Edición 427 |
El expansionismo
de la OTAN en Europa‎
Manlio Dinucci
IncreÃble pero cierto. Una alianza militar, la OTAN, cuyo funcionamiento viola los ‎principios de soberanÃa y de igualdad de los Estados miembros –principios inscritos en ‎la Carta de la ONU– se ha extendido durante los 23 últimos en violación de los ‎tratados internacionales. Es un hecho palpable y tremendamente grave, pero todos fingen no verlo. ‎
«LA AMPLIACIÓN de la OTAN en estas últimas décadas ha sido un gran éxito y ha abierto además ‎el camino a la ampliación de la Unión Europea.» Eso afirmaba, el pasado sábado, el secretario ‎general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en Munich, durante la Conferencia sobre la Seguridad. ‎Para una completa comprensión de sus palabras, es importante reconstruir los principales ‎elementos de ese «gran éxito». ‎
Esa historia comienza en 1999, precisamente el año en que la OTAN destruyó Yugoslavia ‎haciéndole la guerra, después de haber anunciado –en la cumbre de Washington– la intención de ‎realizar «operaciones de respuesta a las crisis, no previstas en el ArtÃculo 5, fuera del territorio de ‎la alianza». Olvidando que se habÃa comprometido con Rusia a «no extenderse ni una pulgada ‎hacia el este», la OTAN comienza su expansión… hacia el este. Asà absorbe los 3 primeros ‎paÃses del ya desaparecido Pacto de Varsovia: Polonia, la República Checa y HungrÃa. ‎
Posteriormente, en 2004, la OTAN se extiende a otros 7 paÃses: Estonia, Letonia, Lituania ‎‎(3 repúblicas ex soviéticas), Bulgaria, Rumania, Eslovaquia (3 ex miembros del Pacto ‎de Varsovia) y Eslovenia (que habÃa sido parte de Yugoslavia). ‎
En 2009, la OTAN absorbe también Albania (que también habÃa sido miembro del Pacto ‎de Varsovia) y Croacia (que habÃa sido parte de Yugoslavia). En 2017, se extiende a Montenegro ‎‎(antiguamente parte de Yugoslavia) y en 2020 abarca también Macedonia del Norte (que también ‎habÃa sido parte de Yugoslavia). ‎
En resumen, en 20 años la OTAN, que antes contaba 16 Estados miembros, se extiende a ‎‎30 paÃses. ‎
Washington obtiene asà un triple resultado.
1.- Extiende hasta las puertas de Rusia —y dentro del territorio de la antigua URSS— la alianza militar ‎que obedece a las órdenes de Estados Unidos: el Comandante Supremo de las fuerzas aliadas ‎en Europa siempre es «por tradición» un general estadounidense nombrado directamente por ‎el presidente de Estados Unidos, y los demás puestos de mando fundamentales también están ‎en manos de militares estadounidenses.
2.- Al mismo tiempo, Washington pone los paÃses del este de Europa no tanto al servicio de ‎la OTAN como directamente al servicio de Estados Unidos: desde el momento mismo de su ‎entrada en el bloque militar, Rumania y Bulgaria ponen a la disposición de Estados Unidos las ‎importantes bases militares de Constanza y de Burgas, en el Mar Negro.
3.- Con la ampliación de la OTAN hacia el este, Estados Unidos refuerza su propia influencia ‎sobre Europa. Entre 2004 y 2007, siete de los 10 paÃses del centro y del este de Europa ‎se convierten también en miembros de la Unión Europea. O sea, la OTAN se amplÃa hacia ‎el este y sus nuevos miembros pasan a ser también miembros de la Unión Europea. De los 27 paÃses miembros ‎de la Unión Europea, hoy 21 son también miembros de la OTAN, la cual sigue las órdenes de ‎Estados Unidos.
El Consejo del Atlántico Norte, que es el órgano polÃtico de la OTAN no toma sus decisiones por ‎mayorÃa sino «por unanimidad y de común acuerdo», o sea de acuerdo con lo que se decide en ‎Washington. La participación de las principales potencias europeas en tales decisiones —menos ‎la de Italia, que siempre obedece en silencio— es siempre objeto de conciliábulos secretos con ‎Washington en busca de concesiones mutuas. Esto implica un debilitamiento de los parlamentos ‎europeos —como en el caso de Italia—, ya privados en este momento de verdadero poder de ‎decisión en el sector militar y en materia de polÃtica exterior.
En tal contexto, Europa se ve hoy en una situación todavÃa más peligrosa que la de la guerra frÃa. ‎Tres paÃses más –Bosnia-Herzegovina (que fue parte de Yugoslavia), Georgia y Ucrania (otras dos ‎repúblicas ex soviéticas)— son candidatos a entrar en la OTAN. Jens Stoltenberg, más vocero de ‎Estados Unidos que de la alianza atlántica, declara: «Mantenemos la puerta abierta y, si ‎el objetivo del Kremlin es tener menos OTAN en las fronteras de Rusia, sólo obtendrá ‎más OTAN.»‎
En la escalada Estados Unidos-OTAN, claramente destinada a hacer estallar una guerra en medio ‎de Europa, entran en juego las armas nucleares. En 3 meses Estados Unidos comienza la ‎producción en serie de sus nuevas bombas nucleares B61-12. Ese armamento atómico será ‎desplegado —bajo las órdenes de Estados Unidos— en Italia y en otros paÃses de Europa, ‎probablemente también en el este.
‎Además de esas nuevas bombas atómicas, Estados Unidos tiene ahora en el este de Europa dos bases terrestres, ‎en Rumania y en Polonia, y cuatro buques de guerra dotados del sistema de misiles Aegis, capaz de ‎lanzar tanto misiles antimisiles como misiles del tipo crucero portadores de cargas nucleares. Y ‎también está preparando misiles nucleares de alcance intermedio que serÃan desplegados ‎en Europa apuntando a Rusia, un enemigo inventado pero que si es atacado puede responder de ‎manera altamente destructiva.
A todo eso se agrega el impacto económico y social del incesante incremento de los gastos ‎militares. En la reunión de los ministros de Defensa de la OTAN, Stoltenberg anunció en tono ‎triunfal que «este año es el séptimo año consecutivo de aumento del gasto de defensa de los ‎aliados europeos, que se elevó en 270 000 millones de dólares desde 2014». Se trata siempre ‎de fondos públicos sustraÃdos a los gastos sociales y a las inversiones productivas, a pesar de que ‎los paÃses europeos todavÃa tienen que recuperarse del confinamiento económico de 2020-2021. ‎
En Italia, los gastos militares han sobrepasado los 70 millones de euros al dÃa, pero todavÃa ‎no es suficiente. El primer ministro Mario Draghi ya anunció que: ‎
‎«Tenemos que dotarnos de una defensa más significativa. Es muy evidente que habrá que ‎gastar mucho más de lo que gastábamos hasta ahora.»‎
El mensaje es muy claro: Apretémonos el cinturón para que la OTAN pueda ampliarse. ‎
De Red Voltaire, para Voces del Periodista.
El expansionismo
de la OTAN en Europa‎
Manlio Dinucci
IncreÃble pero cierto. Una alianza militar, la OTAN, cuyo funcionamiento viola los ‎principios de soberanÃa y de igualdad de los Estados miembros –principios inscritos en ‎la Carta de la ONU– se ha extendido durante los 23 últimos en violación de los ‎tratados internacionales. Es un hecho palpable y tremendamente grave, pero todos fingen no verlo. ‎
«LA AMPLIACIÓN de la OTAN en estas últimas décadas ha sido un gran éxito y ha abierto además ‎el camino a la ampliación de la Unión Europea.» Eso afirmaba, el pasado sábado, el secretario ‎general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en Munich, durante la Conferencia sobre la Seguridad. ‎Para una completa comprensión de sus palabras, es importante reconstruir los principales ‎elementos de ese «gran éxito». ‎
Esa historia comienza en 1999, precisamente el año en que la OTAN destruyó Yugoslavia ‎haciéndole la guerra, después de haber anunciado –en la cumbre de Washington– la intención de ‎realizar «operaciones de respuesta a las crisis, no previstas en el ArtÃculo 5, fuera del territorio de ‎la alianza». Olvidando que se habÃa comprometido con Rusia a «no extenderse ni una pulgada ‎hacia el este», la OTAN comienza su expansión… hacia el este. Asà absorbe los 3 primeros ‎paÃses del ya desaparecido Pacto de Varsovia: Polonia, la República Checa y HungrÃa. ‎
Posteriormente, en 2004, la OTAN se extiende a otros 7 paÃses: Estonia, Letonia, Lituania ‎‎(3 repúblicas ex soviéticas), Bulgaria, Rumania, Eslovaquia (3 ex miembros del Pacto ‎de Varsovia) y Eslovenia (que habÃa sido parte de Yugoslavia). ‎
En 2009, la OTAN absorbe también Albania (que también habÃa sido miembro del Pacto ‎de Varsovia) y Croacia (que habÃa sido parte de Yugoslavia). En 2017, se extiende a Montenegro ‎‎(antiguamente parte de Yugoslavia) y en 2020 abarca también Macedonia del Norte (que también ‎habÃa sido parte de Yugoslavia). ‎
En resumen, en 20 años la OTAN, que antes contaba 16 Estados miembros, se extiende a ‎‎30 paÃses. ‎
Washington obtiene asà un triple resultado.
1.- Extiende hasta las puertas de Rusia —y dentro del territorio de la antigua URSS— la alianza militar ‎que obedece a las órdenes de Estados Unidos: el Comandante Supremo de las fuerzas aliadas ‎en Europa siempre es «por tradición» un general estadounidense nombrado directamente por ‎el presidente de Estados Unidos, y los demás puestos de mando fundamentales también están ‎en manos de militares estadounidenses.
2.- Al mismo tiempo, Washington pone los paÃses del este de Europa no tanto al servicio de ‎la OTAN como directamente al servicio de Estados Unidos: desde el momento mismo de su ‎entrada en el bloque militar, Rumania y Bulgaria ponen a la disposición de Estados Unidos las ‎importantes bases militares de Constanza y de Burgas, en el Mar Negro.
3.- Con la ampliación de la OTAN hacia el este, Estados Unidos refuerza su propia influencia ‎sobre Europa. Entre 2004 y 2007, siete de los 10 paÃses del centro y del este de Europa ‎se convierten también en miembros de la Unión Europea. O sea, la OTAN se amplÃa hacia ‎el este y sus nuevos miembros pasan a ser también miembros de la Unión Europea. De los 27 paÃses miembros ‎de la Unión Europea, hoy 21 son también miembros de la OTAN, la cual sigue las órdenes de ‎Estados Unidos.
El Consejo del Atlántico Norte, que es el órgano polÃtico de la OTAN no toma sus decisiones por ‎mayorÃa sino «por unanimidad y de común acuerdo», o sea de acuerdo con lo que se decide en ‎Washington. La participación de las principales potencias europeas en tales decisiones —menos ‎la de Italia, que siempre obedece en silencio— es siempre objeto de conciliábulos secretos con ‎Washington en busca de concesiones mutuas. Esto implica un debilitamiento de los parlamentos ‎europeos —como en el caso de Italia—, ya privados en este momento de verdadero poder de ‎decisión en el sector militar y en materia de polÃtica exterior.
En tal contexto, Europa se ve hoy en una situación todavÃa más peligrosa que la de la guerra frÃa. ‎Tres paÃses más –Bosnia-Herzegovina (que fue parte de Yugoslavia), Georgia y Ucrania (otras dos ‎repúblicas ex soviéticas)— son candidatos a entrar en la OTAN. Jens Stoltenberg, más vocero de ‎Estados Unidos que de la alianza atlántica, declara: «Mantenemos la puerta abierta y, si ‎el objetivo del Kremlin es tener menos OTAN en las fronteras de Rusia, sólo obtendrá ‎más OTAN.»‎
En la escalada Estados Unidos-OTAN, claramente destinada a hacer estallar una guerra en medio ‎de Europa, entran en juego las armas nucleares. En 3 meses Estados Unidos comienza la ‎producción en serie de sus nuevas bombas nucleares B61-12. Ese armamento atómico será ‎desplegado —bajo las órdenes de Estados Unidos— en Italia y en otros paÃses de Europa, ‎probablemente también en el este.
‎Además de esas nuevas bombas atómicas, Estados Unidos tiene ahora en el este de Europa dos bases terrestres, ‎en Rumania y en Polonia, y cuatro buques de guerra dotados del sistema de misiles Aegis, capaz de ‎lanzar tanto misiles antimisiles como misiles del tipo crucero portadores de cargas nucleares. Y ‎también está preparando misiles nucleares de alcance intermedio que serÃan desplegados ‎en Europa apuntando a Rusia, un enemigo inventado pero que si es atacado puede responder de ‎manera altamente destructiva.
A todo eso se agrega el impacto económico y social del incesante incremento de los gastos ‎militares. En la reunión de los ministros de Defensa de la OTAN, Stoltenberg anunció en tono ‎triunfal que «este año es el séptimo año consecutivo de aumento del gasto de defensa de los ‎aliados europeos, que se elevó en 270 000 millones de dólares desde 2014». Se trata siempre ‎de fondos públicos sustraÃdos a los gastos sociales y a las inversiones productivas, a pesar de que ‎los paÃses europeos todavÃa tienen que recuperarse del confinamiento económico de 2020-2021. ‎
En Italia, los gastos militares han sobrepasado los 70 millones de euros al dÃa, pero todavÃa ‎no es suficiente. El primer ministro Mario Draghi ya anunció que: ‎
‎«Tenemos que dotarnos de una defensa más significativa. Es muy evidente que habrá que ‎gastar mucho más de lo que gastábamos hasta ahora.»‎
El mensaje es muy claro: Apretémonos el cinturón para que la OTAN pueda ampliarse. ‎
De Red Voltaire, para Voces del Periodista.
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