EDITORIAL
Chivo en cristalería
Después de que -tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio en marzo de 1994- México obtuvo su ingreso en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a los publicistas del salinismo les dio por blasonar que nuestro país ya estaba compitiendo en las “ligas mayores”. Lo menos que pregonaban era que, del círculo virtuoso de la economía, México saldría reconocido, más temprano que tarde, como una “potencia media”.
Era tal el entusiasmo de los tecnoburócratas neoliberales, que, según la tribuna desde la que parloteara, Vicente Fox llegó a anunciar que sólo faltaban unos cuantos dólares para que México ocupara el noveno u octavo lugar en la economía global y hacia el cronograma: Primero como Japón, luego como los Estados Unidos.
Después de dos periodos de docena trágica encarnada por presidentes de la República emanados del Partido Acción Nacional (PAN), diversos indicadores internacionales colocan a México entre el 14 y 16 sitio en la escala económica mundial. En materia de crecimiento, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal-ONU) en los pasados dos años ha llegado a equiparar el desempeño económico de México con el de Haití.
Recientemente, en su reporte sobre México, el Foro Económico Mundial -a cuya sesión anual en Davos asiste el presidente mexicano en turno a asombrar a los líderes mundiales con sus personales buenas nuevas- hace el peor escrutinio de las últimas décadas sobre nuestro país.
Entre 142 países evaluados, el Foro le da a México la posición 109 en el rubro de “estructura de las instituciones públicas” y, como santuario para hacer negocios, el lugar 139; esto es, el antepenúltimo de la nómina. En el listado de obstáculos para la inversión, en una relación de 15 el Foro señala en segundo lugar la corrupción y en otro indicador, sobre confianza pública en los políticos, a México se le da una calificación de 2.2 en una escala de diez puntos.
No termina ahí el recuento de los daños. A mediados de la semana pasada, el Instituto para la Economía y la Paz, con sede en Londres, al hacer del dominio público su Indicador Global de Paz, asigna a México el lugar 139 entre 158 países estudiados. En el primer año de gestión de Felipe Calderón (2007), México ocupaba la posición 78 entre 120 países. Al alcanzar el examen 158 estados, México se desbarrancó 61 posiciones en esa asignatura: La de la paz para la economía.
A bote pronto, de cara a esas evaluaciones de dos instituciones internacionales insospechables de intromisión electoral, la primera reacción induce a atribuir el descarrilamiento de México a la ineptitud e ineficacia de los gobiernos panistas. Sin embargo, como los exegetas del panismo neoliberal, a la primera provocación responden: Vamos por el camino correcto, lo único que prevalece es la cuestión: El camino escogido deliberadamente, ¿es el del cataclismo?
More articles by this author
SUCESOSSUCESOSEl presidente Barack Obama
felicitó a Enrique Peña Nieto por la...
|