EDITORIAL
Arpaio, Arpaio
¡Ra rá rá!
COMO SI DE VERAS tuviera una significación práctica positiva, la mayoría de los enviados de los medios de comunicación mexicanos, especialmente de los electrónicos, ha venido machacando a coro que Barack Obama logró su segundo mandato gracias al voto de los latinos.
DIEZ POR CIENTO DEL VOTO en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, apuntan los analistas de aquellos medios, correspondió a los latinos. Setenta por ciento, subrayan, sufragó por Obama. La mitad, aventuran otros, es de origen mexicano.
En una barra televisiva de media noche, al día siguiente de los comicios en la Unión Americana se llegó a anunciar aquí que, por fin, los latinos le arrancarán a Obama la reforma migratoria, haciendo abstracción de que la Cámara de representantes quedó en manos de una mayoría republicana, la que -militante en la supremacía blanca- con mayor fiereza ha combatido incesantemente toda iniciativa de revisión de la situación tercermundista de las minorías estadunidenses, descarnada una semana antes de las elecciones en la costa atlántica de los Estados Unidos por la tormenta Sandy.
Los enviados de marras, ni siquiera por accidente rozaron el oportunismo inmoral de Obama, quien se montó en la tragedia popular de los estados de Nueva York y Nueva Jersey, para cerrar su campaña electoral.
Por encima de todo -y para desgracia de los emigrantes mexicanos- los cronistas del triunfo de Obama omitieron, aun como anécdota, un dato de suyo emblemático y ominoso: La victoria (53-47 por ciento) del republicano Joe Arpaio como candidato a un sexto mandato como sheriff de Maricopa, Arizona, quien blasona su odio a “los latinos”, proclamándose el sheriff más duro y temido de los Estados Unidos. Los es desde 1992.
Arpaio no es sólo un racista redomado. Es un símbolo: Es el más entusiasta ejecutor de la represiva Ley SB1070, promulgada por el gobierno de Arizona hace unos cuantos meses, y tomada como modelo por otros estados de la Unión para perseguir a los inmigrantes. Dicha perversa legislación debe su paternidad a representantes republicanos, pero no son pocos los demócratas que la han asumido -gustosos- como propia.
La verdadera dimensión del triunfo de Obama -que tanto alegra a ciertos líderes de opinión mexicanos-, y las atroces consecuencias que se esperan de su segundo mandato presidencial, son descritas, con el conocimiento y la autoridad académica que lo acreditan, por nuestro colaborador James Petras. Por sus reflexiones sabemos por quien doblan las campanas.
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