No ha dejado de ser impactante, la noticia del pleito casado que traen Emilio Azcárraga y Carlos Slim; éste último, se dice que es el ser más rico del mundo, aunque hay quien asegura, que sólo es prestanombres de Carlos Salinas de Gortari.
El altercado entre Azcárraga y Slim, se da por el negocio de la televisión, ya que de pronto, al creso Slim le dio por incursionar en esa industria; sin embargo, de inmediato manifestó que la legislación sólo favorece a Televisa, hecho que agregó, es “a todas luces” inconstitucional, aseverando además, que por esa falta de equidad con Televisa, las acciones de su compañía, América Móvil, caerían de manera estrepitosa; de este modo, Slim pide apoyo al gobierno Federal, ya que obviamente, bajo ningún concepto considera justo, que sólo Televisa “se sirva con la cuchara grande”.
El comal le dijo a la olla
Otra queja de América Móvil y, que a Slim le duele hasta la coronilla, va en el sentido de que el gobierno le está obligando a entregar el servicio de interconexión de forma gratuita. Nadie ignora que en México, Telcel y Telmex cobran lo que quieren a cambio de un pésimo servicio; de este modo, como bien reza el dicho: “El comal le dijo a la olla”.
A la par de Slim, tipo opresivo y veleidoso, Azcárraga también es ímprobo a más no poder; así, da la impresión que la pugna es entre dos innobles capos.
Si el gobierno mexicano fuera lúcido y justo, podría aprovechar el momento para poner en orden a estos dos individuos, quienes por cierto, no se han caracterizado precisamente por ayudar a la población, muy al contrario, se han dedicado a espuelearla y sangrarla. Sobra apuntar que tanto Televisa como América Móvil (Telcel y Telmex), si tuvieran alguna dificultad, cuentan con sus propios jueces y lacayos; por ejemplo, Slim no niega que tiene de su lado al “íntegro e intachable” presidente del Tribunal de Justicia defeño; empero por su parte, Azcárraga sin duda goza de la simpatía de ominosos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lo innegable, es que estamos ante un caso de inmoralidad inconcebible, donde al final de cuentas, como es habitual, el único perjudicado resulta el pueblo de México. La ciudadanía reclama, de una vez por todas, calidad, buen servicio, precios justos y libre competencia, en el rubro de las telecomunicaciones.
Personajes impunes
Bien conocida es la conducta de los represores de la libertad de expresión, que son los propios dueños de la televisión comercial y la radiodifusión, mismas que se encuentran en manos de unas cuantas familias, pero análogo a ello, está el poder telefónico de Slim, circunstancia que no tiene paralelo; por lo que tanto él, como Azcarraga, se vuelven impunes ante cualquier castigo; es más, no hay quien se atreva a ponerles un alto.
Los zares de la radio y televisión, escogen minuciosamente a sus comunicadores, deben ser sujetos incondicionales a toda ley, los cuales siguen ciegamente sus órdenes. Al mismo tiempo, los encumbrados jefes del micrófono y la pantalla, vetan sin moderación a cuanta voz disidente existe. Por lo que hace al servicio telefónico, es el peor y más caro del planeta, constantemente se cortan las llamadas, no en todos lados hay cobertura; en fin, una calamidad. Lo más lamentable, como ya hemos señalado en reiteradas ocasiones, es que no se vislumbra alternativa, por ende, lo más seguro es que en el ramo de las telecomunicaciones, los mexicanos sigamos en similares y oprobiosas condiciones en las que estamos hoy.
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