencia de Yao Eng-chi, un alto responsable del Kuomintang. La Liga goza hoy del estatus de ‎consultante de la ONU y tiene incluso una oficina en la sede neoyorkina de las Naciones Unidas. ‎El gobierno de Taiwán la financia con casi un millón de dólares anuales y sus actividades están ‎clasificadas oficialmente como «secreto militar». ‎

¿Por qué resignarse a morir si es posible sobrevivir gracias al dolor ajeno?

Si bien los continuadores de las milicias fascistas del mundo entero —activamente respaldados por ‎la CIA— se han unido a los banderistas ucranianos, la OTAN se mantiene formalmente ‎a distancia del ejército ucraniano, para evitar un conflicto directo entre Estados Unidos y Rusia, ‎dos potencias nucleares.

Sin embargo, el 26 de abril de 2022, el Pentágono reunió en la base estadounidense de Ramstein ‎‎(Alemania) a los ministros de Defensa de 43 de sus aliados para forzarlos a entregar ‎armamento a los ucranianos. Sabiendo que, antes de la guerra, el gobierno de Zelenski ya ‎estimaba que las milicias banderistas eran al menos una tercera parte de las Fuerzas Armadas ‎Ucranianas, es evidente que esos países saben que al menos una tercera parte del armamento ‎que entreguen a Ucrania acabará en manos de esos neonazis. ‎

Eso lo saben todos los Estados dotados de servicios de inteligencia mínimamente competentes. ‎Pero la incapacidad de esos Estados para oponerse a la voluntad del Tío Sam es tan grande que ‎Israel fue el único que se atrevió a boicotear la reunión de Ramstein [4].

A pesar de ello, la influencia de Washington ya no es la que era. Antes, Washington logró ‎movilizar 66 Estados para apoyar militarmente a los yihadistas contra Siria. Hoy, los 43 Estados ‎movilizados a favor de Kiev son una tercera parte de los países miembros de la ONU, pero sólo ‎representan una décima parte de la población mundial. Eso es muestra del debilitamiento de la ‎influencia mundial de Estados Unidos.

En todo caso, el flujo de armas hacia Ucrania hace que no sea indispensable para el ejército ‎ucraniano atacar Transnistria —la autoproclamada República ‎Moldava Pridnestroviana—, que ‎alberga el mayor arsenal de todo el continente europeo.

El 29 de abril, la Casa Blanca obtuvo del Congreso una nueva asignación, ascendente a 33 000 millones de ‎dólares, de créditos adicionales para armar a Ucrania. Con esa nueva asignación, el presupuesto ‎militar de Ucrania pasa al 11º lugar a nivel mundial. ‎

Al cabo de 2 meses de combates, las fuerzas políticas estadounidenses se han unido a la guerra de ‎los straussianos, imaginándose como podrían beneficiarse. Para volver a ser la hiperpotencia que ‎fue en el pasado, Estados Unidos retoma su partitura del inicio de la Segunda Guerra Mundial. ‎En 1939, cuando todavía no había logrado recuperarse de la crisis económica de 1929, ‎Nueva York estaba muy por detrás de… Buenos Aires. La genial idea de Washington consistió ‎entonces en propiciar que los europeos se mataran entre sí… vendiéndoles armamento estadounidense ‎a cambio de las joyas de la industria europea. Estados Unidos no entró en guerra hasta 1942 y ‎ni siquiera entonces se implicó a fondo en el conflicto –de los 55 millones de víctimas que dejó la Segunda ‎Guerra Mundial sólo 200 000 fueron estadounidenses. ‎

La astucia de Estados Unidos consistió en armar a los europeos mediante una ley que implantaba ‎un sistema de «Préstamo y Arriendo», en inglés Lend-Lease. En otras palabras: Estados Unidos ‎‎“prestó” a los europeos un armamento que, de alguna manera, estos tendrían que pagar. ‎Después de la Victoria, llegó el momento de pagar la factura. Los británicos tuvieron que ceder ‎su Imperio mientras que los soviéticos estuvieron pagando aquella deuda durante 60 años. Fue ‎Vladimir Putin quien terminó de pagarla. ‎

Ahora, el Congreso de Estados Unidos seguramente adoptará a la mayor brevedad la «Ley de ‎Préstamo y Arriendo para la Defensa de la Democracia en Ucrania» (Ukraine Democracy ‎Defense Lend-Lease Act of 2022, (S. 3522), ya aprobada por el Senado [5]. O sea, ‎Estados Unidos continúa la Segunda Guerra Mundial, incluso en el plano económico [6].‎

Esa ley es parte de la aplicación de la «Doctrina Wolfowitz» de 1990, que consiste en impedir por ‎todos los medios el desarrollo de cualquiera capaz de rivalizar con Estados Unidos, y cuya prioridad ‎no es otra que debilitar… la Unión Europea. ‎

Si bien la Ukraine Democracy Defense Lend-Lease Act es una medida de racionalización logística ‎y una excelente inversión económica para Washington, también representa un enorme derroche ‎militar. Para poder utilizar ese armamento se necesitan largos periodos de formación y ‎entrenamiento, formación y ‎entrenamiento que los ucranianos no tienen, así que no podrán utilizar ese armamento a ‎corto plazo. Además, ese armamento sólo sería útil en el frente, pero no podrá llegar hasta allí ‎rápidamente porque las estaciones eléctricas ya han sido destruidas y las locomotoras diésel ‎europeas no se adaptan a la separación de los rieles de las vías férreas ucranianas y rusas, ‎sin entrar a mencionar el hecho que esas vías ya han sido ampliamente bombardeadas. ‎

Dadas las muestras de corrupción del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, es altamente ‎probable que, al no poder utilizarlo, Kiev acabe revendiéndolo en el mercado negro. Así que ese ‎armamento reaparecerá en otros campos de batalla… en manos de actores no estatales. En sólo ‎dos meses, Zelenski ya ha logrado echarse en el bolsillo cientos de millones de dólares… mientras ‎que el pueblo ucraniano está sufriendo. ‎

La estrategia de Estados Unidos para recuperar su antiguo estatus de hiperpotencia sólo puede ‎funcionar extendiendo la guerra hacia el oeste de Europa. Y no me refiero a las inevitables ‎operaciones militares contra Transnistria [7] ‎sino a la implicación económica de los países miembros de la Unión Europea. ‎

Por el momento, sólo Polonia y Bulgaria se han negado a pagar el gas ruso en rublos y ya se ven ‎privados de las entregas. Todos los demás miembros de la Unión Europea han aceptado pagar ‎en rublos, pero no directamente a Gazprom sino a través de intermediarios bancarios. Las ‎bravuconadas de Polonia, cuyo gobierno afirma que ya se dispone a cambiar de proveedor, no convencen a ‎nadie. En realidad, Polonia recibirá gas ruso desde otros países europeos… que lo pagarán ‎en rublos. ¿Cuál será la diferencia? Polonia tendrá que asumir pagos adicionales a un nuevo ‎intermediario.

Los europeos van pagar su obstinada sumisión al amo estadounidense con una fuerte caída de su ‎propio nivel de vida. Pero eso será sólo el principio. Después tendrán que resignarse a perder sus ‎principales fuentes de ingresos. Pero esa perspectiva no parece preocupar a los líderes europeos.‎

Hacia el desmantelamiento de ucrania

Por el momento, las operaciones militares rusas se han limitado estrictamente a garantizar la ‎destrucción de la enorme infraestructura militar y de defensa de Ucrania, cuya importancia ‎los occidentales ni siquiera imaginan. La fase móvil de la guerra aún está por llegar. Después de ‎meses de bombardeo, esa etapa de la guerra no debería tener lugar hasta el verano y debería ‎ser rápida. El ejército ruso ofrecerá entonces a las poblaciones que hayan abrazado las ideas de ‎los banderistas la posibilidad de desplazarse para reunirlas en lo que quede de Ucrania. ‎

Y es que la guerra ha despertado el apetito de quienes abrigan reclamos territoriales. Polonia, que ya ‎se planteaba el mes pasado la posibilidad de anexar el enclave de Kaliningrado [8], ahora habla ‎también de ocupar el oeste de Ucrania [9]. Es importante recordar que Polonia ocupó esa ‎región —la llamada Galitzia (no confundir con la Galicia española)— durante el periodo comprendido ‎entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, a raíz del desmembramiento del Imperio Austro-‎húngaro. La idea sería desplegar en el oeste de Ucrania una “fuerza de paz” que se mantendría ‎allí. Pero la guerra de aquella época entre Polonia y Ucrania ha dejado malos recuerdos entre ‎ambos pueblos y fue precisamente bajo la ocupación polaca que surgieron los banderistas. Por cierto, ‎Stepan Bandera, en quien se inspiran los banderistas de hoy, organizó en aquella época el ‎asesinato del ministro del Interior de Polonia, Bronisław Pieracki, en venganza por la represión ‎contra los banderistas de entonces. La realidad es que Stepan Bandera ya estaba trabajando para la ‎Gestapo nazi y el asesinato del ministro polaco era parte de la preparación de la invasión de Polonia ‎por parte del III Reich.

Rumania, por su parte, no ha dicho nada, por ahora, pero está posicionando sus tropas. Cuando la guerra se extienda a Transnistria, Rumania no dudará seguramente en cuestionar la existencia misma tanto de Transnistria como de Moldavia, que fueron rumanas en el siglo XX. ‎

Mientras tanto, Hungría ambiciona recuperar la Transcarpatia (o Transcarpacia), hoy ucraniana, ‎territorio que perdió en la caída del Imperio Austro-Húngaro. La población, mayoritariamente ‎húngara de ese territorio, ha sido víctima de la discriminación de los gobiernos ucranianos desde ‎el putsch de la plaza Maidán, en 2014. Al igual que el idioma ruso, la lengua húngara fue ‎prohibida por esos gobiernos. En este momento, la paz reina en la Transcarpatia ucraniana, ‎las tropas rusas no han entrado allí y ese territorio está sirviendo de refugio a los ucranianos de ‎la oposición interna.

Hasta Eslovaquia ve ahora la posibilidad de obtener algunas localidades que hoy son parte ‎de Ucrania.

Rusia, que planteó como objetivo de guerra sólo el reconocimiento de la independencia ‎de Crimea —ya reintegrada a la Federación Rusa— y de las dos Repúblicas Populares del Donbass, ‎anunció el 24 de marzo que podría anexar todo el sur de Ucrania para vincular entre sí los ‎territorios de Transnistria, Crimea y el Donbass.

En ese desmembramiento entre Polonia, Rumania, Hungría y Rusia, Ucrania perdería la mitad de ‎su territorio.‎

Una singular iniciativa positiva de la ONU

‎El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, estuvo el 26 de abril en el Kremlin, al que ‎presentó dos proposiciones:

Crear una comisión conjunta ONU-Rusia-Ucrania para coordinar un esfuerzo humanitario; abrir, con personal de la ONU y del Comité Internacional de la Cruz Roja, un corredor ‎humanitario para evacuar a los civiles que quieran salir del complejo siderúrgico Azovstal. ‎

Hasta ahora, Kiev había propuesto corredores humanitarios hacia Moldavia y Polonia mientras ‎que Rusia proponía corredores de evacuación hacia Bielorrusia y el territorio ruso, donde ‎los banderistas serían arrestados y llevados ante los tribunales. Ambas partes no habían alcanzado ‎ningún acuerdo al respecto.

En realidad, no se sabe a ciencia cierta si hay civiles en el complejo Azovstal. El ejército ruso ‎abrió un corredor de evacuación a través del cual se rindieron 1 300 soldados ucranianos. ‎Aunque Kiev desmiente sus declaraciones, varios prisioneros de guerra ucranianos han asegurado ‎que en Azovstal hay civiles que los banderistas utilizan como escudos humanos. Dogu Perincek, ‎personalidad turca que reclama una alianza con China y con Rusia, ha declarado que hay ‎‎50 oficiales franceses atrapados en Azovstal, sin que haya sido posible confirmar esa afirmación [10].‎

Durante la visita de Guterres, Rusia pidió a la ONU que enviara personal para comprobar las ‎condiciones de detención de los 1 300 prisioneros de guerra ucranianos, verificación que ‎la ONU no ha hecho. Rusia esperaba obtener así la garantía de un trato humanitario similar ‎para los militares rusos en manos de los ucranianos, cuando ya circulan numerosos videos que muestran los ‎malos tratos y torturas infligidos a los prisioneros rusos. ‎

Antes iniciar la discusión con el secretario general de la ONU, el presidente ruso Vladimir Putin ‎recordó públicamente la posición de su país:

Rusia rechaza las “reglas internacionales” impuestas por Occidente y exige el más estricto ‎respeto de la Carta de la ONU —lo cual ya era el centro del Tratado de Paz Bilateral entre Rusia y ‎Estados Unidos que Moscú propuso el 17 de diciembre de 2021 [11].‎

El secretario general afirmó que, según la opinión general, la Carta de la ONU condena la invasión ‎de un país soberano. El presidente Putin respondió que esta vez se trata de un caso particular ya que ‎Ucrania declaró públicamente que no aplicaría los acuerdos de Minsk, avalados por el Consejo ‎de Seguridad de la ONU, y porque el gobierno de Kiev atacó a su propia población del Donbass ‎con armamento pesado. Después de 8 años de sufrimiento y de resistencia, las poblaciones del ‎Donbass —luego de haberse proclamado independientes— solicitaron la ayuda de Rusia, ayuda que ‎Rusia decidió aportarles en virtud del Artículo 51 de la Carta de la ONU. ‎

El presidente Putin recordó entonces al secretario general de la ONU la decisión de la Corte ‎Internacional de Justicia sobre la independencia de Kosovo. Esa Corte declaró que el derecho de ‎los pueblos a disponer de sí mismos puede aplicarse sin consentimiento de la autoridad central ‎a la cual han estado sometidos, un veredicto que nadie rechazó, a pesar de que en Kosovo no fue ‎la población sino el parlamento quien proclamó la independencia. Pero en el Donbass fue la población quien ‎se pronunció por la independencia mediante un referéndum. ‎

A raíz del encuentro entre el secretario general de la ONU y el presidente Putin, la ONU y la ‎Cruz Roja Internacional se pusieron de acuerdo para establecer un procedimiento para la ‎evacuación de los civiles del complejo Azovstal, en Mariupol. ‎

La propaganda de guerra

Mientras tanto, la propaganda de guerra se mantiene. Pero es interesante observar que los dos ‎bandos se dirigen a públicos diferentes y que utilizan métodos también diferentes. ‎

Londres y Washington tratan de convencer a las opiniones públicas de los países occidentales de ‎su versión del asunto. No se dirigen a los ucranianos y aún menos a los rusos. Se esfuerzan por ‎imponer su punto de vista a fuerza de repetirlo y luego pasan a otra cosa. Se concentran en ‎restar importancia a los neonazis ucranianos [12], en mostrar imágenes favorables a su versión [13] y en atribuir crímenes a ‎las fuerzas rusas. ‎

Por ejemplo, Washington y Londres aseguran que el ejército ruso perpetró una masacre de civiles ‎en la localidad ucraniana de Bucha. Los dirigentes estadounidenses y británicos ya hablan incluso ‎de un posible «genocidio», el más grave de los crímenes. Sus expertos explicaron que las ‎víctimas de Bucha fueron abatidas con armas automáticas. Pero, cuando forenses internacionales echaron ‎abajo esa versión [14], Kiev trató de desviar la atención de la nueva revelación inculpando directamente a ‎‎10 soldados rusos, sin que se sepa cómo pudo identificarlos. ‎

La propaganda de Kiev se concentra en dos objetivos: inventar victorias militares que la prensa ‎occidental divulga ruidosamente, pero que son rápidamente desmentidas, y en atribuir al ejército ‎ruso crímenes abominables, también rápidamente desmentidos. ‎

Por su parte, Moscú ha llegado a la conclusión de que los occidentales simplemente se niegan a ‎ver la realidad y que no cambiarán de opinión mientras no se vean derrotados. Así que Moscú ‎se dirige únicamente a los rusos y a los ucranianos, estimando que estos últimos han sido ‎engañados por los banderistas.‎

En vez de empeñarse en comunicar sobre los acontecimientos actuales —sobre hechos que ‎los occidentales se niegan a ver—, Moscú está abriendo sus archivos militares ‎‎ [15] para mostrar que los banderistas nunca tuvieron ‎escrúpulos en asesinar, e incluso torturar, a otros ucranianos. Lo más importante es que ‎esos documentos demuestran que los banderistas nunca lucharon contra los nazis. ‎

Eso contradice la historia “oficial” de Ucrania según Wikipedia y según la OUN(B), una historia ‎reescrita según la cual los banderistas lucharon a la vez contra los nazis y contra los soviéticos. ‎

Por supuesto, la prensa occidental no habla de las revelaciones inscritas en los documentos ‎históricos rusos ya que eso la obligaría a tomar posición contra los banderistas. Además, ‎documentos históricos alemanes igualmente revelados por Moscú, muestran que durante la ‎Segunda Guerra Mundial el régimen nazi y los banderistas concibieron juntos un plan de ‎exterminio contra las poblaciones del Donbass. Ese plan no pudo ser ejecutado durante la ‎Segunda Guerra Mundial pero los banderistas de Kiev comenzaron a ejecutarlo a partir de 2014.

NOTAS:

‎[1] «La Liga Anticomunista Mundial, internacional del crimen», por Thierry ‎Meyssan, Red Voltaire, 20 de enero de 2005.

[2] «Más refuerzos para Kiev… 3 000 Lobos Grises ‎turcos», Red Voltaire, 27 de abril de 2022.

[3] Edward Luttwak es un eminente estratega y es ‎además el historiador oficial del ejército de Israel. Fue uno de los “cuatro mosqueteros” de Dean ‎Acheson, el principal artífice de la guerra fría –los otros tres eran Richard Perle, Peter Wilson y ‎Paul Wolfowitz, también discípulos del filósofo Leo Strauss. En 1968, Edward Luttwak publicó ‎‎Coup d’État: A Practical Handbook [“Manual práctico del golpe de Estado”], que se convirtió en ‎libro de cabecera de los miembros del Project for a New American Century (Proyecto para el ‎Nuevo Siglo Estadounidense o PNAC, según sus siglas en inglés) y cuya aplicación se hizo realidad ‎el 11 de septiembre de 2001. El 9 de diciembre de 2003, Edward Luttwak se dio el lujo de ‎amenazar directamente y en público al presidente francés Jacques Chirac declarando al noticiero ‎de la televisión francesa France 2: «¡Chirac tiene una cuenta pendiente con Washington! Tiene ‎una larga cuenta pendiente con Washington y en Washington hay, evidentemente, una decisión de ‎hacerle pagar esa cuenta.» Edward Luttwak amenazó igualmente al canciller alemán Gerhard ‎Schroder y, a partir de entonces, ningún otro dirigente occidental se atrevió a cuestionar la ‎versión oficial estadounidense sobre los atentados del 11 de septiembre y Francia estuvo a las ‎órdenes de la CIA en Georgia y en Haití.

[4] Además, el parlamento ‎israelí ha sido hasta ahora la única Asamblea Nacional que se ha negado a reunirse en sesión ‎plenaria para escuchar al presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Para complacer a Washington, ‎pero sin legitimar por ello un régimen neonazi, el parlamento de Israel se limitó a realizar una ‎videoconferencia por Zoom entre Zelenski y los diputados israelíes que quisieron escucharlo.

[5] «Estados Unidos extiende la guerra en Europa», Red Voltaire, 27 de abril de 2022.

[6] «Ucrania y la Segunda Guerra Mundial como ‎conflicto inconcluso», por Thierry Meyssan, ‎‎Red Voltaire, 26 de abril de 2022.

[7] «Washington prosigue en Kazajastán el plan de la ‎RAND Corporation, que ya continúa ‎en Transnistria» y «Estados Unidos ya trata de extender la guerra a Transnistria», Red Voltaire, 11 de enero y 26 de abril de 2022.

[8] «Polonia reclama Kaliningrado», Red Voltaire, 26 de marzo de 2022.

[9] «Polonia se plantea ocupar, otra vez, el oeste de ‎Ucrania», Red Voltaire, 29 de abril de 2022.

[10] El ‎partido de Dogu Perincek, Vatan, ofreció incluso una conferencia de prensa al respecto. Ver ‎‎«Özgür Bursalı: Macron 50’den fazla Fransız subayını ölüme terk etti», Aydinlik, 22 Nisan 2022.

[11] «Rusia quiere obligar Estados Unidos a respetar ‎la Carta de la ONU‎», por Thierry Meyssan, ‎‎Red Voltaire, 4 de enero de 2022.

[12] «Ucrania y la Segunda Guerra Mundial como ‎conflicto inconcluso», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 26 de abril ‎de 2022.

[13] «Londres despliega “Cascos Blancos” en Ucrania», Red Voltaire, 27 de abril de 2022.

[14] «Los cadáveres de Bucha comienzan a hablar», Red Voltaire, 26 de abril ‎de 2022.

[15] «Rusia desclasifica documentos históricos ‎sobre los crímenes ‎de los banderistas», ‎‎Red Voltaire, 29 de abril de 2022.

De Red Voltaire, para Voces del Periodista.

 



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