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EU: violación a
derechos humanos
CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
La defensa de los derechos humanos se ha convertido en una coartada política. Y las poderosas organizaciones de defensa de derechos humanos -como Amnistía Internacional y Human Rights Watch- han derivado en instrumentos de la política exterior agresiva de los Estados Unidos.
Las presiones sobre México para derogar el fuero de guerra en presuntos delitos cometidos por militares tiene la nada secreta intención de desarticular la doctrina de disciplina y honor militar. Organizaciones presuntamente humanitarias piden que militares sean juzgados en tribunales civiles por uso desmedido de la fuerza. Sin embargo, esas organizaciones civiles han guardado silencio cómplice ante la última decisión del presidente Obama: Que civiles sean juzgados por tribunales militares.
México se ha visto obligado por la incapacidad y complicidad de las fuerzas de seguridad civiles a utilizar a militares en la lucha contra los cárteles de la droga que se han posicionado de algunas zonas francas para cometer delitos. Se trataría, en la lógica de la “guerra justa” definida por Obama al recibir el premio Nobel de la Paz; sin embargo, el propio Departamento de Estado alienta ofensivas civiles contra México por la violencia derivada de una guerra convencional en las calles entre militares y delincuentes.
Los EU, en cambio, siguen utilizando torturas contra civiles para obtener información sobre presuntas acciones terroristas. Los torturadores de la CIA siguen impunes y cubiertos por la justicia norteamericana. Los bombardeos estadunidenses sobre zonas civiles en Irak, Afganistán y ahora Libia han causado miles de muertes ciudadanas y no hay en ningún tribunal demanda alguna contra el ejército de los EU o contra sus mercenarios alquilados de agencias privadas de seguridad que van a combatir no por un ideal sino por contratos de defensa.
La temible y desprestigiada prisión Guantánamo fue reabierta por Obama para desahogar juicios militares contra civiles. Justo en la coyuntura de la reapertura de la cárcel contra presuntos terroristas, un niño menor de 18 años narró la forma en que fue torturado por estadunidenses cuando contaba con 16 años de edad. El testimonio del adolescente es desgarrador; y aún si fuera terrorista, de todos modos los EU deberían poner un límite a la violación de los derechos de ciudadanos.
La diferencia es clara. México tiene que pagar su cuota de daños colaterales en una lucha contra criminales y sin que haya pruebas contundentes sobre presunta guerra sucia, en tanto que los EU de Obama tienen órdenes directas para arrestar ciudadanos sólo por sospechas, impiden la intervención de abogados civiles, utilizan impunemente la tortura para arrancar confesiones como si fueran policías de la temible Federal de Seguridad mexicana, violan sistemáticamente los derechos humanos y usan las mismas tácticas que los terroristas musulmanes y Obama y los EU siguen presentándose como adalides dela defensa de los derechos humanos.
Por muchas razones, Obama, el gobierno de los EU, la CIA, el ejército estadunidense y las autoridades judiciales debieran ser sentados ante tribunales internacionales por delitos de lesa humanidad. Sólo que la Casa Blanca tiene el poder para decidir quién sí y quién no debe ser enjuiciado por torturador.
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