EDITORIAL
Carlos Salinas y el
Espíritu de Houston
EN LA DÉCADA ANTERIOR AL GRAN DESPOJO por el que México fue mutilado de la mitad de su territorio, el apetito anexionista imperial no se había saciado con el exquisito entremés llamado Texas. Declarado Estado independiente, Texas tuvo como presidente a Samuel Houston.
El petrolero George Herbert Walker Bush es afamado por pertenecer a la secta Huesos y calaveras de la Universidad de Yale. Fue director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de los Estados Unidos. Vicepresidente de Ronald Reagan, actuó como operador de la trama Irán-Contra para aplastar al sandinismo nicaragüense. Su mayor gloria es la de ser padre de la operación Tormenta del desierto, con la que EU inauguró la era de terror en el Oriente Medio, cuando bajo sus auspicios previamente había lanzado a Sadam Hussein contra Kuwait.
La presidencia de Bush padre (1989-1993) coincidió con la de Carlos Salinas de Gortari. Durante su mandato, éste asistió entusiasta a una cita con el entonces ocupante del Salón Oval de la Casa Blanca, en Texas. Los publicistas de Salinas de Gortari boletinaron que aquel encuentro se concertó a la sombra del Espíritu de Houston. Con esto está dicho todo.
¿Por qué, si al servicio de Reagan, el guerrerista Bush hostilizó ferozmente a Miguel de la Madrid, procuró gustoso, sin embargo, el abrazo de Salinas de Gortari? Porque ya se daban el beso del diablo. Ambos se rayaron las venas para pactar con sangre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Dispuesto a convertir a la de México en economía de servidumbre, Salinas de Gortari hizo dos concesiones a Washington: 1) incorporó secretamente los hidrocarburos mexicanos al clausulado del TLC, y 2) cuando gobiernos europeos se abrían ya a la inmigración de mano de obra a la par de los capitales, Salinas de Gortari privilegió el libre tránsito de las inversiones y el comercio, pero se negó rotundamente a gestionar el libre transito de trabajadores en el TLC.
Se cumplen ya veinte años del TLC: La desnacionalización del petróleo mexicano está por culminar en medio de la rapiña más cínica. Todavía, tras una incesante historia de crímenes en contra de los emigrantes mexicanos, el “demócrata” Barack Obama ofrece como gancho para su reelección la reforma migratoria, que Vicente Fox, jubilosamente -en vuelo sobre territorio estadunidense- dio por proclamada en mayo de 2006.
La semana pasada, en un reporte a la Cámara de Diputados, la Secretaría de Economía informó sobre el estado del Programa para la Creación de Empleos en Zonas Marginadas. Dijo que, hasta el tercer trimestre de 2012; esto es, hasta septiembre pasado, el Presidente del empleo sólo había creado 500 nuevas plazas en dicho estamento, en el casi 18 millones de compatriotas vegetan en condiciones de muy alta y alta pobreza.
Ese es el saldo del Espíritu de Houston. Es el espíritu que señorea sobre la manoseada reforma laboral, con la que se legalizará la esclavitud de la clase trabajadora mexicana. ¡Vivan los héroes que nos dieron Patria!
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