En cada inicio de cursos, les doy la bienvenida a mis alumnos, y me permito expresarles algunos conceptos, mismos que abrigo la esperanza les resulten provechosos en una nueva etapa de su vida, en la cual aspirarán a formarse como Licenciados en Derecho.
¿Qué es para mí un licenciado en derecho?; ante todo, se trata de un profesional que debe poseer las habilidades e instrucción necesarias, para llevar a cabo la crucial tarea de la defensa, tanto de sus semejantes como de sí mismo. En un mundo donde campean la iniquidad y el abuso, ejercer la capacidad de defender, es un auténtico privilegio.
Cómo es un abogado
Según indica el sentido original de la palabra, abogado es quien lucha y pide por los demás; tiene la honrosa misión de salvaguardar intereses de la más alta jerarquía, como son la libertad, el patrimonio, el honor y hasta la vida misma. Para evitar que estos bienes sean pisoteados, el jurista requiere de la fortaleza que da el conocimiento de su profesión, y de ciertas condiciones de carácter, sin las cuales su camino se tornaría difícil. La primera de esas cualidades es el VALOR. El jurisconsulto debe actuar sin temor a persecuciones y amenazas. Un cobarde, un acomodaticio, un medroso, no puede ni debe ejercer como abogado; ha de ser un fanático creyente de la JUSTICIA, que busque dar a cada quien lo que merece, a costa de todos los esfuerzos y aún de sacrificios. Quien sólo pretenda su beneficio individual, se ha equivocado de carrera.
Un buen abogado, debe respaldarse en la VERDAD que da el saber, a la que sólo se accede mediante el estudio, la disciplina y experiencia. La falsedad y simulación, son enemigos de la abogacía y conducen al fango de la corrupción. Un abogado debe ser recto y prudente en todo momento de su vida. La defensa de lo justo será su insignia; lo que al concluir la jornada le permitirá sentirse orgulloso de su perseverancia, aún cuando el resultado no haya sido el triunfo. Lo que hace digno al abogado es la certeza de que bregó hasta el final, que nunca abandonó a quien en él confió, y se empeñó en cumplir el deber con gallardía ejemplar.
Deseo lo mejor a mis alumnos
A mis alumnos les ofrendo éstas palabras, como legado y muestra del privilegio que para mí significa ser su maestro. Mi mejor instrumento de trabajo escolar será la VERDAD, esa que en ocasiones lacera e incómoda, que ofende a seres poderosos, que provoca descalificaciones y polémicas y, que requiere de valor para hacerse pública; en síntesis, es lo único que puede hacernos sentir que nuestro breve trayecto vital por este planeta no ha sido en vano. Les invito, a riesgo de todos los riesgos, para que usen la verdad como herramienta, asimismo el denuedo y demás aptitudes que aquí he subrayado.
Como todo ser humano tengo errores, y pido a mis estudiantes me los digan para corregirlos, ya que saben, nunca habrá, ni ha existido de mi parte, represalia alguna.
Mi anhelo es que al finalizar cada curso, se hayan cumplido las expectativas de mis discípulos y les quede una huella perenne de su paso por las aulas universitarias. Deseo que en el futuro, cuando recuerden ésta época, no sea yo parte del “montón”; uno de esos docentes grises de quienes hasta el nombre, tristemente, se olvida. Soy, he sido, y seré un profesor que aspira, a que el tiempo dedicado al estudio no sea insubstancial.
Siempre les deseo lo mejor a mis alumnos.
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