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SE DESPLOMA EL NEOLIBERALISMO
CON EFECTO COLADERA
Parafraseando al siempre polémico pero inevitable Carlos Marx, podemos afirmar que “un fantasma recorre el mundo”: la debacle económica y financiera provocada por el confuso y fallido gobierno de Barack Obama y sus socios. Según los analistas la actual crisis tendrá una duración a corto plazo hasta el 2014. Solo bastó atar cabos, recabar información y pruebas para advertir que un colapso financiero era en verdad un problema anunciado, un problema inminente que pondría al globo terráqueo de cabeza, en alerta roja y cavando la inevitable tumba del neoliberalismo cuyos objetivos se han convertido en verdaderas pesadillas.
Y si bien es cierto que la actual crisis aún no ha tocado fondo, según afirman los observadores y especialistas del planeta, enfrentamos una verdadera crisis para un sistema que creyó haber alcanzado el pináculo en sus aspiraciones de dominio mundial vía la muy publicitada globalización.
La Reserva Federal de los Estados Unidos ha cambiado de táctica en cuanto a su política monetaria. Dejó sin efecto hace casi dos meses el que en su momento se conoció como QE2, un intrincado mecanismo por el cual se compraron 600.000 millones de dólares en bonos con el objeto de mantener bajos los tipos de interés, asegurar la liquidez y evitar una deflación. Pero como la debilidad económica que sigue mostrando la principal potencia del orbe y la inflación siguen en el centro de la escena económica estadounidense y por añadidura global, se decidió entrar en una fase de “ver qué pasa y esperar”, mera especulación. Tanto la Fed como la Casa Blanca pensaron que la desaceleración económica del primer semestre del año sería pasajera y se superaría en la segunda parte del año en curso.
Lo concreto es que la actividad industrial se enfrió igual que el naciente entusiasmo de Wall Street, el que además mira hacia el otro lado del Atlántico con preocupación cómo será el desenlace de la crisis de la llamada deuda soberana de los países periféricos del euro. No le está resultando fácil a la Fed mantener la calma de los mercados, los empresarios y de la ciudadanía en general. Para colmo de males, el índice de parados vuelve a acercarse peligrosamente al 10%, la cifra máxima que se alcanzó en pleno auge de la crisis económica global. Ahora la previsión de crecimiento es del 2,8% para este año y del 3,5% para el próximo. Y se espera terminar el 2011 con un desempleo que no supere el 8,8%. La inflación al parecer oscilará entre el 2,4% en 2011 y el 1,8% a principios del 2012. El principal problema para la Eurozona, es que estas fluctuaciones en las variables económicas estadounidenses hacen que la administración de Barack Obama no tenga demasiado claro el futuro inmediato del intercambio comercial de su país con el resto del mundo. Por lo anterior, la situación de los estadounidenses pasa a ser clave para el desarrollo y la recuperación de buena parte del resto del mundo.
La madre de la catástrofe bursátil fue el Wall Street, que descendió en todos sus indicadores, incluso a niveles superiores a la crisis económica del 2008. Así el “lunes negro” del 15 de setiembre del 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, el indicador Dow Jones perdió un 4,42%, y ahora el mismo indicador cayó en 5,55%, seguido de los índices S&P 500 (-6,66%) y Nasdaq (-6,9%). Ello debido a la decisión de la agencia Standard & Poor’s de quitar a la deuda soberana de Estados Unidos la calificación sobresaliente de AAA por primera vez en la historia del país norteamericano. Este contexto también influyó en la caída de las bolsas europeas, liderada por el hundimiento del Dax alemán (-5,02%). De igual manera, las bolsas asiáticas se vinieron abajo, alcanzando la cifra más crítica en la bolsa
de Shanghai (-3,79%).
Por todo esto, resulta alarmante que nuestras autoridades económicas y nuestro medio financiero se enfrenten aduciendo situaciones opuestas; las primeras afirmando una supuesta estabilidad y blindaje suficiente para soportar los embates de la crisis norteamericana y mundial mientras el segundo está profundamente preocupado por la realidad de las cifras y los hechos. Nuevamente el doble discurso oficial se opone al de los inversionistas y empresarios, dejándonos un campo minado de dudas, peligros y riesgos.
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