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ECONOMÍA Y POLÍTICA
MIGUEL ÁNGEL FERRER
Una vieja película
ya muy vista
Habrá, desde luego, quien diga que todavía es muy temprano para emitir un juicio categórico y bien fundado sobre la irrupción más o menos violenta de un grupo de iraníes exaltados en la embajada de la Gran Bretaña en Teherán, capital de Irán. Pero desde lejos el asunto huele a una clásica provocación de Occidente contra el régimen de los ayatolas. Una provocación de mercenarios locales al servicio de los aparatos de inteligencia de la propia Gran Bretaña, de Israel, de Turquía y de Estados Unidos.
El propósito del incidente sería, obviamente, dar al imperialismo yanqui y a sus subordinados europeos un pretexto idóneo para dar comienzo a la ansiada agresión neocolonial contra la antigua Persia.
William Hague.
No niego, por supuesto, la existencia de motivos más que suficientes para el odio del pueblo de Irán contra la bien calificada “Pérfida Albión, e igualmente contra Estados Unidos, Israel, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y otros países colonialistas europeos. Pero incluso un grupo de exaltados comprendería que un ataque, así sea desarmado, contra el territorio inglés que constituye la embajada en Teherán ha de tener necesariamente graves, sangrientas y mortales consecuencias bélicas.
Por eso no cabe aceptar la hipótesis de que el ataque fue un acto perpetrado por un grupo de irreflexivos e irresponsables ciudadanos. Porque tomando en cuenta el contexto histórico y sobre todo reciente y actual del conflicto entre Irán y Occidente, resulta mucho más verosímil la hipótesis de una provocación del colonialismo mediante agentes locales a sueldo de los aparatos de inteligencia de los países imperialistas en búsqueda de repetir en Irán lo ya realizado contra Palestina, Panamá, Afganistán, Iraq, Libia y ahora en preparación contra Siria.
La agresión militar contra Siria no se ha desencadenado por el veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU contra las medidas demandadas por la OTAN para aislar al gobierno sirio y comenzar una operación semejante a la realizada en Libia. Esta operación está detenida porque la desinformación, la propaganda negra y la guerra de baja intensidad de la OTAN no han logrado aún crear el necesario clima internacional de linchamiento contra el presidente Bachir Al Assad que torcida y perversamente justifique la guerra neocolonizadora contra la nación fenicia.
Esas mismas tácticas de mentiras, calumnias, desinformación, propaganda negra y guerra de baja intensidad enderezadas contra Irán tampoco, como es evidente, han tenido éxito. Pero eso no significa que las ansias de Washington y de sus subordinados europeos por derrocar al gobierno de los ayatolas hayan dejado de existir. Al contrario: cada día que pasa es mayor la urgencia por derrocarlo y sustituirlo por un régimen cipayo.
Hasta el momento, el incidente de la embajada inglesa en Teherán es el último eslabón de la muy larga cadena de calumnias y actos de provocación de Occidente y sobre todo de Washington contra el gobierno iraní. Mas como era de esperarse, el cuadro de la provocación no estaría completo si no se presentaran en seguida las acusaciones contra el gobierno de Irán de haber promovido el ataque a la embajada inglesa.
Hillary Clinton.
La secretaria yanqui de Relaciones Exteriores, Hillary Clinton, y el canciller británico, William Hague atizan ahora el fuego, al igual que los gobiernos de Alemania, Francia, Noruega, Suecia y Holanda, en una evidente acción concertada, acusando a Irán de cometer no sólo una afrenta contra el pueblo británico, sino contra toda la comunidad internacional, en un obvio llamamiento a las acciones bélicas. Esta vieja película ya la hemos visto muchas veces.
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