Hay una enorme cantidad de objetos, hoy de uso común en la sociedad civil, que tuvieron su origen en el medio castrense o que fueron inventados con fines bélicos.
Algo ahora tan simple como los pantalones tomados por los romanos de los jinetes de las tribus “bárbaras” para su caballería, al igual que los estribos para las sillas de montar (invento tártaro), el nudo de la corbata, invento de los legionarios romanos para sus bufandas, la margarina, creada para la marina a fin de mantener este alimento sin descomponerse en los buques de guerra, antes de que hubiesen refrigeradores. Además de los alimentos, aquí les mencionaremos algunos otros de los cuales la mayor parte de las personas ni siquiera imagina el origen militar.
El pegamento de contacto
El pegamento adhesivo de contacto fue inventado accidentalmente en 1942 por el doctor Harry Coover para la compañía Eastman-Kodak que, en la Segunda Guerra Mundial, buscaba un material transparente adecuado para las miras plásticas de los fusiles.
Este adhesivo no requería presión ni calor, ya que se activaba al entrar en contacto con pequeñas cantidades de agua, como la capa de humedad que cubre naturalmente cualquier objeto. La primera versión del pegamento se comercializó en 1958. Fue durante la guerra de Vietnam cuando comenzó a utilizarse en cirugías, para adherir tejido humano en las heridas de bala sin necesidad de realizar puntos.
La comida enlatada
El recurso de conservar la comida en latas constituye sin duda uno de los mayores avances para la preservación de alimentos perecederos. Este sistema, que nos resulta tan común y familiar en nuestra vida cotidiana, fue creado en 1810 por el maestro pastelero francés Nicolas Appert.
Posteriormente, el ejército de Francia trasladó este método de almacenamiento a los campos de batalla (originalmente en frascos de vidrio) con el objetivo de conservar grandes cantidades de alimentos en buen estado y, al mismo tiempo, evitar la proliferación de microorganismos por un mayor período de tiempo.
Pero sería en EU, durante su guerra civil donde se usarían de manera masiva las latas para almacenar comida… tan bien selladas que unas encontradas en un almacén 100 años después de ser fabricadas, tenían su contenido en perfecto estado.
La leche condensada
En 1822, el mismo Nicolás Appert ideó un procedimiento para mejorar el almacenamiento de la leche y superar la falta de refrigeración.
Este procedimiento consistía en evaporar el agua de la leche y añadirle azúcar, para mantenerla por más tiempo. Fueron los comienzos de la leche condensada. Más tarde, el estadounidense Gail Borden descubrió cómo producirla industrialmente y patentó su invento.
Durante la Guerra de Secesión (1861-1865), conflicto entre el norte industrializado de los Estados Unidos y los estados esclavistas del sur, las tropas del norte la incluyeron en su ración básica de alimentos, almacenándola por primera vez en grandes cantidades.
Al terminar la guerra, la leche condensada (llamada por los soldados cow can; ‘vaca en lata’) se popularizó, comenzando a consumirse en el mundo entero, más adelante los suizos desarrollaron la leche en polvo para su enorme ejército (VOCES 335) como un método aún más efectivo y ligero para acarrear leche.
La maquinilla de afeitar
En 1895, el canadiense King Camp Gillette creó la maquinilla de afeitar de cuchillas intercambiables, universalmente famosa por su apellido.
Poco después, creó su propia empresa, la Gillette Safety Razor: logró vender apenas 51 maquini-llas y 168 cuchillas. Durante la Primera Guerra Mundial, cuando todo parecía indicar que el negocio de Gillette se había vuelto una ruina, el ejército estadounidense le encargó unas cuatro millones de maquinillas para sus soldados.
Los oficiales, al finalizar la Guerra, contaron maravillas del novedoso sistema de afeitado; durante la Segunda Guerra Mundial los pedidos fueron aún mayores y con esto las maquinillas de Gillette se convertirían en un negocio millonario y en un verdadero aliado del cuidado de la imagen personal masculina.
El horno a microondas
En 1946, el ingeniero estadounidense Percy Spencer realizaba unas pruebas con el radar Magnetron –localizador de tanques y maquinaria de guerra y accidentalmente se interpuso en la señal del aparato.
Minutos más tarde, buscó en su bolsillo una barra de chocolate que allí guardaba y la encontró completamente derretida. Sorprendido, colocó maíz y huevos frente al radar encendido y los alimentos se cocieron luego de unos minutos. Inspirado en ese hallazgo, Spencer diseñó una caja metálica con una abertura, en la que introdujo energía en forma de microondas, generando un campo electromagnético concentrado. Así había nacido un objeto que pronto revolucionaría la forma de cocinar en los hogares de todo el mundo: el horno a microondas.
El GPS
El Global Positioning System (GPS) se ha convertido en un objeto de uso común en nuestra vida cotidiana y, por supuesto, su origen también proviene del ámbito militar.
En 1957, tras el lanzamiento del Sputnik, comenzó a calcularse por primera vez desde la Tierra la órbita de un satélite. Inmediatamente, los científicos descubrieron que, aplicando la operación inversa, los satélites podrían calcular la posición de un receptor en tierra. Así, el ingeniero Ivan Getting y el profesor Bradford Parkinson, expertos en el área militar, crearon en la década del 70 un sistema satelital que permitía seguir objetos en movimiento.
Los vehículos “todo-terreno”
En 1941 el Ministerio de Defensa estadounidense solicitó a varias empresas privadas la creación de un vehículo de reconocimiento, adaptable a los terrenos más difíciles.
Fue así como nació el “todo-terreno” o Jeep (nombre derivado de las siglas inglesas G.P. –general purpose- o propósito general, en español).
El Jeep, que en palabras del general George Marshall constituyó “la mayor contribución de los Estados Unidos a las operaciones de guerra modernas”, comenzó a participar en todas las campañas bélicas, y pronto sería comercializado por varias compañías para ser utilizado por la sociedad civil.
Internet
Pocos inventos han revolucionado tanto nuestras vidas en las últimas décadas como el Internet.
El sistema surgió en principio en los años 60, ante la necesidad de conectar entre sí las diferentes terminales de la Oficina para las Tecnologías de Procesado de la Información (IPTO) de los Estados Unidos, encargada precisamente de mejorar la tecnología de los primeros y rudimentarios ordenadores.
Tal trabajo, encomendado al científico Robert Taylor, fue financiado en 1969 por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. El interés principal radicaba en crear un sistema de descentralización de la información ante el peligro de un ataque soviético durante la Guerra Fría. Fue así como surgió ARPANET, el proyecto de Taylor que se convertiría en precursor del Internet actual.
El bolígrafo
En 1938, el periodista húngaroargentino Laszlo Biro, inventó junto a su socio Juan Jorge Meyne la lapicera de bola o bolígrafo –también conocido entonces como birome- en sustitución de las antiguas estilográficas de tinta, que se secaban y atascaban rápidamente.
Para la Segunda Guerra Mundial, la Fuerza Aérea de los Estados 20.000 unidades para sus pilotos. Pronto se comprobaron las ventajas del novedoso sistema frente a sus clásicas estilográficas, que explotaban como consecuencia de los altísimos cambios de presión alcanzadas en las bruscas maniobras de los aviones.
El Teflón
En 1938, el químico estadounidense Roy J. Plunket y su ayudante, Jack Rebok, trabajaban en el desarrollo de sistemas de refrigeración cuando, fortuitamente, el experimento no salió según lo esperado y obtuvieron una sustancia en la que casi nada se adhería.
En 1941 la empresa DuPont patentó el producto y luego lo registró con el nombre comercial de teflón, palabra derivada del compuesto tetrafluoroetileno (TFE).
El sobretodo o “gabardina”
Los orígenes de la prenda sobretodo o trench (trinchera en inglés) deben rastrearse en la creación de los primeros tejidos impermeables.
Fue Charles Macintosh quien, en 1823, ideó el primer tejido de este tipo uniendo varios paños por medio de caucho. En 1862, este tejido fue utilizado por las tropas garibaldinas (de ahí su nombre ‘gabardina’ en español). En 1880, Thomas Burberry desarrolló y patentó la prenda tal como la conocemos en la actualidad; la resistencia de su tejido propició que los oficiales británicos y norteamericanos la adoptaran en la Primera Guerra Mundial. Hoy, la ‘gabardina’ se ha vuelto un auténtico clásico, elegante e ideal para resguardarnos de la lluvia y del viento.
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