LA VIDA es el poder del Universo. Lo único que existe que sea más grande que la vida es el poder de la mente humana. Cada generación de seres humanos debería presentar una mejoría con respecto a la anterior, en términos de capacidad, entendimiento y cultura, puesto que la humanidad tiene un sentimiento dinámico de estar avanzando de generación en generación. Pero vemos que hoy día la gente forma parte de una sociedad sin futuro. ¿Por qué?
Primero, porque no existen los patrones que enseñen a los jóvenes el verdadero significado de ser un SER HUMANO. Porque no existe la educación adecuada. El propósito de la educación es afirmar la universalidad de la humanidad, que es algo que se logra abarcando la historia del descubrimiento de las ideas universales.
Obviamente no tenemos este sistema en marcha porque aquellos que dirigen el mundo en estos momentos creen que la población existe para producir esclavos que satisfagan sus intereses. A ellos no les interesa que nos volvamos listos y nos demos cuenta de que no les pertenecemos. El poder de los reyes nace de la predisposición y la voluntad de las masas a aceptar su reinado.
Si la gente común pretende participar en el autogobierno entonces deben ser partícipes también de las ideas por las cuales se gobierna una sociedad. La consciencia de estas ideas por parte de la población general supondría el fin del sistema oligárquico. Las naciones que promueven el crecimiento creativo-mental de sus ciudadanos producen personas que no van a tolerar formas de control oligárquicas indefinidamente. Aquellas poblaciones que son analfabetas y tecnológicamente atrasadas por el contrario sí lo harán: de hecho, no cabe duda de que el analfabetismo y el retraso tecnológico son causas que contribuyen al resurgir del poder de la oligarquía.
Visto de esta manera, tenemos aquí un problema moral. Un problema para el destino del ser humano. Cada generación ha de avanzar más allá de lo que ya ha sido explorado por la generación anterior. Esa esperanza, de que algo sucederá que va más allá de lo que tenemos hoy, es la idea que debería estar en la mente de cualquier anciano moribundo. Que su vida haya significado algo porque ha sentado las bases para una vida mejor de la que él conoció.
Cuando generamos y transmitimos los descubrimientos de los Principios Universales a nuestros hijos, y a aquellos que han llegado después, de esta manera permanecemos vivos para siempre en la historia de la Humanidad. En nuestra existencia mortal ya no es cuestión de si existe un comienzo o un final. Hemos hallado un lugar en la eternidad desde el cual irradiamos esta experiencia a las generaciones que nos siguen y proyectamos nuestro ser hacia el futuro. Nos convertimos en los hijos inmortales del Creador del Universo.
Es esta percepción, esta comprensión de uno mismo, de lo que significa ser humano, lo que define una sociedad moral, implica estar dispuestos a dar la vida si es necesario por la nación de uno, para poder perpetuar estos valores en futuras generaciones y también honrar a las generaciones anteriores que nos han dejado este legado para compartir entre todos.
Todo ser humano que defiende la justicia piensa naturalmente en la inmortalidad. Piensa en la inmortalidad no como algo de carne y hueso, sino en el sentido de lo que estamos haciendo por la humanidad. Y cuando uno se plantea este tipo de propuestas, este tipo de concepciones, entonces, de repente, tenemos una cultura diferente. Tenemos una cultura inspirada y elevada, en lugar de una cultura de la mentalidad de esclavos. Y el futuro de la humanidad hoy por hoy depende de nuestra capacidad de eliminar, de borrar las huellas de la mentalidad de esclavitud.
Tenemos que restaurar el sentido de pertenecer de la humanidad a nuestro universo, restaurar la misión humana hacia una existencia mejor y muy distinta de la de los animales irracionales. Tenemos que darnos un sentido de participar en el futuro de la humanidad, incluso si morimos mucho antes de poder cumplir nuestra misión. Un sentido de la inmortalidad de la mente, la inmortalidad del alma. Eso es lo que significa - una gran cultura. Es el sentido de que estamos haciendo algo para el futuro de la humanidad; que incluso si no vamos a verlo, sabremos que existirá.
Para terminar, me gustaría decir que somos el futuro. Saber que somos únicos a través de nuestra chispa divina de la razón. La oligarquía puede tener miles de billones de dólares de riqueza, pero nunca va a ser inmortal, porque actúan en contra de la humanidad, en contra del futuro. Nosotros, por el contrario, podemos alcanzar la inmortalidad simplemente haciendo una gran cosa... por el bien de todos.
Muchas gracias
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