Edición 261 |
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Reforma para qué
CARLOS RAMÃREZ HERNÃNDEZ
Casi dos sexenios después de haber perdido el poder presidencial, el PRI aprobó en el Senado una reforma polÃtica que quisiera impactar en el proceso electoral del 2012, pero la minuta fue frenada por la bancada del PRI en la Cámara de Diputados.
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Casi dos sexenios después de haber ganado la presidencia de la república, el PAN parece urgido de una reforma polÃtica pero hasta ahora no tiene otras más que la de la bancada del PRI en el Senado y se ha colgado del brazo para consolidarla.
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Y casi dos sexenios después de la alternancia, la ciudadanÃa sigue a la espera de la reforma de la República PriÃsta y se ha encontrado que los partidos polÃticos tienen más problemas internos para aprobar reestructuraciones de gran calado que posibilidades para reformar el viejo régimen.
Lo malo, sin embargo, es que la reforma polÃtica aprobada en el Senado y archivada en la Cámara de Diputados no resuelve el problema de la funcionalidad de la república. Tiene, ciertamente, cosas buenas, infladas otras y casi impracticables las más anheladas. La revocación del mandato puede ser un instrumento agitador de las minorÃas que suelen controlar las masas y tiene que ver más con la democracia a mano alzada.
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Las candidaturas independientes no representan la salvación del sistema representativo ni garantizan que realmente haya una independencia. S i los recursos de campaña serán dotados por el presupuesto público, todo candidato necesita de una estructura electoral que tiene que ser pagada y que obligará al candidato a co mprometerse y por tanto a perder su condición de independiente.
La reelección de los diputados y alcaldes no garantiza que el segundo periodo sea una calificación social de los resulta dos en el primero. En los Estados Unidos existe la reelección y nada tiene que ver con el hecho de que los electores estén satisfechos con el legislador; en realidad, los legisladores crean una estructura de control de poder en su distrito para mover a los electores, independientemente de que haya o no una buena calificación. Lo mismo ocurrirÃa en México, sobre todo por la arquitectura corporativa de la sociedad y la compra del voto con subsidios para cualquier cosa.
El viejo régimen necesita una cirugÃa de fondo. Primero, la demolición del edificio antiguo; luego, la conformación de los tres pilares fundamentales; y finalmente los acuerdos para consolidar la nueva república . Los tres pilares de una reforma nacional están claros: el sistema polÃtico en su totalidad, el modelo de desarrollo para romper su dependencia estructural con el sistema polÃtico y finalmente el pacto constitucional para darle legalidad y obligatoriedad a la nueva república.
El desgaste polÃtico en reformas de corto plazo incide en los estados de ánimo de la sociedad. Los partidos debieran de estar concientes que pierden más con reformas aisladas que con un gran pacto pluripartidista por una reforma integral del viejo régimen. La crisis de desarrollo, de consenso constitucional y de instituciones polÃticas deben obligar a los partidos a hacer el esfuerzo de entrarle de lleno y de tiempo completo a una reforma que no sólo consolide la transición democrática que se logró en el 2000 sino que siente bases firmes para la instauración de una nueva democracia más plural y dinámica.
Pero parece que los partidos quieren lograr unos cuantos votos más quemando la pólvora en infiernitos.
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