La mortaja de sangre sigue privando en México
En tres décadas de neoliberalismo salvaje, México pasó de ser una sociedad económicamente estratificada, a una sociedad polarizada por reparto de la riqueza nacional, en el ejercicio de las libertades civiles y los derechos políticos, y en el acceso a la educación y la cultura.
En una horrible categoría los mexicanos somos iguales: Todos estamos expuestos a la violencia criminal, que no discrimina estatuto socioeconómico, edad, sexo, oficio o profesión, creencias religiosas o políticas.
Con harta frecuencia, organismos multinacionales y agencias financieras internacionales, de los que México es Estado parte, nos ofrecen gráficas sobre el descenso del país en el mundo globalizado. En el tema en el que México aparece en los primeros sitios, es el de la corrupción.
¡Peligro! México, zona en cuarentena
Tenemos a la vista un mapa planetario reciente, marcado en rojo: Con este color -el de la sangre- una flecha ubica a México, junto con países de Medio Oriente y África del Norte, donde el ejercicio periodístico es la actividad más peligrosa entre todas las constitucionalmente autorizadas.
Hace apenas unas semanas, el presidente Enrique Peña Nieto declaró paladinamente que en México “aún” hay crímenes contra periodistas por resolver.
Se acata… pero no se cumple
México es Estado parte de la ONU. Tratados, convenciones y resoluciones de este organismo, sobre todo en la asignatura de Derechos Humanos, son de observancia obligatoria para los Estados parte.
La agencia de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) emitió en 1997 una resolución por la que condena la violencia contra periodistas y se conmina a los Estados parte a garantizar la Libertad de Expresión y el Derecho a la Información.
Sin embargo, según cómputo de 2000 a 2016, en México se han perpetrado 120 asesinatos de periodistas (el más reciente, el de Jesús Adrián Rodríguez Samaniego, en la capital del estado de Chihuahua/ 10 de diciembre) y 20 desapariciones de colegas.
Otro cuadro nos indica que, sólo en 2015, se registraron en México 397 agresiones contra medios y periodistas; ocho de éstos ejecutados. El peor año desde 2009. En el periodo de seis años, los atentados contra la actividad periodística se incrementaron en casi 22 por ciento.
En 2016, la suma de asesinatos es de once, incluyendo el citado contra Rodríguez Samaniego en Chihuahua, donde desde 2000 a la fecha se han cometido 21 atentados mortales.
El Presidente declaró recientemente que “aún” hay crímenes contra periodistas por resolver.
90 por ciento de crímenes contra periodistas, impune
Apenas el 2 de noviembre pasado, en ocasión del Día Internacional para poner fin a la impunidad en crímenes contra periodistas, instituido por la ONU, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) dio a conocer una investigación en la que denuncia que 90 por ciento de esos crímenes cometidos en México permanece impune.
“La ausencia de verdad y de justicia imperante en los delitos cometidos contra periodistas y medios, afectan el ejercicio pleno de la Libertad de Expresión y la consolidación democrática en México, ya que limita el derecho de la sociedad a disponer de la información necesaria para la toma de decisiones”, sostiene el documento de la CNDH.
La raíz de la impunidad en los ataques contra medios y oficiantes del periodismo en nuestro país, no tiene secreto. Desde hace al menos dos años, el capítulo mexicano de la organización británica Artículo 19 presentó un recurso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH/ OEA), en el que asegura que en gran parte de los crímenes contra la Libertad de Expresión está la mano de agentes del Estado.
En la política gubernamental de premios y castigos en la que se basa la relación Estado-Medios, no son pocos “los premiados” que juegan el papel de lobos contra periodistas, incitando a la represión y el silenciamiento de aquellos oficiantes a los que se pretende confinar en El círculo rojo por sus posiciones contestatarias al sistema.
“Se lo merecen por andar en malos pasos”
Incluso, tampoco son pocos que se prestan a legitimar peritajes de los aparatos policiales que, a bote pronto, dictaminan que las víctimas del exterminio lo son por sus vínculos con el crimen organizado.
Hace apenas unas semanas, el cerril ex gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez insinuó que las víctimas de la barbarie se lo merecen por andar en malos pasos. No es el único político mexicano que así “piensa”. Es la marca de la casa.
En ese macabro escenario, la comunidad periodística mexicana ha despedido 2016.
Dado que la complicidad y la impunidad incitan a la contumacia en el ataque a la Libertad de Expresión y el Derecho a la Información: Al derecho de la sociedad a vivir en paz y en democracia, en última lectura; por voluntad propia, responsabilidad institucional y solidaridad gremial reafirmamos nuestro inquebrantable compromiso de seguir luchando en 2017 por un México libre de acechanzas opresoras; totalitarias, de tufo fascista.
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