Sin duda, el clan Salinas ostenta un poder omnímodo en México. En nuestra patria existen tres poderes, el del presidente, el de los jueces y de los legisladores; sin embargo, a los dos últimos se les puede considerar simples estaciones de paso, para aprobar leyes y dictar sentencias que previamente han sido resueltas por los poderes reales; esto es, por el Ejecutivo, los altos empresarios, así como por Carlos Salinas y su mafia.
Tengamos presente, Carlos Salinas usurpó la Presidencia en el año 1988, a base de excesos, venalidades, traiciones, mendacidades e infinidad de inmoralidades; desde entonces ha logrado amasar un poder sin parangón; lo anterior incluso lo pude constar durante el gobierno del “peje”, cuando fui testigo de cómo en los juzgados del D.F., se recibió la consigna procaz, de resolver siempre a favor de la familia de quien ahora es esposa de Carlos Salinas, en un caso burdo, donde se desheredó a un pariente, sin ninguna limitante. Por un instante sentí que el “peje” pondría orden en ese asunto y en todo el ámbito legal, empero los Salinas confirmaron nuevamente su ingente poder.
Como bien decía una periodista destacada, “Apellidarse Salinas, implica ser poderoso, totalmente amoral y altamente temido”; en efecto, los Salinas han demostrado’ su abyección con sinnúmero de oprobiosos actos, y al parecer, su innoble poder se acrecienta cada día más.
Actual presencia
En la actualidad, los Salinas son parte obligada en los grandes festejos sociales; con un cinismo increíble acuden a bodas, presentaciones de libros, y todos aquellos eventos que son de gente cresa, e importante nota para toda clase de revistas, incluidas las del corazón.
Raúl Salinas, es incuestionablemente el sujeto con más imputaciones que en lo personal haya conocido, pero al mismo tiempo, quien mayor poder ha exteriorizado; no olvidemos, se le habrán de liberar 48 cuentas congeladas en el sistema financiero suizo, ello sin contar la veintena de compañías fantasmas, cada una con cuentas de decenas de millones de dólares en Islas Caimán; las trasferencias multimillonarias, que hizo también de bancos mexicanos a Estados Unidos y Europa, revelan cientos de millones de dólares.
A Raúl se le permitió crear fondos de inversión, por medio de los cuales recibía y enviaba pagos secretos, pese a que se le descubrieron pasaportes falsos, los cuales utilizaba precisamente para abrir cuentas y utilizar dinero, a la par de si se tratara de una institución financiera.
Cuando en México se habla de un cambio y sus políticos remarcan palabras como honestidad y patriotismo, basta con observar la triste realidad. Resulta inaceptable que encumbrados dignatarios hablen de nacionalismo, cuando bien sabemos, Carlos Salinas entregó vilmente nuestra soberanía a los norteamericanos. Concluyentemente, en México jamás se podrá hablar de honradez, mucho menos de respetabilidad, en tanto los Salinas anden caminando por las calles de nuestra Republica, ya que merecen castigos ejemplares, la cárcel en el mejor de los casos; en definitiva, la impunidad de que gozan, contradice cualquier mensaje político.
Es necesario enmendar
Se reclama un cambio, pero no sustentado en vocablos, sino en hechos. La obligación de un gobierno probo, no únicamente es decomisar a los Salinas todos sus bienes mal habidos, sino procesarlos por la infinidad de ilícitos que han cometido. Es obvio, no sólo los Salinas representan lo putrefacto en suelo azteca, hay otros entes que constituyen lo más oprobioso de nuestro país, individuos ominosos de la talla de un Romero Deschamps; empero por algo se debe empezar, para mostrar al mundo que en verdad en México se quiere cambiar.
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