Las sirenas del Potomac
El
pasado 17 de enero -tres días antes de que el presidente Obama presentara ante
El Capitolio su informe sobre el estado que guarda la nación-, hubo en
Washington una multitudinaria movilización de ecologistas para protestar -entre
otras causas- por el tendido de un oleoducto desde Canadá hasta Texas, a un
costo de siete mil millones de dólares.
“Queremos
desafiar a Obama para que asuma el papel
de actor principal, y no el de mascota de las grandes compañía petroleras”,
declaró la actriz canadiense Envgelina Lilly. En la concentración participó
Robert Kennedy hijo y la laureada Susan Sarandon. Por supuesto, la motivación
de la protesta fue la estrategia de tierra arrasada que están aplicando los
consorcios energéticos.
Obama
arribó a su comparecencia en una densa atmósfera pre sucesoria que lo coloca
frente un 60 de desaprobación de sus compatriotas, el peor de los mundos
posible. No es para menos: 2013 -ejercicio del que informó el jefe de la Casa Blanca- estuvo marcado por
la controversia legislativa sobre su reforma a la Salud, los conatos de crisis
fiscal, el escándalo del espionaje y, básicamente, por la profundización de la
desigualdad económica (el salario mínimo actual es 20 por ciento menos que en
la era reaganiana) que, dijo Obama, está asestando golpes serios al sueño americano.
Dado
el alto grado de dependencia de México respecto de la economía de los Estados
Unidos y otras implicaciones geoestratégicas, no se puede hacer abstracción de
las consecuencias de las derrotas de Obama en el ámbito político interno y su
limitado margen de maniobra en el Congreso, aun si se trata de sus
correligionarios del Partido Demócrata.
De
ahí, que hay que ponerle corchetes a su replanteamiento de la reforma migratoria,
que trató de relanzar con el argumento de que significaría una contribución de
más de un billón de dólares adicionales a la economía norteamericana en las
próximas dos décadas. Vale la acotación, habida cuenta que, por iniciativa de
su esposa Michelle, al informe fueron invitadas por primera vez
representaciones de los movimientos pro inmigración.
Contra las comparsas de las trasnacionales
El
tema -hay que recordarlo- alcanzó su más alta curva desde que el Vicente Fox,
sin tacto diplomático, lanzó su exigencia de enchilada competa. Con la misma ligereza, y por la libre, en mayo
de 2006 dio por concedida la reforma, sólo para tratar de ganar para el PAN
algunos votos de los residentes en la Unión Americana, en la
perspectiva de las elecciones presidenciales.
Porfiar
en ese clamor no deja de ser legítimo, pero sobre la impenetrable resistencia
de buena parte de los congresistas estadunidenses, tiene que subrayarse el dato
de que, lejos de suavizarse la política contra los migrantes, ésta se mantiene
inflexible y reporta casi 400 mil mexicanos deportados anualmente.
Obama
estará en México el 19 de febrero. Es conveniente no caer en la fascinación del
canto de las sirenas del Potomac. A fin de cuentas, en noviembre de 2014 la
suerte de Obama estará echada. Algo hay que concretar, de manera tangible, por
nuestros propios medios. Si no…
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